P
arece muy difícil definir en México quiénes son liberales y quiénes son conservadores. Nadie se reconoce a sí mismo como conservador. Jesús Silva-Herzog Márquez escribió un artículo sorprendente. Empieza por reconocer cambios positivos en la trayectoria reciente de Andrés Manuel López Obrador para luego a la mitad de artículo, como si se arrepintiera, cambia el curso y declara que AMLO ha pasado de ser sectario, intolerante y grosero a ser un oportunista, a traicionar a su partido al permitir que se incorporen personajes de todas las cataduras y corrientes. Afirma que carece de nervio ideológico y que hace una política priísta. El artículo de Silva-Herzog (que no tiene la coherencia que acostumbra) no trata sobre el liberalismo, pero desató una curiosa polémica sobre ese tema que se extinguió rápido.
El movimiento de AMLO reconoce una raigambre en el liberalismo de Juárez y en su vocación laica, republicana y democrática. El liberalismo con una clara propuesta de cambio social y nacionalismo, reverdeció en la Revolución Mexicana y se mantuvo en la retórica hasta principios de los años ochenta del siglo pasado. AMLO cree que los partidos históricos continúan en pugna, se considera a sí mismo un liberal. Algunos escritores lo critican por no ser abiertamente favorable a los derechos de los homosexuales o a la libertad de las mujeres sobre su cuerpo, pero la realidad es que acepta y respeta esas luchas.
En cuanto al liberalismo económico, AMLO propone una versión más moderna y progresista. Reconoce la economía de mercado y la libre competencia y considera que la empresa privada es el motor del desarrollo, pero postula que el gobierno debe jugar un papel activo y creativo en la dirección de la economía para que ésta logre eficacia, justicia y sustentabilidad. El neoliberalismo surgió en los años treinta del siglo pasado en lucha a muerte contra el Estado social. Llegó al poder al principio de los ochenta y se impuso al trasladar el poder del Estado a los grandes grupos financieros, se cancelaron derechos sociales, se recortaron o congelaron salarios y pensiones. Se hizo una reforma fiscal a favor de los ricos y se restringió severamente la democracia al favorecer la rapiña, la corrupción y el consumismo depredador. La versión mexicana del neoliberalismo ha llevado a la nación a un múltiple desastre.
El programa de AMLO tiene implícitas varias tareas: redistribuir la riqueza en forma equitativa, crear un estado de bienestar, desarrollar una gran infraestructura, estimular la investigación científica y estabilizar la macroeconomía. No sólo busca la justicia social y el crecimiento, sino se propone completar la larguísima transición de México a la democracia.
Twitter: @ortizpinchetti
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