Marcos Roitman Rosenmann
N
uestro mundo gira en torno a los valores culturales del capitalismo. Nada es neutral ni equidistante. Se nos inculca la competitividad, tener éxito y acumular riquezas, no importa la manera de lograrlo. La propiedad privada cala hasta los huesos. Deseamos ser Rico McPato, el personaje de Walt Disney nadando en un mar de oro, monedas y brillantes. ¿Ficción? Nuestro mundo es caricatura del cómic. Nos moldean individualistas, avaros, calculadores, mentirosos. Es adoctrinamiento y socialización cultural. Despreciamos al pobre, lo degradamos, lo deshumanizamos. Tienen lo que se merecen. La pobreza siempre ha existido, se afirma. Luchar contra ella es ir contra natura. Por eso reivindicar la democracia es un asunto de pobres. Mejor ser socios de ONG y apoyar causas humanitarias, ser solidarios, practicar la piedad. Las avenidas, edificios, toman el nombre de mecenas, filántropos y héroes. Prohombres que donan millones de dólares para investigaciones científicas, otorgan becas, financian maquinaria para diagnósticos médicos y sus obras de arte se exhiben en museos. La lista es interminable, pero logran su objetivo: el reconocimiento de las mayorías sociales. No nos preguntamos sobre el origen de sus fortunas. Lo remitimos a la suerte. Son personas visionarias, han comenzado de cero y aprovechado sus oportunidades. Todos podemos ser Rockefeller, Amancio Ortega, Slim o Bill Gates. Es cuestión de ser emprendedores, luego vendrá el éxito. ¿Alguien menciona las relaciones sociales de explotación? La respuesta es simple, la explotación no existe. Dicha afirmación se graba a fuego en nuestras mentes. Con trabajar duro, ahorrar y estar en el sitio adecuado en el momento oportuno es suficiente. Cómo no desear coches de lujo, yates, un avión privado, servicio doméstico, casas principescas, en fin, todo lo que ofrece el mundo de las mercancías. Sean cosas o personas. Vivir a cuerpo de rey es lícito, rechazarlo es hipocresía. Tener y no exponerlo es de tontos, hay que ostentar. Pasar a la historia con el nombre escrito en oro no menos que construir un panteón donde nuestros huesos sean venerados y visitados en procesión es comprar la eternidad.
Pensamos que la pobreza y el fracaso es una inadecuación al mercado. Incluso la sociología y la biología se han unido en un matrimonio de conveniencia para crear la sociobiología. Genes egoístas capaces de someter a sus alelos altruistas en un mundo donde el más listo se lleva el gato al agua. Está en los genes y no hay posibilidad de alterar el ADN. El mundo al revés. Se impone la visión hobbesiana predadora, donde el hombre es un lobo para el otro hombre. Pero las manadas de lobos, como especie social cooperan, no se explotan, mantienen una división social del trabajo, de lo contrario se extinguirían. No hay especie social competitiva inter pares. Es la mayor mentira atribuida a Darwin.
Nada está exento de significado político. Arte, literatura, cine, lenguaje, moda, estética, sexo, familia, el hambre, los gustos, las emociones, las maneras de amar y odiar. Pero es la producción del miedo la base para fomentar el anticomunismo. Desde que nacemos se inculca y adoctrina para reconocer al enemigo: el comunismo, que se presenta con diferentes caretas. Demócratas, socialistas, marxistas, en definitiva comunistas. Se cuelan en la escuela, el trabajo, incluso se presentan como amigos. Pero tienen un objetivo: convertirnos en autómatas, quitarnos nuestras propiedades y esclavizarnos. Ideología disolvente de la familia, la propiedad privada y la moral católica. Para los comunistas somos un número, de allí su identificación con el nazismo y la solución final. Todos los miedos se engloban en el comunismo.
Ser anticomunista no es problema, es lo propio de un sistema educativo para aborrecerlo. En los medios de comunicación social, en la literatura, el cine, los dibujos animados podemos preguntarnos: ¿Quiénes salvan la civilización? ¿Qué espías tienen licencia para matar? La raíz del mal, el comunismo camuflado en los deseos de justicia social, igualdad y dignidad. Incluso los extraterrestres, cuando atacan la tierra siempre eligen la Casa Blanca y Estados Unidos como objetivo. El resto del planeta no existe, Su GPS está conectado a Google Maps.
Los comunistas son despiadados, manipuladores, no sienten ni padecen. Ser anticomunista no requiere pensar, sólo practicar lo aprendido machaconamente durante años. Por el contrario, ser demócrata, comunista, socialista o marxista requiere pensar, nadar contracorriente. Es un acto de conciencia y reflexión crítica. Justamente lo que esta sociedad persigue y criminaliza. Vivir en la ignorancia es conseguir el nirvana. Sea positivo. Mañana será millonario. No cuestione el orden natural de las cosas. La tierra es plana y el capitalismo justo y equitativo. No se deje seducir por falsos ídolos. Trump, Bolsonaro, Macri, Piñera, Pinochet, Thatcher, Videla y Somoza, entre otros, son buena gente, tienen en común ser anticomunistas. ¡Entregue su alma y si le piden el voto, también!
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