V
ivimos una época confusa, de suspense que a muchos quita el aliento. Es una transición insólita y con tantos acontecimientos contradictorios que es difícil entenderla. ¿Qué de todo lo que sucede tiene verdadero relieve? Imaginemos lo que merecería ser relatado dentro de 10 años, el sexenio de AMLO habrá terminado. Pensemos en 2029, cuando el PRI quizás cumpla 100 años. El relato sería más o menos el siguiente:
“Después de las elecciones se vivió un interregno muy largo de cinco meses que puso en tensión a todos. En los ciclos del viejo régimen el candidato vencedor, que había sido elegido por el presidente en funciones, se movía discretamente. No quería molestar a su autor que vivía la agonía del final de su sexenio. Eran tan sólidas las instituciones y las costumbres que el cambio de un régimen a otro fluía sin sobresaltos. En forma secreta el presidente electo definía quiénes serían sus colaboradores y tomaba en cuenta las ‘recomendaciones’ del presidente saliente y de los oligarcas que le habían dado recursos para su campaña.
En 2018 las cosas no fueron así. El presidente electo demostró que tenía el mando desde el primer momento y el presidente Peña intentó desaparecer lo más pronto posible. La gente estaba polarizada: 60 por ciento tenía esperanzas en la capacidad de AMLO para afrontar los grandes problemas nacionales, sobre todo contener la violencia, y 30 por ciento se sentía ofendido por su triunfo y esperaba secretamente que fracasara y que el viejo régimen resucitara. Después de la sorpresa de la jornada electoral los grandes adversarios mediáticos de AMLO se agruparon y lo atacaron ferozmente descalificando sus iniciativas. Andrés los provocaba o los contenía pero no los desafiaba. Cada día presentaba un asunto nuevo. En contra de lo que opinaban algunos liberales no parecía dejar nada a la ocurrencia, cada cosa que proponía era fruto de una meditación cuidadosa. Aunque el PRI y el PAN, antes unidos, entraron en una etapa difícil, la pugna constante entre el presidente electo y sus adversarios saturaban las redes sociales dando la impresión de que la campaña electoral no había terminado.
Colaboró: Meredith González.
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