martes, 5 de diciembre de 2017

De independientes, “no priístas” y neozapatistas de otra galaxia

Es probable que esté equivocado. Lo pensé por primera vez cuando un priísta me preguntó, hace un par de semanas, que si le daría mi firma a María de Jesús Patricio Martínez, mejor conocida como Marichuy. Mi conocido en seguida arguyó que sería justo que en este país una indígena apareciera en la boleta electoral. Esgrimió otros argumentos, sobre todo, referentes a la democracia y al derecho de todos para postularse a la Presidencia; incluso mencionó que él le daría su firma.
Manuel López Obrador

Además apeló a mi proclividad electoral hacia Andrés Manuel López Obrador, para que en consonancia con mi deseo democratizador del país y de la igualdad entre todos, ayudara para que la candidata lanzada por el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) logre ser candidata presidencial en el año 2018. Entonces pensé que un comentario de tal índole, de parte de un priísta recalcitrante, podía significar una especie de cargada de las bases más duras del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para lograr el posicionamiento electoral de Marichuy con toda la intención de diezmar el voto que, sin ella en la boleta, no tendría más receptor que López Obrador. Pero ese comentario, único en aquel momento y bastante sarcástico, desalentó en mí tal suposición.
Dejé de creer en la improbabilidad de que los priístas vieran en Marichuy no a una antagonista, no a una enemiga electoral, sino a una aliada en la batalla en las urnas cuando otro priísta me comentó algo similar a lo que me dijo el primero, y no fueron los únicos. Lo anterior en la antesala de una contienda electoral que hasta el momento parece que será entre el candidato del PRI y el del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) –ante los débiles candidatos “independientes” y el que llegara a ser elegido por el dudoso Frente Ciudadano por México–. Más cuando en casi todas las encuestas Andrés Manuel está muy por arriba en las preferencias electorales (aunque deben estar ya elaborándose encuestas que de la nada van a proyectar al recién destapado José Antonio Meade hacia una posición muy similar al candidato de Morena, que sin duda será AMLO, y en breve superior a la de éste).
Si para los partidarios del PRI la candidata indígena refleja todo lo contrario a lo que aspiran, para los votantes identificados con el Partido Acción Nacional (PAN) su valoración de Marichuy no debe ser distinta, incluso deben percibirla de manera más negativa; por lo que es posible que también la consideren un instrumento que le restará votos a López Obrador, en caso de que el candidato del Frente, para nada ciudadano, sea elegido de las huestes panistas. De algunos panistas he recibido comentarios, cuando menos burlones, sobre si coincido con la izquierda mejor debería apoyar a Marichuy antes que a López Obrador. Lo anterior cobra sentido si se es consciente de que muchos de los panistas que no se identifican con Meade, siempre cercano al PAN, deben estar soñando con la victoria del elegido por el desnivelado Frente; pero en el caso de que ningún candidato de origen declarado panista tenga posibilidades de ganar la presidencial, sin duda para la gran mayoría de los azules Meade sería siempre preferido antes que López Obrador.
Ahora bien, ¿cuál puede ser la respuesta del electorado no indígena de tendencia izquierdista que no esté del todo de acuerdo con Morena? De aquellos que estén hartos como muchos mexicanos de la ineficacia de los partidos políticos, pues puede ser la elección de Marichuy. Más allá de lo significativo y trascendente de que una indígena contienda por la Presidencia, e incluso cuando ella es políticamente emanada desde el EZLN, por más que se hable de concejos indígenas, grupo armado y pensante de altos vuelos políticos que antes dijo que se mantendría ajeno a la política electoral. Es posible que panistas, pero sobre todo priístas, vean ya como muchos de los que creemos que la mejor opción para cambiar el rumbo del país es Morena, que la candidata del EZLN sólo disminuirá la votación por López Obrador y le dará más posibilidades de triunfo al candidato del PRI, personaje que no es para nada distante del PAN. Es incluso posible que desde las altas esferas del PRIAN haya línea a sus votantes duros para que le den su firma a la candidata indígena. Puede parecer un planteamiento descabellado, pero viniendo del PRI todo es posible.
Considero que el lanzamiento de Marichuy al menos puede tener varias lecturas, y una de éstas es que los neozapatistas aspiran a no ganar la Presidencia y a mantener las cosas como están para prolongar su bregar “fuera” del sistema y a contracorriente de todo. Aunque puede ser que sus intenciones sean a otro nivel político que no comprendo. Lamentablemente esto sucede en un momento en el que el seguro candidato de Morena está tan bien posicionado, si no por su trayectoria y carisma, sí por el gran descontento entre la población como consecuencia del nefasto desempeño de las anteriores administraciones federales panistas y la actual priísta, así como las desgracias gubernamentales en casi todos los estados de la república, de los partidos que sean. México es un caos, un territorio de barbarie, un manantial de corrupción en la función pública, un cementerio nutrido por defunciones por causas no naturales; y es precisamente ahora cuando los neo-zapatistas se integran al juego electoral en un circo de más de tres pistas en donde los ilusionistas de pasamontañas arrancarán aplausos y votos a su público de base y a sus feligreses, repercutirán palabras en los intelectuales de pose guerrillera y antisistémica; varios de los cuales se integraron ya al Frente Ciudadano, politólogos y poetas, más otros que han hecho crónica aduladora a la indígena destapada por el EZLN. Y encontrará cobijo su política de otra galaxia en minorías, en grupos de recalcitrantes feministas –por aquello de que es mujer la ungida en la sierra–, y en ilusos izquierdistas que votarán por ella creyéndose los más rebeldes aunque sean los más urbanos. Parece muy lejana la posibilidad de coincidencia de las múltiples y desbalagadas cabezas que desde algún ángulo miran hacia la izquierda.
Roberto E Galindo*

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