–Dice usted que no tiene “intereses políticos electorales”  y que no será candidata a nada. ¿Cuál es su percepción del poder y cómo se piensa relacionar con esa nueva realidad en caso de ganar?
–Que yo recuerde, no he tenido a la fecha ninguna fantasía de ser candidata a nada. Cuando estaba en la primaria fui candidata a la reina de la primavera y quedé en segundo lugar. Desde que era reportera en Puebla, varias veces me mencionaron o propusieron ser candidata a algún puesto público, y me negué. Incluso, me he enterado de que he sido incluida en encuestas [en Puebla] recientemente. No me interesa postularme a ningún cargo de elección popular. Para que quede aún más claro, extendiendo lo expresado en Minatitlán: no quiero ser candidata, nunca. La política no es lo mío. Me interesa la “Política”, con mayúscula; es decir, tener mi posición, mi juicio, abonar a una idea, a una propuesta pero no postularme. No es lo mío porque, viviendo con un político, he tenido la oportunidad de “calarme” y no paso la prueba. No tengo las aptitudes ni el temperamento para ello, para rematar.
–Las últimas “primeras damas” de México han estado marcadas por la ambición de poder y la avaricia. ¿Deme su opinión sobre las últimas tres: Martha Sahagún, Margarita Zavala y Angélica Rivera.
–Me reservo mi opinión.
–Usted apela a “la fuerza de las palabras” para construir un México en paz. ¿Qué más ofrece conquistar con las palabras?
–Ofrezco todo lo que he aprendido para dar una opinión sobre un tema; mediar en todo ámbito en que sea necesario para el entendimiento de las partes y, a la vez, colocar al lenguaje, al diálogo y a la palabra como un imperativo para la paz pública.