N
unca Brasil estuvo tan pendiente del destino de una persona, como Brasil ahora está pendiente del destino de Lula. Para que se tenga una idea de cómo el tema Lula invade todos los espacios de los medios, en el día en que el Supremo Tribunal Federal votó en favor de Lula, el Jornal Nacional, el principal noticiario de Tv Globo –que estaba preparado para una resolución en contra de Lula–, dedicó sus primeros 34 minutos para la cobertura de la decision del STF.
La derecha divergía en apuntar las fechas de la prisión de Lula, mientras todos los editoriales de los medios tradicionales propugnaban por la prisión del ex presidente. La derecha había logrado desplazar la centralidad de la reivindicación de Lula de ser candidato a presidente, para el tema de la prisión de Lula, tema sobre el cual se deleitaban prematuramente imaginando las escenas pirotécnicas preparadas por los medios de comunicación para la eventual prisión de Lula.
Lo cierto es que los destinos de Lula son los más extremos posibles, conforme sea quien lo pronostique. Van desde el Nobel de la Paz, pasando por la elección a la Presidencia de Brasil, yendo hasta la condenación y la prisión por un largo tempo. Conforme se dé uno u otro, se dará el futuro de Brasil en una u otra dirección.
En la caravana de Lula al sur de Brasil, los ánimos se han intensificado. La derecha estaba preparada para el rechazo al habeas corpus solicitado por la defensa de Lula. Conforme la primera votación fue favorable al ex presidente, la derecha radicalizó sus formas de acción.
La caravana al sur fue la que ha transitado por la región más conservadora del país. En Río Grande do Sul y en Santa Catarina se han aliado los militantes de Bolsonaro con los ruralistas de la zona. Éstos han utilizado sus tractores y sus camiones para bloquear carreteras, buscando con ello impedir el avance de los tres autobuses de la caravana.
Sólo lo han logrado en una ciudad, donde habían ocupado las rotondas de ingreso a la localidad e intentos de desbloquear esos lugares implicaría un enfrentamiento violento, incluso porque no se puede contar con los efectivos de la policía. En todas las otras decenas de localidades –entre ciudades, asentamientos del MST–, siempre se ha logrado ingresar y hacer actos con Lula.
Grupos organizados tiraban piedras y huevos al paso de los tres autobuses de la caravana, pero no más que ello. Lula ha hecho docenas de actos en las capitales de las tres provincias, pero sobre todo en el interior, con pequeños productores de la economía familiar, con trabajadores de los asentamientos de los sin tierras, con rectores de universidades públicas, con estudiantes de las escuelas públicas.
Es la cuarta caravana de Lula. La primera recorrió las nueve provincias del nordeste de Brasil, la región que más cambios ha vivido durante los gobiernos del PT, porque siempre fue la localidad más pobre y abandonada del país, donde los candidatos del PT siempre han tenido más de 70 por ciento de los votos.
La segunda se dio en Minas Gerais, provincia donde Dilma Rousseff también triunfó. La tercera, por Río de Janeiro. La cuarta es ésta por el sur de Brasil. Lula pretende recorrer todavía la región norte y la centro-oeste.
Frente al éxito de las caravanas, la derecha se concentraba en la posibilidad de prisión de Lula o de alguna condena que le imposibilitara seguir circulando por el país. Los medios ya aceptan que no habrá prisión de Lula. Se concentran ahora en los intentos de su exclusión de la campaña electoral, aun sabiendo que Lula siempre será el gran elector y, conforme indican las encuestas, el candidato que Lula indique estará seguro en la segunda vuelta y sigue siendo favorito para ganar.
El voto favorable a Lula en el Supremo Tribunal Electoral rompió lo que se llamaba de Consenso de Curitiba, por el cual el conjunto del Poder Judicial actuaba unánimemente en la persecución a Lula. Se fortalece entonces la posibilidad de que el ex presidente sea candidato. Se abren seis o siete meses decisivos para el futuro de Brasil, con efectos sobre el conjunto de la región.
Habiendo participado en las cuatro caravanas de Lula, pude certificar el poder de movilización y de convencimiento que el ex mandatario y su discurso tiene. Al final del acto en Chapeco, cuando los grupos de derecha hacían amenazas en contra de la caravana, Lula invitó al pueblo a acompañarlo hasta el hotel. Fue de las escenas más emocionantes ver a Lula conducido, literalmente, en los brazos del pueblo al hotel.
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