lunes, 23 de septiembre de 2019

Hablemos de historia… ¿Quién fue Eugenio Garza Sada?

¿Si Claudio X González, o Felipe Calderón le extendieran la mano diciendo “vamos a reconciliarnos”, usted pensaría que en verdad hay sinceridad en sus palabras?
¿O si Enrique Krauze, Ricardo Alemán, o Vicente Fox, lo invitaran a la reconciliación, usted creería que la propuesta nace de un sincero deseo de trabajar en unión, por el bien del país?
Hay situaciones que por su misma desproporción, deberían resultar evidentes y la reconciliación nacional, que muchos creen posible, es un sofisma que manejan los grupos conservadores, en su intento para que, dentro de una paz ficticia, se den las condiciones para socavar a su gusto al gobierno de la Cuarta Transformación. Es evidente que la paz propuesta por la derecha, es una simulación más.
López Obrador ha llamado a la convivencia sana entre mexicanos, pero al mismo tiempo, no ha dejado de señalar los errores que los personajes ligados al neoliberalismo, cometieron durante un periodo marcado por la corrupción y la impunidad.
La invitación del presidente a la sociedad en su conjunto, se da en el sentido de que todos podemos trabajar por México, pero dentro de las nuevas reglas impuestas por un gobierno honesto y dispuesto a terminar con el régimen de privilegios para unos cuantos.
Hay una diferencia clara entre la reconciliación utópica que demandan los conservadores y la propuesta de convivencia sana que propone el presidente.
La derecha alicaída, quiere que las voces que la critican y le señalan los errores cometidos por décadas, queden en silencio. A eso llaman reconciliación. No asumen un cambio de actitud. Pretenden seguir con las formas y maneras que los han enriquecido obscenamente.
La reconciliación para ellos significa el ser aceptados tal y como han sido por años. Que la sociedad admita su comportamiento marcado por la ambición desmedida. Que no los juzgue, ni los señale.
El resto de los mexicanos esperaría que la clase conservadora, admitiera sus errores y ajustara su manera de ser, de acuerdo a los nuevos tiempos que reclaman honestidad, rectitud y honradez. Que aquellos que son responsables de la crisis que vive el país, intenten mitigar, al menos en parte, el daño causado. Solo así podría darse un estado de convivencia sano.
Pero la derecha mexicana no cambia, ni cambiará.
Su intención es la de recuperar el poder a toda costa, echando abajo las reformas y políticas que impulsa la Cuarta Transformación.
Vemos como Vicente Fox y Felipe Calderón, intentan desesperadamente impulsar la creación de un grupo sólido y compacto, que haga frente al gobierno del cambio.
Fox claramente ha señalado que van por la caída de la Cuarta Transformación.
Toda esta reflexión viene al caso, porque en estos días se ha visto que parte de nuestra sociedad, se pone del lado de las opiniones reaccionarias, argumentando que urge alcanzar la reconciliación que una a todos los mexicanos.
Caen fácilmente en el juego conservador.
El más reciente episodio al respecto, tiene que ver con una declaración de Pedro Salmerón, que fue usada por la derecha para atraer simpatizantes a su causa. Recordemos que los conservadores engañan siempre. Lo ha repetido el presidente en innumerables ocasiones.
Salmerón llamó “valientes”, a los integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre y ese fue el punto que atacó la derecha. Todo, en relación a un episodio vivido en la década de los setenta del siglo pasado, donde perdió la vida el empresario Eugenio Garza Sada.
Un secuestro perpetrado por la Liga, que salió mal y donde falleció el empresario y otras personas, incluidos integrantes de la Liga, en la balacera que se desató en el intento.
Pocos ciudadanos en redes sociales, se dieron a la tarea de investigar qué pasaba en realidad en esos años. Los motivos para el nacimiento de la Liga 23 de Septiembre y las políticas que el Estado mexicano imponía entonces con toda la mano dura que caracterizó principalmente al periodo de gobierno de Luis Echeverría.
El 68 estaba latente en ese entonces. La represión del jueves de corpus, o “halconazo” había sucedido hacía poco. El gobierno perseguía implacable a disidentes de cualquier filiación, ya fueran obreros, campesinos o estudiantes. La intención era descabezar cualquier intento de manifestación contra el régimen, antes de que se produjeran situaciones similares a la del 68.
La Liga Comunista 23 de Septiembre, fue una respuesta a la represión. No fue “un grupo de delincuentes” como se dijo en estos días. Tuvo presencia nacional. Estaba integrada por obreros y campesinos, pero sobre todo, por estudiantes. La guerra de guerrillas, tan común en esa época en varias naciones de Latinoamérica (recordemos a los Tupamaros, donde militó el expresidente José Mujica), fue la única vía que encontraron los grupos progresistas, para derrocar a un régimen criminal.
El método del secuestro puede ser cuestionable y cada quien sabrá si entiende los motivos del mismo, o si los condena sin reflexión alguna.
El intento de secuestro a Eugenio Garza Sada, no perseguía beneficios económicos. Querían canjearlo por presos políticos que había encarcelado el gobierno. Esa era la intención.
A la muerte del empresario, el poderoso Grupo Monterrey y el resto del empresariado nacional, montó en cólera. Exigieron al gobierno mano más dura contra los disidentes, advirtiendo que podían hacer caer al gobierno, si no se actuaba con dureza.
Así dio vida Echeverría a la Brigada Blanca y al Grupo “Jaguar”. Así se inició el periodo de la “guerra sucia”.
Los integrantes de la Liga eran desaparecidos o asesinados brutalmente. Ocasionalmente, aparecían sus cadáveres con enormes clavos en rodillas y hombros, molidos a golpes y con el cráneo destrozado.
Si el intento de secuestro y muerte de un empresario es un episodio violento, la política del Estado durante ese periodo fue brutal.
La Liga Comunista 23 de Septiembre promovió huelgas, articuló movimientos obreros y campesinos, se enfrentó a todo el poder del Estado, con los pocos recursos que permite la clandestinidad.
Al final, murió de inanición, al quedarse sin cuadros que la dirigieran, después de la sangría provocada por la violencia del régimen.
Eso fue lo que intentó señalar de manera somera Pedro Salmerón.
Si algo distinguió a los integrantes de este movimiento, fue su valentía.
Podemos cuestionar los métodos de la guerrilla (de cualquier guerrilla), pero no el valor de quienes se enfrentan a un Estado brutal y sanguinario.
Hoy, nuevamente el empresariado puso el grito en el cielo. La verdad no puede ser contada, cuando afecta su imagen de clase.
Para ellos, la historia de la Liga, como grupo delincuencial, es muy cómoda. No quieren que se conozca la verdad.
Por eso señalo que la reconciliación nacional es una utopía. Los conservadores defenderán siempre sus intereses y pasarán por encima de quien sea, para recuperar el poder.
A los ciudadanos, nos queda resistir ese embate permanente y para ello requerimos de una herramienta fundamental: conocer nuestro pasado. Acercarnos a la Historia verdadera de los sucesos que marcaron el rumbo del país.
No podemos dejarnos ir con los cuentos amañados que nos presenta la “cultura” conservadora.
Tengamos presente que ellos siempre mienten. Su intento, es desarticular el enorme apoyo social que impulsa a la Cuarta Transformación.
Con ellos, habrá siempre enfrentamiento. Que éste se dé por la vía pacífica y democrática, como sucede hoy, es responsabilidad de la sociedad que votó por un cambio sano.

Malthus Gamba.

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