ÁLVARO DELGADO
A los 93 años, Salvador Borrego, el autor de la célebre Derrota mundial y otra treintena de libros, lamenta el veto de que fue objeto en la FIL de Guadalajara y dice estar preparado para que sus obras sean prohibidas. Anticomunista, no se asume como derechista ni como antisemita, aunque sabe que sus libros inspiraron a los movimientos de El Yunque y los Tecos. La derecha en México, asegura, la conforman el PAN, el PRI, los banqueros y el Banco de México, que depende de Wall Street...
Más de medio siglo después de haber sido puesto en circulación, en plena Guerra Fría, el libro Derrota mundial, emblemático en México del fervor por el nacionalsocialismo de Adolfo Hitler y del repudio al sionismo, sigue ejerciendo una rara fascinación en lectores que no se agotan.
Salvador Borrego, su autor, asegura que proliferan los jóvenes que buscan leer la obra, editada por vez primera en 1953, porque encuentran explicaciones sobre los "contenidos ideológicos y raciales" que produjo la Segunda Guerra Mundial.
-¿Esos "contenidos" son vigentes?
-Sí, vigentes todavía.
-La conspiración judeo-masónica-comunista, que usted describe, para muchos ya no tiene ningún sentido...
-Pero para otros sí. Viene el sospechosismo de mucha gente que se pregunta: "¿Por qué todavía siguen atacando a Hitler si murió hace más de 50 años?".
-Dicen que para que no se repita el Holocausto, el exterminio de 6 millones de judíos...
-Pues sí, eso es mantener viva todavía la memoria de aquéllos. Hablar tanto del Holocausto ayuda, también, a mantener vivo a Hitler.
Al borde de los 94 años de edad, Borrego explica, con entusiasmo, la paradoja: "Hitler dijo: 'Mi espíritu se levantará de mi tumba y verán que yo tenía razón'. Pues tal vez si hubiera tenido tumba y no lo hubieran atacado, ya habría desaparecido, pero lo siguen atacando. No tiene tumba y, sin embargo, se levanta su espíritu. Se levanta para que lo ataquen, pero se levanta".
-¿No hay entonces un declive del nacionalsocialismo?
-Para haber pasado tanto tiempo, y habiendo tantas películas en contra, tantos libros en contra y tantas conferencias en contra, me parece que todavía es muy fuerte la influencia del nacionalsocialismo.
En México, asegura, hay numerosos prosélitos de la ideología de Hitler, aunque "nadie se asume como simpatizante. La inmensa mayoría, aunque simpatice, no se atreve a expresarlo, porque políticamente es incorrecto. Hay simpatizantes, pero ocultos".
-¿Es un número importante?
-Creo que sí es importante, relativamente hablando. Podemos hablar de 50 mil, pero si hacemos una convocatoria para reunirnos, no se juntan ni 50.
Entre éstos, expone, se encuentran legiones de militantes del Partido Acción Nacional (PAN), de quienes ha sido -a través de sus libros- un mentor ideológico.
"En el PAN hay mucha gente muy bien intencionada, muy buena, pero se cuidan. Por ejemplo, Carlos Abascal. Yo fui muy amigo de su papá (Salvador Abascal), quien tres horas antes de morir me encargó que le corrigiera el último artículo que él hizo para La hoja de combate. Éramos muy amigos y, aunque no coincidíamos en todo, nos respetábamos."
Sin embargo, recuerda Borrego, cuando Carlos Abascal fue nombrado por Vicente Fox secretario del Trabajo, en 2000, cambió: "Ya no me conocía, y cuando llegó a Gobernación tampoco. Yo le mandé un saludo y no me lo contestó".
El viejo periodista, quien como redactor de la sección internacional de Últimas Noticias del diario Excélsior concibió su primer libro, se encoge de hombros: "La gente tiene que cambiar de acuerdo con las circunstancias. Como ese ejemplo, hay otros menores. Estoy poniendo uno muy conocido".
-¿Esperaba usted gratitud?
-No, tampoco. El papá, quien editó en tres ocasiones Derrota mundial, pensaba como yo respecto de la Segunda Guerra Mundial. El hijo, Carlos, pensaba igual, pero cuando llegó al gobierno dentro del PAN tenía que proceder de otro modo. Yo así lo entendí. Ya no podía yo esperar que actuara del mismo modo en que había actuado antes. Ya pertenecía a un partido y a un gobierno.
-¿Y de Felipe Calderón ha recibido alguna atención?
-No.
