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Jorge Gómez Naredo (@jgnaredo)
En este país hay periodistas serios, valientes, que miran, analizan, encuentran historias, las narran y las explican. Hay periodistas que tienen compromiso social, que informan, que hacen que la gente comprenda, que piense, que saque conjeturas. Son periodistas dignos, hay muchos, y muchos de ellos viven en la precariedad constante, sempiterna: el hacer periodismo les significa la casi pobreza.
Hay también periodistas, o que se dicen periodistas, que son cobardes, que son manejables, que se venden al mejor postor. Inventan, editorializan no para que la gente comprenda, sino para manipular y recibir unos centavos, o unos millones de pesos. Son periodistas que viven en la opulencia, que manejan autos de lujos y hasta yates. Son periodistas que no deberían llamarse así.
Y debajo de esos periodistas cínicos, hipócritas y corruptos, está Callo de Hacha.
Callo de Hacha es alguien se dice “comunicador”, pero que en realidad no lo es. Es un presentador de noticias. Él se presenta como “polemista”, pero sus argumentos son tan carentes de inteligencia…
Claro, vía agredir a los enemigos del régimen, Callo de Hacha se hizo ya de un programa de radio en Radio Fórmula. Desde ahí, tiene micrófonos más amplios para agredir, para insultar, para manipular, siempre beneficiando a los poderosos de este país (y eso es así, aunque no lo parezca).
Jorge Roberto Avilés Vázquez, conocido como Callo de Hacha, es uno de los grandes riesgos que tienen las redes sociales: fue creciendo poco a poco en distintas plataformas como YouTube, Twitter y Facebook, y hoy es un personaje que está ahí. Con un discurso de “yo digo la verdad”, lleno de insultos y de lugares comunes, fue haciéndose de seguidores. Hoy es una “celebridad” en redes sociales y sí, sus palabras, tienen impacto.
Pero Callo de Hacha no es natural, no es una persona que, enojada, tomó un micrófono y comenzó a decir lo que pensaba. No, Callo de Hacha es un invento, uno de muchos que existen en redes sociales, que tiene la intención, aunque a veces no lo parezca, de desprestigiar a los enemigos del régimen.
Va con bandera de “crítico”, pero todos sus argumentos (si a lo que dice le podríamos llamar argumentos), están enfocados a establecer esa “mentira” que tanto agrada a los poderosos: todos los políticos son lo mismo. Dicha idea es muy “cliquera”, pero en realidad, a quien beneficia, es al establishment, a la clase política corrupta.
Pensar que todos son iguales no desprestigia a los cínicos y ladrones que gobiernan, sino a quienes, desde fuera, pretenden ocupar espacios de decisión para cambiar el estado actual del país. Por ello, pensar que “todos son iguales”, no desprestigia a los desprestigiados, sino que ataca a los que buscan hacer algo para transformar a México.
Callo de Hacha es funcional al sistema, y sus parloteos en redes sociales y recientemente en Radio Fórmula, agradan tanto a los que se sienten dueños del país.
Pero queda claro algo: Callo de Hacha no es periodista y sí un manipulador. Y está, entre los cínicos e hipócritas y corruptos, en el lugar más bajo.
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