Astillero
Julio Hernández López Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
■ El vivo Marcelo
■ Sinceramente, sí quiere
■ Hornea galletas del futuro
A diferencia del tabasqueño que le antecedió en el cargo (aunque Alejandro Encinas cubrió la última fase del periodo sexenal) y en las aspiraciones presidenciales construidas desde una esquina de la Plaza de la Constitución, Marcelo Ebrard Casaubon quiere que se le dé electoralmente por vivo y no por muerto. Asido al argumento de la honestidad en los propósitos, el jefe del gobierno capitalino parece particularmente decidido a inscribir su nombre en firme en la nómina de los tempranos aspirantes a relevar al inquilino de Los Pinos. Ayer, por ejemplo, entrevistado en radio por Joaquín López Dóriga, Ebrard volvió a mencionar ese claro interés, aunque se dijo plenamente consciente de que su viabilidad dependerá de la eficacia que muestre en su chilanga adscripción actual.
Ebrard está decidido a ser el más entusiasta promotor de sí mismo, porque va rezagado en el posicionamiento futurista. Adosado al lopezobradorismo y, por ello, acusado con insistencia de ser solamente una pieza dependiente de la voluntad de quien se ha convertido en una especie de candidato presidencial permanente, el aventajado alumno de Manuel Camacho Solís ha decidido pintar una raya electoral respecto al jefe López Obrador y buscar su propio espacio. Para empezar, ha decidido asomarse a los escenarios institucionales presididos por Felipe Calderón, a quien sigue regateando una imagen en común pero a quien ha reconocido como suprema autoridad de facto mediante el expediente simple de la presencia física en actos ceremoniales, que puede decir más que mil fotografías no tomadas.
En consonancia con esa disposición al pragmatismo en el caso de Calderón (ayer siguió la matriz felipista del ‘haiga sido como haiga sido’, al explicar por qué reconoce a quien técnicamente venció a Encinas: “… una vez que tienes un dirigente vas a participar con esa dirigencia, aunque tengas las diferencias que tengas”), Ebrard también ha decidido aceptar expresamente la asunción de Jesús Ortega como nuevo presidente formal del perredismo y ha pretendido impulsar a personajes de su entorno para ocupar posiciones en ese nuevo retablo, firmemente decidido a plantear que su futuro está anclado a las siglas y los colores hoy controlados por el antedicho chuchismo que le ha hecho sufrir en la asamblea legislativa capitalina, donde esa corriente tiene mayoría determinante. Si se quisiera hablar del futuro del ex carnal Marcelo en forma simplista y absolutamente precaria (pues en política las cosas cambian en horas y, en el caso de la izquierda electoral mexicana, esas modificaciones extremas pueden llevar minutos), habría de decirse que Ebrard ha decidido ser el aspirante presidencial del PRD, haiga pasado lo que haiga pasado de aquí al 2012, y que para ello está dispuesto a cancelar expedientes bélicos antes trabados con el calderonismo, a fortalecer nexos con su aspirante a aliada, Elba Esther Gordillo, a cerrar tratos con el chuchismo y a desmarcarse pausada pero incesantemente de López Obrador.
La apuesta del esposo de la señora Mariagna considera irreversible el proceso de exclusión de López Obrador y la necesidad de que se fortalezca una opción joven, “moderna” y sin las fuertes cargas negativas que los principales factores de poder le han impuesto al tabasqueño. El punto débil del plan del neocamachismo está en la manera en que los seguidores de AMLO habrán de tomar el rediseño que se ha aplicado el antes solidario Ebrard. Para los miembros de una base firmemente seguidora del tabasqueño, lo que hace Marcelo es una forma de traición. Habrá de verse más delante si el legítimo derecho del actual jefe de gobierno a construirse una expectativa personal para 2012 pasa la aduana del movimiento social que sigue ajeno a cualquier contacto con el calderonismo y que rechaza a los chuchos encaramados en el PRD, o si el inteligente funcionario capitalino es capaz de sorprender más delante a los núcleos duros y a los segmentos gelatinosos de esa izquierda electoral al demostrar que tuvo tino y visión para lanzarse a edificar su opción ante el avance de los precandidatos declarados, como Peña Nieto, o encubiertos como Beltrones, Espino y (¿quién lo diría?) Creel. Que lo den por vivo, pide Marcelo, aunque para ello requiera cocinar galletitas amargas.
Astillas
Carlos Slim se está convirtiendo en el charro justiciero nacional. Por aquí y por allá desliza comentarios y críticas, como sucedió ayer, cuando se lanzó contra las tasas bancarias de interés, por considerar que son tan elevadas e injustas que los usuarios de esos servicios acabarán por no tener con qué cubrirlas. Es de esperarse que el abanico de temas a los que va poniendo lupa el súpermillonario incluya la operación y las tarifas de, por ejemplo, la principal empresa de telefonía celular en el país… El ideólogo, filósofo y gran estratega del panismo presidencial, Germán Martínez, tiene importante jalón entre los lectores de esta sección, pues varias cartas llegaron para añadir descripciones y calificación del aspirante a ser intelectualmente simpático. De los correos cibernéticos destaca lo escrito por un dirigente blanquiazul de nivel medio, quien se identifica plenamente pero pide guardar su nombre para evitar represalias: “si vieras lo que sufrimos para aguantar al tal Germancito, que se cree bordado a mano; pocas veces hemos tenido a un jefe tan pretencioso e insufrible. Ojalá pronto se lo lleven a ser candidato o a otro cargo en el gabinete, para que deje de soñar con creerse Castillo Peraza vuelto a nacer”… Y, mientras los hechos demuestran que el perfil de José Luis Santiago Vasconcelos (institucional, cercano al priísmo “nacionalista” y a las fuerzas armadas y los equipos de inteligencia) no era el que deseaba el calderonismo para conducir el proceso de aplicación de reformas penales, sino el de alguien como el ahora designado Felipe Borrego Estrada (diputado panista, sin la experiencia suficiente para ese cargo, emparentado con un representante del priísmo empanizado, Genaro, que finalmente acabó apoyando al felipismo), ¡hasta mañana, con la confiabilidad de los Learjet en caída!
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