lunes, 1 de enero de 2018

La crisis de México antaño y hogaño .- José Agustín Ortiz Pinchetti

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E
n los años cincuenta, el México de la elite vivía casi en el paraíso. Lo presidía una familia revolucionaria que a Salvador Novo le divertía concebir como: una familia real y reinante, cuyo escudo de armas ostenta una 45 y un garrote electoral. Lo político ejercitaba una fabulosa inercia. Novo dijo al final del periodo presidencial de Adolfo Ruiz Cortines: Como que nos da muchísima pereza la política, como que estamos muy contentos así como estamos y nos importa poco lo que venga. Y se preguntaba: ¿No será equilibrio el aparente letargo? ¿Por qué no le importa al hombre común la política? Pensaba que después de la lucha armada México había crecido como civilización y que se habían atenuado las diferencias de clase. La prosperidad general desvanecía odios, desactivaba las causas del resentimiento, hacía sonar hueca, caduca y mezquina a la oposición.
Frente a esta apología del conformismo, Daniel Cosío Villegas había escrito un ensayo publicado a finales de 1946, pero enteramente vigente, penetrante y certero en las décadas siguientes: México viene padeciendo hace algunos años una crisis que se agrava día con día; pero como en los casos de enfermedad mortal, nadie de la familia habla del asunto, o lo hace con un optimismo trágicamente irreal. La crisis proviene de que las metas de la revolución se han agotado, al grado de que el término de revolución mismo carece ya de sentido. Y, como de costumbre, los grupos políticos oficiales continúan obrando guiados por los fines más inmediatos, sin que a nadie parezca importarle el destino lejano del país.
Por desgracia Cosío tenía razón, nadie escuchó su voz y menos que nadie los políticos. Aunque éstos no se dieran por aludidos, la crisis de México como fenómeno social y político determinó sus trayectorias y sus biografías. La crisis erosionó los cimientos del régimen y se extendió lentamente como una grieta cada vez más profunda. Los gobiernos fueron cada vez más ineficaces, padecimos en 50 años 10 gobiernos fallidos, hasta llegar al día de hoy, al peor de todos con un deterioro que abarca todas las áreas de la vida nacional, al punto que, para muchos, ya no tenemos remedio. Por fortuna yo creo que los pesimistas están equivocados y México podrá iniciar un renacimiento que le permita superar su crisis histórica.
Twitter: @ortizpinchetti

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