lunes, 16 de febrero de 2009

Ciudad Perdida

NI: de traición en traición, para muestra otro botón

Iztapalapa, feudo a romper

Documentar la traición no es cosa difícil cuando hablar de Nueva Izquierda se trata. Tampoco hay que recurrir a la memoria, esas acciones se dan día con día, una tras otra.

La semana que recién terminó, el diputado federal perredista David Mendoza, sumado a Nueva Izquierda en la elección de 2006, llegó, dicen sus compañeros de bancada, desencajado, con el coraje reflejado en los ojos. Y es que hasta principios de esa semana tenía como seguro una curul en la Asamblea Legislativa del DF. Así transitaba por los caminos de la política, cobijado por el acuerdo que hace tres años había alcanzado con René Arce, y que, según él, estaba más vivo que nunca.

Pero el diputado no midió el alcance de los intereses de Arce. En 2006, los chuchos chicos le prometieron que si se sumaba a su fuerza, es decir, a la tribu que comanda Jesús Ortega a nivel nacional, sería “con toda seguridad el candidato a la diputación local” de esa corriente por un distrito de Iztapalapa, donde se supone que domina Arce.

El acuerdo lo refrendaron hace aproximadamente un año y medio, y todo caminaba según la negociación, pero unas horas antes del registro de candidatos, el militante, uno de los más activos a favor de Nueva Izquierda, el que no faltaba a los mítines, el que abría paso en esa demarcación para que Silvia Oliva, la esposa de Arce, se montara en la candidatura de esa tribu para la jefatura delegacional, fue informado de que su nombre se había caído de la lista.

En Nueva Izquierda no había lugar para Mendoza, el lugar que durante tres años había cuidado con trabajo sería ocupado por un gatillero del propio Arce: Fernando Belauzarán, quien viajó desde la izquierda radical de las luchas universitarias, hasta la extrema derecha del chuchismo con los Arce.

Para Mendoza el golpe no tiene otro nombre, se llama traición y pinta de cuerpo completo a la tribu que ahora le da la espalda. Por eso el diputado federal ahora hace alianza con Clara Brugada, que competirá con la bandera de Izquierda Unida en contra del nepotismo de Arce, es decir, en contra de su esposa Silvia Oliva.

Las mediciones más recientes indican que la fuerza de los Arce en la delegación ha decaído, y que es posible terminar con el negocio familiar que se estableció en Iztapalapa desde hace ya casi dos décadas, por lo que la candidatura de Brugada, a la que se han sumando varias fuerzas políticas, puede ser la que rompa el feudo de intereses hasta ahora predominante. Ya veremos.

De pasadita

Hoy por la tarde, en las instalaciones de Expo Reforma se dará a conocer la planilla de Izquierda Unida que contenderá por cada una de las posiciones que se jugarán en la elección interna del PRD a mediados de marzo. Los últimos amarres se lograron anoche, y aunque aún se podrían hacer cambios en el camino, la lista es casi segura.

José María Pérez Gay se convirtió en uno de los candidatos más fuertes en una de las delegaciones más débiles: Coyoacán. Uno a uno, sus opositores fueron declinando porque frente al peligro de perder la demarcación se optó por el mejor candidato. También quedó firme Ana Guevara en Miguel Hidalgo y el maestro Bernardo Bátiz en Benito Juárez, dos candidaturas que habrán de merecer la mayor de las atenciones.

Las imposiciones también lograron su lugar: Víctor Hugo Lobo correrá por la jefatura delegacional de Gustavo A. Madero y Agustín Torres, el capricho de René Bejarano, por Cuauhtémoc.

No obstante, Tomás Pliego se fue por la libre y ayer mismo inició su campaña acompañado de un muy buen número de vecinos de las colonias que conforman la delegación Cuauhtémoc, y por ello con los mejores augurios. Pliego no estará en la lista que se anuncie esta tarde ni en la de Nueva Izquierda, pero representa, eso quedó claro ayer mismo, a la mayoría en la demarcación. Que alguien avise a los de arriba para que despierten.

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