Censura "judía" en la FIL
Salvador Borrego, nacido en abril de 1915, era un personaje de la derecha desde que puso en circulación Derrota mundial, concebido mientras recibía los cables que llegaban de Europa antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Tardó tres lustros en la investigación y dos en escribirlo. La edición inicial constó de 2 mil ejemplares. "Hubo dos años en que vendí 10 mil ejemplares, a partir de 1965".
Justo ese año salió de Excélsior y, también en 1965, sobrevino la ruptura entre El Yunque y los Tecos, las dos sociedades secretas que nacieron para defender a la civilización occidental de la "conspiración judeo-masónica-comunista" que describe Borrego.
Pero él asegura que jamás supo de la organización secreta de los Tecos, que fundó su amigo Carlos Cuesta Gallardo en la UAG, ni de El Yunque que nació en Puebla: "Sabía yo que tenían reuniones, si no secretas, sí íntimas, y que no iba público ahí, pero no llegué a identificar la palabra Yunque".
-¿Conoció a Ramón Plata Moreno, fundador de El Yunque?
-Sí, lo conocí cuando fui director de El Sol de Puebla. Él fue una vez a saludarme y ahí lo conocí. Sé que hubo luego un rompimiento por cuestiones religiosas, y hasta ahí.
Como director del periódico Tribuna de Monterrey, de la cadena García Valseca, y después en su fugaz paso por El Heraldo de México, Borrego tuvo estrecha relación con Luis Felipe Coello, el primer presidente del Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO), organismo de fachada de El Yunque, pero insiste en que jamás supo de éste.
"Sabía que había algo de reserva, pero no llegué a pensar que hubiera un secreto político con vistas al futuro."
Salvador Borrego Escalante luce macizo. Su aún espigada y delgada figura, de invariable atuendo formal, deambula por la colonia Juárez, donde vive en el tercer piso de un viejo edificio de Lisboa, una de las calles de ese barrio porfiriano venido a menos.
Ahí recibe al reportero, la tarde del jueves 18 de diciembre, para hablar de la censura que padeció en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, el sábado 6, donde hablaría sobre el trato que tuvo la población alemana en la Segunda Guerra Mundial, mientras que otro de los invitados, el español Pedro Varela -propietario de la librería Europa, lugar de reunión de los neonazis españoles-, disertaría sobre el Holocausto.
Ediciones Ojeda, de España, había rentado el espacio, mediante un contrato, donde se impartiría la charla y se exhibirían los libros que edita, entre ellos los de Joaquín Bochaca, autor de La nueva inquisición 1945-2008, y David Duke, excongresista estadunidense que escribió Supremacismo judío / El poder judío en la sombra.
Pero repentinamente, por supuestas razones de seguridad, el sitio fue clausurado: "Ya no pudimos entrar. Antes habían ido unos comunistas y unos judíos a retirar de la FIL un libro de Mi lucha, porque los derechos de ese libro de Hitler los tiene Alemania, lo que es cierto, pero eran sólo una muestra".
-¿La cancelación fue decisión de las autoridades de la FIL?
-De la FIL, sí. Atendiendo a presiones de equis gente, dijeron que no había seguridad y decidieron clausurarlo.
Jacobo Zabludovsky se ocupó brevemente de este episodio, en su columna Bucareli de El Universal, del lunes 8, en la que comenta que la muerte de Abascal coincidió "con la aparición de signos ominosos de un robustecimiento de las agresiones antijudías en México y el mundo".
Entre esos "signos ominosos" en México, Zabludovsky incluyó la distribución y venta en la FIL de libros como Los protocolos de los sabios de Sión; El judío internacional, de Henry Ford, y Derrota mundial, y en seguida aportó datos sobre la censura denunciada por Borrego:
"El jueves, una representante de la Comunidad Israelita de México habló con la señora Nuria Macías, directora de la FIL, quien ordenó retirarlos por incitar al odio y la violencia racial. El sábado estaba anunciada una presentación personal de Salvador Borrego para vender su libro. No se le permitió hacerlo en las instalaciones de la FIL, pero buscaba un local cercano."
Así ocurrió, en efecto, dice Borrego, porque una vez cancelada la conferencia en las instalaciones de la FIL, ésta se celebró en un hotel próximo, con un nutrido público. "La gente se fue enterando y se presentaron 210 personas".
-¿Cómo valora esa acción de la FIL?
-Me parece muy lógico, porque los comunistas tienen 100 tribunas, pero no quieren que el anticomunista, al que inmediatamente tachan de nazi o de fascista, tenga un punto donde hablar. No es democrático, pero están en su papel.
-Es paradójico que una feria del libro vete un libro.
-Sí, y que vete inclusive hablar.
