Los golpes bajos de algunos empresarios a los candidatos que no convienen a sus intereses personales, son una buena oportunidad para analizar quiénes son los enemigos de México.
Empecemos por el famoso Consejo Mexicano de Negocios (CMN), antes Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (le quitaron lo de “hombres”) pero aquí están sus nombres: Claudio X. González Laporte, dueño de Kimberly-Clark, Emilio Azcárraga Jean-Televisa, Gastón Azcárraga Andrade-Grupo Posadas, Alberto Baillères-Industrias Peñoles-Palacio de Hierro-Grupo Bal-GNPseguros, Antonio del Valle Ruiz-Mexichem, José Antonio “El Diablo” Fernández Carvajal-Femsa, Germán Larrea-Grupo México, María Asunción Aramburuzabala-Tresalia, Dionisio Garza Medina-Alfa, Enrique Robinson Bours Almada-Bachoco, Roberto Hernández-Banamex-Accival, Juan Sánchez Navarro Peón-Grupo Modelo, Adrián Sada González-Vitro, Carlos Slim Helú-Carso Global Telecom, Roberto Servitje Sendra-Bimbo, Federico Terrazas-Cementos de Chihuahua, Agustín Franco Macías-Grupo Infra, Ricardo Martín Bringas-Soriana y Blanca Treviño-Softtek.
Estos ilustres empresarios y empresaria, forman parte del selecto grupo que no quiere el cambio para México, el grupo que prefiere sostener sus multimillonarias ganancias a base de un sistema de explotación laboral que les ha permitido perpetrarse en los más ricos de México y el mundo.
No es de extrañar su prosperidad, a 80 pesos la hora, pagando salarios de hambre a 90 dólares mensuales, cualquiera se hace rico o mejor dicho, multimillonario. Es lógico que se resistan con todo su poder al cambio, que desprecien la posibilidad de mejorar la vida de los mexicanos.
La pregunta surge de manera inmediata: ¿por qué combaten a Andrés Manuel López Obrador en particular? ¿Por qué han invertido su dinero, tiempo y poder, en apoyar el fraude electoral con tal de que el tabasqueño no se siente en la Silla del Águila?
Muy sencillo, porque saben que perderán los privilegios que les han permitido enriquecerse. Y porque siempre han vivido al amparo, primero del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Carlos Salinas de Gortari y luego del Partido Acción Nacional (PAN).
Ellos son los más grandes evasores de impuestos. Representan el 1% de los mexicanos que concentran casi un tercio de la riqueza del país, es decir, son ellos y sus cuates lo que concentran el 28 por ciento de la riqueza de México. El incremento de sus ostentosas fortunas no ha dejado de crecer con el PRIAN, aumentó cuatro puntos porcentuales más que la riqueza que tenían en el año 2000.
Su enriquecimiento es a costa de los trabajadores mexicanos y también de los consumidores. Todos han incrementado estratosfericamente sus riquezas bajo el cobijo del poder político. Todos han aumentado su patrimonio y el de sus 20 generaciones siguientes, gracias a sus inversiones en las privatizaciones o en contratos regulados por el Estado (telecomunicaciones, banca comercial, minería, hidrocarburos, educación, etcétera).
Ellos son los asiduos ricachones en la ilustre lista de multimillonarios de Forbes. Los cuatro más ricos son: Carlos Slim (55.5 mil millones de dólares), beneficiario de la privatización de Teléfonos de México por su amigo y socio Salinas de Gortari, y quien obviamente tiene miedo que le quiten su gran negocio del nuevo aeropuerto, Germán Larrea, director del Grupo México, depredador que ha destruido grandes territorios del país con su empresa, la minera más grande del país (13.8 mil millones de dólares) Alberto Baillères, fundador de GNP seguros, dueño de Palacio de Hierro, Grupo Peñoles y Grupo Bal (10.8 mil millones de dólares) y María Asunción Aramburuzabala, fundadora del fondo de inversión Tresalia (5.8 millones de dólares).
Cuando analizas sus inmensas fortunas, la cantidad ostentosa de su patrimonio, la manera en que aseguran a 10, 15 o 20 generaciones, la forma en la que acumulan riqueza sin medida, uno piensa, ¿de qué les sirve tanto dinero? Seguramente, cuando mueran se van ir sin nada, como todos. ¿Por qué no se atienden profesionalmente su enfermedad acumuladora de dinero?.
Pero analicemos a estos ilustres mezquinos. Empecemos por el presidente del CMN, Alejandro Ramírez Magaña, quien ocupa la posición 49 de los 100 empresarios más ricos. Es el dueño de Cinépolis, la cadena de salas de cine más grande de México, beneficiado por sus inmensos negocios al amparo del poder político. En 2015, siendo secretario técnico del gabinete de Desarrollo Humano en la Secretaría de Desarrollo Social, fundó Mexicanos Primero, esa misma “asociación” sin animo de lucro que se dedica a intoxicar la contienda electoral. Sus intereses particulares están centrados en la reforma educativa y por consiguiente en la privatización de la educación que ya está dejando multimillonarias ganancias a los beneficiarios.
Sigamos con, “El Diablo Fernández”, ya sabrán por qué le dicen así. Nota aparte: en Monterrey, no hay capitanas de empresa, los dueños de los grandes conglomerados como Cervecería Cuauhtémoc, prefieren con su misoginia y machismo, otorgarles el poder a sus yernos, algunos de ellos, astutos hombres que han dado lo que se llama “¡el braguetazo!”, como es el caso que nos ocupa. Pues bien, El Diablo, es uno de los grandes ganones de la infame reforma energética de Peña Nieto que nos tiene a 20 pesos el litro de gasolina. Femsa, opera 335 estaciones de servicio con su marca Oxxo Gas y quiere sumar 50 gasolineras cada año a su abultado portafolio. El Diablo Fernández, es el dueño de la cantina más grande de Monterrey, el estadio de los Rayados, es dueño también del equipo y para ello destruyó el bosque La Pastora para construir su cantina, en un terreno de 26 hectáreas, que el priista Rodrigo Medina le otorgó en comodato, es decir, es dueño, del equipo, la cantina y la cerveza. ¡Negocio redondo!.
Y así podríamos seguir detallando la estrategia de negocios de estos honorables señores y señoras con el apoyo de los gobiernos del PRIAN, pero necesitaríamos 20 páginas más para contar sus torcidos caminos en la carrera por hacerse ricos a la Bill Gates, sin repartir riqueza. Una estrategia que los ha enriquecido a manos llenas, sin control, sin medida, de forma obscena y que ha convertido a México en el país, con los peores salarios de América Latina. Una estrategia que ha producido 60 millones de pobres. Una estrategia que genera 28 millones de pobres alimenticios.
Por favor, aprendamos a diferencias a los verdaderos empresarios, esos que ya no soportan el actual sistema de explotación porque saben que también les perjudica e identifiquemos a los hambreadores depredadores, a la hora de señalar a los enemigos de México y su desarrollo. Y digámosles en su cara: …. “¡Así no, hambreadores!”
A partir de esta diferencia, decidamos nuestro voto.
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