LOS DEBATES INÚTILES
Nada de lo que ocurrió en los tres debates presidenciales organizados por el INE en esta contienda hizo girar las preferencias electorales muy claras desde el arranque de la precampaña en marzo. El formato cambió respecto a 2012. Ahora hubo pantallas coloridas y periodistas como moderadores. Además, un gasto de 20 millones de pesos. Pero el escenario real fue el de siempre: el hartazgo por la corrupción, la violencia, los desaparecidos, los muertos, la desigualdad …
Las estrategias de los contendientes se concentraron en atacar a López Obrador. Le señalaron inconsistencias y poca claridad en su propuesta de brindar amnistía con tal de lograr la pacificación del país. En el segundo debate, AMLO y Anaya se confrontaron. El panista llegó al debate golpeado por acusaciones del supuesto lavado de dinero que al final, no fue comprobado. Ahí surgió la ocurrencia del primero: “Ricky Riquín … Canallín” – le dijo.
Meade recurrió a mensajes que más bien reflejaron desesperación. Acusó a AMLO de tener en sus filas a Nestora Salgado, según él “una secuestradora”, cuando un juez la exoneró de ese delito. También aprovechó para indicar que la declaración patrimonial del morenista era poco clara y que había escondido propiedades inmobiliarias, cuando el año pasado, después de una publicación de The Wall Street Journal, quedó claro que no fue así. Nada de ello hizo eco en los votantes. Al final, fueron palabras al viento, un espectáculo que alimentó los memes, una batalla hasta cierto punto ficticia. Los “amlovers” se sumaban. Los números a favor crecían como la espuma. La foto de hoy es la impensable años atrás: Andrés Manuel López Obrador, de 64 años de edad, con la mano en alto.