lunes, 10 de agosto de 2009
A 150 años de la Reforma Liberal.
Cultura en Proceso.com
JUDITH AMADOR TELLO
Ignacio Ramírez, El Nigromante, a decir de su nieto Emilio Arellano, es el verdadero artífice de la separación entre la Iglesia y el Estado. Señala que desde el gobierno de Salinas de Gortari han ido reduciéndose los festejos liberales, como ocurrió hace una semana cuando el sesquicentenario de las leyes de Reforma fue opacado por el anuncio de Calderón de la cédula de identidad.
Aunque la conmemoración oficial del 150 aniversario de las Leyes de Reforma devino anuncio de la expedición de la Cédula de Identidad Personal por parte de Felipe Calderón, titular del Ejecutivo, hay un reconocimiento ciudadano a la generación de liberales mexicanos del siglo XIX que impulsó, antes aun que las naciones europeas, un Estado laico separado de la Iglesia.
A unas semanas de la aparición del libro Ignacio Ramírez El Nigromante. Memorias prohibidas, editado por Planeta, en el cual se reúnen documentos inéditos resguardados durante 100 años por la familia del político, escritor y periodista liberal (nacido el 22 de junio de 1818 en San Miguel El Grande, hoy de Allende, Guanajuato), su edición se ha agotado.
En la introducción del volumen de 205 páginas, obra de Emilio Arellano, nieto del liberal, Julieta Gil Elorduy, directora de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, a la cual se han donado varios materiales del archivo de El Nigromante, define a éste como “el diputado más notable que participó en forma brillante y decisiva en la redacción de la Constitución de 1857”.
Lo planteado por Ramírez para ser incluido en la Carta Magna, no fue aprobado a nivel constitucional, pues como consigna el libro, “tal vez existió una línea conservadora en el Congreso”. Pero a decir de Arellano, fue el antecedente para la elaboración de las “ocho leyes fundamentales” hechas por Melchor Ocampo. Entre otras ideas, El Nigromante propuso:
-El matrimonio es un acto civil y debe estar controlado y regulado por autoridades del gobierno constitucional y dar igualdad de género y derechos a ambos contrayentes...
-El matrimonio religioso no tendrá valor oficial (...) Todo hombre, mujer o niño debe y tiene derecho a creer libremente en lo que más desee, en la religión que considere conveniente. Por lo mismo, la religión católica será una más de las toleradas (...) Los púlpitos de las iglesias no son tribunas legislativas del Partido Conservador, por lo que deben abstenerse de intervenir en asuntos laicos, so pena de que el gobierno mexicano inicie acciones legales en contra de los responsables.
-El gobierno mexicano (...) es el único poder federal reconocido por esta Constitución. Con el fin de evitar más daños a la República, se les desconoce toda personalidad jurídica, social o política a las iglesias y congregaciones religiosas.
Pero en su discurso para conmemorar el sesquicentenario de la Reforma Liberal, el 28 de julio en el Congreso Constituyente de Palacio Nacional, Calderón apenas mencionó la separación del Estado y la Iglesia. Emilio Arellano lamenta que desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, quien reestableció las relaciones entre Estado e Iglesia, se hayan suprimido algunos de los festejos considerados como liberales.
El autor y abogado de profesión reivindica el papel de Ignacio Ramírez en la Reforma. Y en una afirmación que sin duda causará polémica entre los juaristas, asegura que si bien los documentos oficiales son firmados generalmente por el Ejecutivo, no significa que éste sea el autor intelectual, y “es erróneo considerar que Melchor Ocampo y Benito Juárez son los autores de las Leyes de Reforma”.
La introducción de Gil Elorduy comienza así:
“Con la Revolución de la Reforma México se adelantó a su tiempo. La Constitución federal del 5 de febrero de 1857 y las Leyes de Reforma de 1861 elevadas a rango constitucional en 1872 crearon un Estado moderno y laico al separar jurídicamente la Iglesia del Estado. Ninguna otra nación llevó a cabo un hecho político tan trascendente en el siglo XIX. Francia logró la separación de la Iglesia y el Estado hasta el siglo XX, en 1904, gracias a la ley impulsada por el político radical Georges Clemenceau, gran admirador del presidente Juárez y de Ignacio Ramírez.”
Entre los documentos resguardados por la familia, dice contar con una carta donde Ramírez reclamaba con ironía al clero tener más bienes que los ciudadanos que “sí trabajamos”:
“Vuestra pobreza evangélica apenas posee dos terceras partes de la República Mexicana, pero ¿no podríamos lograr la gloria a menor precio?”
Refiere que Ramírez detestaba al clero porque veía la inmensa pobreza del pueblo mexicano, mientras la Iglesia lo amansaba con ideas de paraísos para mantenerlo esclavizado. Él pensaba que la vida se vivía ahorita y con garantías individuales. Así luchó no sólo por esa separación, sino por derechos como la libertad de imprenta, la igualdad de género, la educación laica y gratuita y el libro de texto gratuito.
De hecho, cuenta el nieto una anécdota: Los primeros libros de texto gratuitos fueron impresos por El Nigromante, quien compró papel estraza y una prensa con tipos de plomo, con un reloj de oro que su padre, Lino Ramírez, le regaló cuando se tituló de abogado. El reloj perteneció a Miguel Hidalgo, a cuyo movimiento se había adscrito Lino siendo gobernador del estado de Querétaro. Hidalgo se alojó en la casa de los Ramírez en San Miguel de Allende y ahí le obsequió el reloj a Lino.
A decir de Emilio Arellano, en los documentos que resguardaba su familia hay algunos sobre los proyectos originales de las Leyes de Reforma. Y cuenta que entre los párrafos suprimidos por Juárez y Ocampo se encontraba uno donde Ramírez reclamaba para el clero menor –sacerdotes, monjas y trabajadores de las iglesias– el derecho a un sueldo, servicios médicos y hospedaje adecuado, como cualquier ciudadano, pues siempre se había considerado que su trabajo era “por gusto” y no debía remunerarse.
Los planteamientos hechos por Ramírez no se deben sólo a que fuera ateo (es famosa su frase “Dios no existe”, con la cual inició su discurso de ingreso a la Academia de Letrán): Fue un visionario que luchó por la liberación de la raza indígena por la vía de la educación, planteó desde mediados del siglo XIX que la tierra es de quien la trabaja (idea retomada por Emiliano Zapata) y hasta avizoró que si Estados Unidos había robado a México parte de su territorio del norte, sería recuperado 200 años después, sin violencia, por los mexicanos que fueran a trabajar al vecino país. Y afirmaba:
“Las Leyes de Reforma le costaron sangre al pueblo mexicano y es un cambio irreversible. Y todo el pueblo tiene derecho a desconocer a las instituciones que pretendan darle un revés a esas leyes de separación de la Iglesia y el Estado.”
Su nieto redondea:
“Dicen que era muy radical, pero a veces es necesario serlo.”
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3 comentarios:
¡Excelente nota! Ahora tengo a un personaje más a quién admirar y seguir su ejemplo. ¡Radical porque se iba a la raíz!
Un saludo a Javcorten...
Jacobino
el Nigromante ha sido uno de mis personajes favoritos. Como estimula su vida y obra y como nos hace despreciar a la clase política actual, mamarachos sin ideales,sin ningún interés por nuestro querido México y su gente necesitada de ilustración.Claro que el sistema político tiene extendida la mano para alianzas con la Iglesia, estos jamas nos llevaran al desarrollo. La Chata
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