Pero esa es la tendencia en el mundo, afirma, y se quiere instaurar en México como delito de opinión. "Hay una presión muy fuerte para hacer dogmas y cuidar que nadie discuta ese dogma", insiste y refiere que la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) pretende terminar con el antisemitismo.
"Y ahí me meten a mí. Pueden llegar a prohibir mis libros y luego confiscármelos. De hecho, estoy preparado para eso. Es como una fatalidad, porque ¿cómo lo puedo evitar?"
-Diciendo que no puede atentarse contra la libertad de pensamiento...
-¡No, no! ¿Eso dónde me lo publican?
"PAN y PRI, la derecha"
En la sala de su casa, que usa además como oficina, Borrego dispuso en las paredes altares con imágenes de santos iluminadas por veladoras, junto a unas viejas espadas ya ennegrecidas. En el piso hay dispersas cajas de plástico y se levantan alteros de pacas envueltas en papel con la inscripción -a mano- de cada uno de los títulos de sus más de 30 libros, cuya temática en general es el pensamiento nacionalsocialista.
Autor también de Pintor, soldado, führer, una semblanza de Hitler, y de Waffen / ¿Criminales y soldados?, libro sobre el grupo de élite de la milicia alemana, Borrego no oculta su simpatía por la ideología nazi, pero niega ser antisemita: "Distingo muy bien entre una raza y un movimiento político".
Explica: "El movimiento político quiere lograr el dominio mundial, y ese movimiento político, creo yo, debe ser denunciado, pero no asesinado. La raza es otra cosa. Si alguien del extranjero ataca a México porque el PRI dominó muchos años en México y robó, bueno, fue el PRI, pero no los mexicanos en general".
-Y, sin embargo, a usted se le atribuye antisemitismo...
-Sí... ¿Y cómo puedo demostrar otra cosa? Sólo ellos hablan, yo no tengo tribuna.
Borrego no oculta su pesimismo sobre México: "pierde soberanía, pedazo a pedazo, ante Estados Unidos". Al país -asegura- lo ahoga la corrupción de la clase política: "Cada funcionario mete la mano al erario y saca lo que quiere. Diputados, senadores, gobernadores, alcaldes, regidores, directores, secretarios, todos. ¡Es un despilfarro espantoso!".
-¿Es el principal problema de México?
-Sí, la corrupción hasta la médula. En 1933, cuando repercutió en México la crisis de 1929-1930 de Estados Unidos, aquí se bajaron los sueldos 20% los gobiernos federal, estatales y municipales, y salimos adelante. Ahora Felipe Calderón no tiene fuerza para hacer algo igual. Al comenzar su gobierno emitió un decreto para bajarse 10% el sueldo, pero nadie más le hizo caso.
Por eso advierte que de Calderón no espera nada: "No creo que pueda hacer gran cosa. Está empantanado en una guerra ajena. Estados Unidos no tiene interés en acabar con el narcotráfico y nosotros estamos poniendo los muertos".
Hasta no hace mucho, Borrego simpatizaba con el PAN: "Yo también creí en Fox. Voté por él porque pensé que iba a hacer algo, pero quedé decepcionado de él y del PAN".
-¿Votó por Calderón en 2006?
-No, en 2006 ya no voté.
Aquejado de enfermedades por la edad, que no lo paralizan, Borrego no se asume como derechista, aunque subraya su talante anticomunista. Eso sí, identifica al PAN, al PRI "y desde luego a El Yunque" como la derecha hegemónica en México.
"PRI y PAN son la misma cosa", subraya y alude a su libro México traicionado / 40 años de saqueo y despilfarro. "Se han podido completar los 40 años con el PAN. No se le puede echar la culpa solamente al PRI".
-Y aparte del PAN y del PRI, ¿qué otros sectores son la derecha?
-Los banqueros, los que manejan la economía y el Banco de México, que ya no es de México, sino que ahora está monitoreado desde Nueva York. El núcleo de derecha lo veo yo situado en Wall Street, y los de derecha en México dependen de allá.
-¿Subordinados?
-Efectivamente.
Borrego no ve opción en México -"por lo menos no se ve en un futuro inmediato"-, menos aún mientras siga el "maridaje" PAN-PRI. "¡Están completamente unidos, por debajo de la mesa, pero son la misma cosa!".
-¿Y qué representa el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador?
-Puede ser un poco contra el PRI-PAN en la capa electoral, porque yo creo que si llegara al poder López Obrador tendría que hacer lo que están haciendo el PRI y el PAN. Estaría bajo la fuerza superior de Wall Street.
-¿La subordinación como una fatalidad?
-Sí, casi como una fatalidad, cuando menos por ahora... l
domingo, 28 de diciembre de 2008
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