En este país de contrastes, a veces surrealistas, ya casi nada nos sorprende, pero debo confesar que algunos se esmeran en hacerlo, como quienes con ánimo golpista exigen la anulación de la elección argumentando que el artículo 41 constitucional señala que deben anularse cuando “se reciben o utilicen recursos de procedencia ilícita en las campañas”.
De haberse aplicado este argumento en las últimas 10 elecciones federales, las mismas, se habrían anulado. Algo que nuestras honorables instituciones electorales no hicieron a pesar de que velan celosamente las leyes con notable imparcialidad, según ellos.
En esta ocasión, es evidente que con el contundente triunfo de Andrés Manuel López Obrador y la verdad recién publicada sobre el fideicomiso en cuestión, es muy difícil hacer realidad los sueños guajiros golpistas de algunos actores de la sociedad que, para su desgracia, resultaron perdedores el pasado 1 de julio.
Supongo que a muchos aún no les cae el veinte de su derrota. Es normal, la condición humana no permite con facilidad asumir los golpes de la vida. Pero ya va siendo hora que analicen, con la frialdad de los números, el estrepitoso rechazo que la sociedad mexicana expresó en las urnas, contra los partidos de su preferencia.
Es lógico que les duela, pero deben aceptar que antes que saber ganar, hay que saber perder. Y perdieron. Lo digo no solamente para los enemigos y simpatizantes prianistas, sino también para los miembros del Instituto Nacional Electoral (INE) que no pueden disimular su malestar por el triunfo de AMLO y siguen aceptando órdenes y cumpliendo deseos de sus superiores para entorpecer el sano desarrollo democrático de México.
Analicemos las últimas acciones del INE. Ha sancionado al partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) con 197 millones de pesos, por el fideicomiso “Por los Demás”, constituido para ayudar a los damnificados por los sismos de septiembre de 2017. Pero lo ha sancionado sin realizar investigación ni siquiera preguntándole a los damnificados por el sismo si han recibido el dinero donado. Tampoco reparó en considerar que el fideicomiso es de los morenistas, no de Morena. Fue creado con aportaciones de ciudadanos, simpatizantes y militantes.
Sorprende la sanción del INE porque llega días después que se anunciara la baja en los espectaculares sueldos millonarios de sus honorables consejeros y en especial del presidente, Lorenzo Córdova Vianello, quien gana anualmente 4 millones 354 mil 208 pesos, sin contar los extras que recibe. Pero Córdova afirme que la institución que dirige es “austera”. Revisemos pues. El INE es una de las instituciones electorales más caras del mundo. Ahí laboran 10 mil 353 personas y su prespuesto anual es por mil 263 millones 746 mil 692 pesos.
Como los excelentísimos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que reciben casi un millón de pesos mensuales, los consejeros del INE tampoco están conformes con que les bajen el sueldo. Todos argumentan que su alto y obsceno salario en un país con 70 millones de pobres, es justo porque de lo contrario se corromperían. El problema es que recibir esos sueldazos ya es corrupción.
La sanción del INE a Morena huele a venganza. Es una sanción sin pies ni cabeza, sin argumentos, solo hecha con el hígado lastimado de los consejeros que, a partir del 1 de diciembre recibirán un salario más acorde a su función.
El INE se excede en sus funciones. Solo hay que recordar que cuando el 23 de septiembre del año pasado, fue creado el fideicomiso, el consejero presidente Córdova Vianello celebró tal decisión y nada dijo de una violación a las leyes electorales. Pero ahora sanciona, sin importar el esquema financieron del fideicomiso, sin investigar, ni considerar a los damnisificados que han recibido el dinero.
Los datos duros no mienten: hasta el 17 de julio de 2018 el fideicomiso había recaudado 85 millones 359 mil 66.17 pesos. Desde el 2 de octubre del año pasado, se han entregado 27 mil 288 ayudas individuales de 2 mil 400 pesos cada una a damnificados de 261 municipios de Oaxaca, Ciudad de México, Chiapas, Morelos, Puebla y Estado de México. Ahí están cada uno de los comprobantes para que los señores consejeros verifiquen.
Pero el INE de Lorenzo Córdova Vianello, Ciro Murayama y Marco Antonio Baños no quiere investigar ni verificar, quiere sancionar con efecto propagandístico. Fueron ellos los que filtraron la sanción a la prensa cercana al actual poder político. Fueron ellos los que se encargaron de reafirmar en los medios que la sanción filtrada esta muy bien sustentada bajo el amparo de la ley.
Lo que no han dicho, Córdova, Murayama y Baños, es la omisión que el INE que representan no ha multado a otros partidos que claramente utilizaron dinero de procedencia ilegal para comprar votos como en el caso reciente del Estado de México donde legitimaron el fraude de Del Mazo, o cuando los gobernadores han utilizado dinero público en sus campañas como el caso de César y Javier Duarte, Borge, los Moreira, o cuando Margarita Zavala y Jaime Rodríguez “El Bronco” no fueron capaces de comprobar la legalidad de sus firmas y sus recursos.
La imparcialidad del INE ha quedado en entredicho. Han sido omisos a un montón de anomalías electorales, fraudes, excesos, tranzas y corruptelas. Han protegido la mano que les da de comer, sin pensar que el dinero que reciben no es del Gobierno, es de los mexicanos y a los mexicanos deben lealtad.
Los consejeros del INE no son imparciales, ni congruentes. No utilizan el mismo racero para aplicar “la ley” a su conveniencia. Tampoco conocen la ética o la moral. Su comportamiento está regido por sus intereses personales y los intereses del Gobierno en turno, en este caso del PRI.
Si AMLO quiere cambiar este país, deberá empezar por reformar estas instituciones caducas, sometidas al arbitrio del amo en turno. Estos consejeros que han demostrado claramente ir contra la democracia, no deben seguir en sus puestos. A partir del 1 de diciembre serán rémoras sin patrón. Y pronto quedarán en ridículo ante otras instancias que demostrarán sus errores garrafales e intencionales. Habrá que darles las gracias por su contribución al imperio de la parcialidad. México necesita instituciones electorales limpias.
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