Nueva ley termina el festín
Carlos Fernández-Vega
E
n los pasados 36 años no hubo inquilino de Los Pinos que se abstuviera de
modernizarel sistema pensionario del país, con su respectivo aumento de la edad de jubilación, siempre con el objetivo (versión oficial) de
beneficiar a los mexicanos. ¿Resultado concreto? A estas alturas, apenas cuatro de cada 10 trabajadores tienen derecho a recibir una pensión, con la garantía de que será de proporciones miserables.
En cambio, expertos en servirse con la cuchara grande, los ex presidentes de la República decretaron para sí el derecho de gozar de una pensión de cuento de hadas: más de 205 mil pesos mensuales, sumado a un miniejército de soldados, marinos y personal administrativo, vehículos de lujo, gasolina gratis (la misma que estos personajes encarecieron brutalmente a lo largo de los años) y lo que se les ofreciera.
Un trabajador mexicano que laboró no menos de un cuarto de siglo (en la economía formal, porque de otra suerte no tiene el derecho) obtiene, si bien le va, una pensión mensual de 2 mil 651 pesos, mientras un ex presidente que dijo trabajar seis años en Los Pinos recibe una pensión mensual de 205 mil pesos, más el miniejército referido y los gastos relativos a su investidura.
La diferencia entre una y otra es de 77 tantos (sólo percepción monetaria), sin olvidar que para obtener la pensión el primero debió trabajar, cuando menos, dos décadas y media y cotizar en el IMSS o Issste, mientras el segundo lo hizo sólo seis años, con todos los privilegios del cargo y sin considerar el daño que causó a la nación.
Entonces, a pesar de que los ex presidentes –unos más que otros, en una carrera desenfrenada para obtener el primer lugar– fueron ineficientes, arbitrarios, negadores de madre y llenaron sus alforjas durante sus respectivas administraciones, todavía los mexicanos estaban obligados a pagarles pensiones multimillonarias. Aberrante.
Uno de los mejores ejemplos es Felipe Calderón: a partir del primero de diciembre de 2012, con apenas 50 años de edad y sólo seis de chamba en Los Pinos (con un regadero de cadáveres por la geografía nacional y la violencia desatada como herencia), este nefasto personaje recibió, puntual e íntegramente, pensión como ex mandatario, sin olvidar que pocos días antes de concluir su estancia en Los Pinos decretó aumentar el personal de seguridad para sí y su familia. Lo más atractivo de todo esto es que el tal Jelipe, como inquilino de la residencia oficial, ordenó aumentar la edad y las semanas de cotización para que un trabajador obtuviera su pensión.
De ese tamaño la
equidady la
modernizaciónpensionaria de los anteriores 36 años. Si bien el decreto original para pensionar a los ex presidentes fue de Luis Echeverría (1976), Miguel de la Madrid
reforzóla decisión (1987) y Felipe Calderón (2012) se sirvió con la cuchara más grande que encontró.
De cualquier suerte, todos los ex presidentes vivos, más dos viudas (la de López Portillo y la de Miguel de la Madrid) tienen sus beneficios pensionarios (algunos sólo en materia de seguridad y personal administrativo; otros íntegramente: Echeverría, Salinas, Fox y Calderón; Peña Nieto no libró) y desde entonces los mexicanos fueron obligados a destinar multimillonarias cantidades para que los señores vivieran plácidamente, aunque destrozaron al país.
Pero bueno, se les acabó la fiesta. Ayer el Diario Oficial de la Federación publicó la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos, la cual ordena que ningún funcionario de gobierno podrá ganar más que el Presidente de la República, al tiempo que cancela las pensiones a los ex presidentes.
Entonces, como recientemente dijo López Obrador, si los ex mandatarios
trabajaron más de 15 años, tienen derecho a pensión del Issste; si tienen más de 66 años, tienen derecho al apoyo para adultos mayores. Y sanseacabó.
Las rebanadas del pastel
Con la nueva ley, ahora sí Vicente Fox puede dedicarse a vender mota, no sólo a fumársela.
Twitter: @cafevega
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