La obsesión por el dinero ajeno y fácil llevó a “La Chiva Loca” a demandar en el 2011 a su hermano Sergio Lozano a quien le reclaman la entrega de 24 millones de pesos producto de las rentas de los inmuebles que él administró durante 27 años
Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc
Bien dicen que origen es destino.
Los traumas infantiles y la falta de la figura paterna son las causales por las que todo México, y, en especial, los poblanos padezcamos las locuras y vulgaridades del impresentable de Javier Lozano.
En efecto, “La Chiva Loca” es el hombre más repudiado del país.
Su soberbia, altanería y vulgaridad lo definen como lo que es: un pianista frustrado, un político mediocre y un ser humano despreciable.
Para entender qué motiva a Lozano Alarcón a vomitar a diario la sarta de sandeces y barbaridades que comparte en sus redes sociales y en los diferentes espacios que le abren los micrófonos hay que recordar su infancia, la cual estuvo marcada por el abandono de su padre y las carencias de una familia que nació en medio del escándalo de una infidelidad.
La sangre llama.
Quienes conocen a Lozano saben que sus complejos comenzaron cuando se enteró que su madre, Concepción Alarcón, fue producto de la infidelidad de su abuelo, Gabriel Alarcón Chargoy, mejor conocido como “Don Ga”.
No solo eso, Javier y sus tres hermanos se convirtieron en bastardos tras el abandono de su padre cuando ellos eran muy pequeños.
Cómo hubiera cambiado todo para el “Analfabeta Funcional” si de niño hubiese tenido el abrazo de un padre afectuoso.
El rencor del bastardo Javier Lozano hacia su padre es notorio, a quien lo considera como “un cobarde”, de acuerdo a una entrevista concedida en el 2013 al portal de noticias Sin Embargo MX.
Aquí se puede comprender porque el exsenador siempre ha buscado la figura paterna en otros. Lo hizo con Melquiades Morales, luego con Felipe Calderón y encontró al padre que nunca tuvo en el siniestro Rafael Moreno Valle, quien lo dejó en la orfandad otra vez.
Lo malagradecido con su familia vino después.
¿Qué se puede esperar de alguien que no respeta ni a su padre, abuelo o hermanos?
Y es que, Lozano Alarcón siempre se desmarcó de su abuelo Gabriel Alarcón, de quien dijo no tener ninguna relación, pero que en realidad recibía dinero para subsanar las carencias en su casa.
“Varias personas consultadas en Puebla aseguran que, en su juventud, el muchacho (Javier Lozano) explicaba la suficiencia económica de su familia en el patrocinio de su abuelo con quien, según las mismas fuentes, efectivamente no existía mayor convivencia, quizá más por aprehensiones sociales y definitivamente no económicas pues ya poseía una de las mayores principales fortunas de México”, comenta el periodista Humberto Padgett.
Ver: Cuando el gobierno de Gali se robó el Fonden de Puebla
La obsesión por el dinero ajeno y fácil llevó a “La Chiva Loca” a demandar en el 2011 a su hermano Sergio Lozano a quien le reclaman la entrega de 24 millones de pesos producto de las rentas de los inmuebles que él administró durante 27 años.
La demanda presentada por Javier en contra de su propio hermano por las rentas de un edificio de seis pisos con nueve departamentos, un penthouse, una antena satelital, un mezzanine, así como estacionamientos y un restaurante heredados por su madre y su abuela, quienes fallecieron de cáncer en 1982.
De ese tamaño es la calaña que se llama Javier Lozano Alarcón.
Y por si esto no fuera suficiente, sobre el peor secretario del Trabajo en la historia de México pesan los señalamientos de golpeador de mujeres.
El escritor y politólogo Alfredo Jalife reveló que Lozano es un violentador de género, pues en el pasado agredió físicamente a su expareja Silvana Ponzanelli, quien sufrió en reiteradas ocasiones golpes e insultos mientras estuvo casada con el impresentable exsenador.
“Yo conozco a su ex esposa y a su ex suegro (de Lozano), ella se tuvo que divorciar porque la golpeaba”, declaró el Doctor Jalife durante una entrevista con el programa Telereportaje de la estación XEVT-XHVT.
Más allá de que Javier Lozano sea un perdedor nato al no ganar ni una sola elección en su vida y que todos sus cargos públicos hayan terminado en escándalo como los de la disolución de Luz y Fuerza del Centro o el célebre “Copelas o Cuello” con el empresario chino Zhenli Ye-Gon o su relación con las bandas huachicoleras de Puebla, su personalidad es la de un truhan y oportunistas a quien sus traumas y trastornos lo han convertido en uno de los seres más despreciables de México.
Lo irreal es que Javier Lozano se siga creyendo con la calidad moral o la autoridad suficiente para opinar del gobierno federal o de la administración de Miguel Barbosa.
El mandatario poblano no miente cuando lo define como “rabioso, ofensivo y lleno de pus”.
Cualquier debate con el nefasto Javier empequeñece.
No hay forma de que la mierda de Lozano Alarcón no termine salpicando.
Para entender a Javier Lozano hay que conocer sus traumas y frustraciones.
Este es el bastardo que algún día soñó con ser gobernador de Puebla.
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