http://indicepolitico.com Paula Roca
Como no lo van a correr de Oaxaca, señor Presidente. Fue muy tarde para usted demostrar su sentido de humanidad. ¿Lo ha perdido? Quizá por tanto acto que, lo voy a recordar –aunque digan que los mexicanos no tenemos memoria–, lo ha mantenido insensible. Sensibilidad, creo, es lo que les falta a los políticos mexicanos.
Desde que sucedió los normalistas, aquel 26 de septiembre de hace ya casi cuatro años, aquella fecha que pasó a la historia de México y del mundo, cuando las noticias giraban alrededor de los 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa, se le vio insensible. Lo que sí fue un golpe fuerte y un dolor profundo es la forma en cómo su indiferencia no vio el fondo de las consecuencias. Usted se tardó mucho en dar el pésame. Recuerdo bien a un tuitero que le recordó que, cuando murió Chespirito. usted sólo tardó 10 segundos en manifestar su dolor por la pérdida, mientras que a los familiares de los 43 tardó varios días en presentar sus condolencias.
La gente esperaba que su representante se involucrara más, que fuera con las familias al lugar de los hechos, que investigara lo sucedido ante aquel acto que era de grandes dimensiones, comparable con actos nazis. Sin embargo, usted dejó que en Guerrero siguiera actuando la ley del más fuerte.
Como le digo, no es la forma, es el fondo. El irse a China con La Gaviota que cargaba hasta con maquillista, mientras aquí la gente lloraba a sus hijos o padres incinerados en algún lado de las montañas de Guerrero, sin zapatos y dinero. Esa indiferencia le costó que el pueblo y su gente estuviera resentida.
El caso Tlataya, donde las versiones de la PGR y CNDH sobre lo que sucedió el pasado 30 de junio en una bodega en el municipio de Tlatlaya, Estado de México, no coinciden. Según la Procuraduría General de la República, elementos del Ejército ejecutaron a ocho de los 22 fallecidos esa madrugada. La Comisión Nacional de Derechos Humanos asegura que fueron 15. Ese tipo de errores son imperdonables, y más cuando se habla de seres humanos.
Quizá le tocó ser Presidente en un sexenio donde los tres poderes necesitaban actualizarse porque ninguno le sirve ya a una ciudadanía.
Quizá le tocó ser Presidente en un sexenio donde los tres poderes necesitaban actualizarse porque ninguno le sirve ya a una ciudadanía.
Las redes sociales son un termómetro donde se podría usted haber dado cuenta de que siempre hubo un descontento que, al parecer, usted no ve en el mundo de Peñalandia.
Lo único que le puedo decir que hizo bien, fue su campaña antes de las elecciones, esa imagen de acercamiento con la gente en cada región del país fue verdaderamente espectacular. Iniciar cada de sus mítines en los pódiums donde La Gaviota, abría escenario para convencer que usted era la opción de México, fue una estrategia de mercadotecnia inigualable.
Los errores, la corrupción y el desgaste siguieron; todo su equipo trataba de tapar todos sus errores y agotaban recursos para tapar bocas. Siempre objeto de burlas de errores y equivocaciones memorables que hasta el más mínimo calcetín lo hacían ver como un mandatario Goofy.
Nunca había visto tanta pobreza disfrazada de glamur con trajes que lo vestían a usted y vestidos de diseñador luciendo a su afamada esposa.
Nunca había visto tanta pobreza disfrazada de glamur con trajes que lo vestían a usted y vestidos de diseñador luciendo a su afamada esposa.
Cuando camino por diferentes lugares de la Ciudad de México, veo casas que se están desmoronando por falta de recursos, de familias que, para arreglar un muro o una ventana en las diferentes delegaciones, necesitarían sacrificar un sueldo que solo alcanza para comida.
Todos menos usted nos dimos cuenta que la famosa “Casa Blanca” fue una gran cachetada que hizo enojar a muchas personas a las que su ingreso no llega a cubrir ni siquiera la cuota de la despensa básica. ¡Ah!, perdón, se me olvidaba que usted tampoco sabe de eso porque “no es la señora de la casa”.
Y ahora después de cinco años de gestión aparece un temblor que sacudió a los estados más vulnerables de México. Y usted va quizá para levantar el honor priista por los aires de victoria que desean otra vez tener en la silla presidencial. Pero se topó con pared al salir de su país, Peñalandia, para acudir al verdadero México, en el que sí existe pobreza.
Acudir a una de las zonas devastadas que están dentro del México real donde la crisis no está en la cabeza, está en el corazón de un pueblo resentido. Donde los eventos y aplausos no deberían de haber sido el timón de su gobierno sino el postre del mismo y la sobremesa, después de un trabajo arduo por sacar a México adelante en las necesidades urgentes como son educación, inseguridad y crecimiento económico, hay más que usted sabe, pero si las menciono me tardaría mucho en desmenuzarle a usted todos los hilos de corrupción que hacen mal en nuestro país.
Al parecer usted sobrepasó aquella película mexicana llamada “La Sombra del Caudillo”, película que fue dirigida por Julio Bracho, basada en la novela homónima del escritor Martín Luis Guzmán, filmada en 1960. Treinta años estuvo prohibida en nuestro país, pero todo el mundo la vio. Así regresamos en su gobierno, a esa época donde se callaban voces y se sobrepasaban los alardes políticos y de poder. En esta película la frase de “No sería yo si no el pueblo”, me recuerda cuando se puso de manteles largos para recibir al enemigo del norte en casa, expresando en el noticiero de la noche que usted protege a los mexicanos y que no se iba a pagar por el muro, pareciera que ahora podría alguien hacer una segunda parte pero esta vez llamada “La sombra del Mirreynato”.
Enardeció esto a todos que, en nuestra representación, nos puso a todos como un país sin orgullo. Usted le estrechó la mano al que nos llamó violadores y criminales. Que nuestro presidente todavía le estrechara la mano y tuviera una reunión privada, nos enardeció. Además, usted sostuvo en el noticiero de Denisse Maerker que lo que hizo fue por el bien y por salvaguardar la integridad de los mexicanos. No sé a qué se refería con eso.
Se debe de tener la piel muy gruesa o algún tipo de repelente para que no le afecte tanto grito, de “asesino”, “ratero” “culero” “Fuera Peña”. etc. Ya que desde que era gobernador y con aquel “caso Paulette”, se ve que usted no siente la afección de la gente. Que fácil le daba carpetazo a todos los problemas que se salían de control, esa era una prueba evidente del mal gobierno que íbamos a vivir.
Ojalá que esa mercadotecnia nata adquirida la hubiera usado para dar un verdadero y real Grito de Independencia y no uno lleno de entre sombras marcadas, ya no por un caudillo, si no por un mirrey.
Es una pena decirle que cada integrante de mi familia tiene un calendario en casa donde ya tachan los días para que se acabe su mirreynato. Eso y no una Presidencia es lo que ejerce usted.
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