viernes, 8 de septiembre de 2017

Falso frente ciudadano

Los dirigentes de MC, Dante Delgado; del PRD, Alejandra Barrales; y del PAN, Ricardo Anaya. Foto: @PRDMexico
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El nuevo Frente Ciudadano por México integrado por el PAN, el PRD y MC es falso porque no es una formación ciudadana, si por esta acepción se entiende una participación más o menos espontánea y abierta, en forma de movimiento sin estructura jerarquizada. En este nuevo frente sólo participan partidos políticos, es decir, todo lo contrario a lo que se entiende por algo de carácter ciudadano.
Los políticos profesionales, como los que han creado el nuevo Frente, son ciudadanos y ciudadanas, naturalmente, pero su forma de ser y actuar no corresponde a la manera como se comportan las corrientes ciudadanas.
Mas la falsedad del acuerdo de colaboración y acción conjunta entre esos tres partidos va más lejos. Se habla de un nuevo “sistema político (que) debe construirse, no en función de partidos o candidatos, sino a partir de un proyecto de país…” y bajo una “gobernanza ciudadana.” Sin embargo, se promete formar un “gobierno de coalición del Ejecutivo Federal (sic) al amparo del artículo 89 Constitucional”, pero este precepto señala que, de haberlo, el gobierno de coalición se integraría “con uno (sic) o varios de los partidos políticos representados en el Congreso de la Unión”. ¿Dónde quedaron los “ciudadanos”?
Para seguir en el engaño, al flamante Frente no le importa caer en contradicciones. Se propone “establecer la democracia interna y garantizar la representatividad ciudadana en los partidos políticos para que actúen con responsabilidad y asuman el rol de facilitadores, de instrumentos para que los ciudadanos construyan, promuevan y guíen el cambio de régimen que necesita el país”. O sea, la “nueva” democracia de los partidos ha de servir para que los ciudadanos ingresen a ellos y se conviertan en militantes que, desde su nuevo partido, construyan otro régimen político que no sea de partidos. Si la base del cambio van a ser los “ciudadanos”, pero como integrantes de los partidos, volvemos a lo mismo. Al final, no se está planteando nada.
En esa misma línea de contradicciones, el frente panista-perredista dice buscar “la conformación y consolidación de un nuevo régimen, cuya base sea el empoderamiento ciudadano”. Sin embargo, no se plantean nuevos derechos ciudadanos, tales como crear un recurso popular para objetar leyes y actos de autoridad directamente ante un tribunal constitucional; hacer efectivo el derecho a la consulta popular (recién violado y desconocido) extendiéndolo a todos los niveles políticos del país; la obligatoriedad del plebiscito para tomar ciertas decisiones importantes, entre otros. En el centro de una democracia nueva tendría que estar la construcción de ciudadanía, pero ésa sólo será posible con nuevos derechos políticos. Pero el Frente se enreda en su propia retórica, que no oculta sino realza su pobreza programática.
Como no se planean nuevos derechos, los frentistas entienden “la participación ciudadana” como el ejercicio de las actuales libertades, con el fin de que los ciudadanos “incidan en todos los niveles, procesos y decisiones de gobierno”. Este es el sobado planteamiento abstracto de que los ciudadanos lleguen a “incidir” en el gobierno a través de la libre manifestación de las ideas y el voto, pero ya no estamos en el siglo XIX. De lo que ahora se trata es de que, además, los ciudadanos empiecen a tomar directamente decisiones que hasta hoy han sido reservadas a los gobernantes.
Para culminar su plataforma programática, el falsificado Frente Ciudadano nos plantea la manera en que piensa repartirse el Ejecutivo. Veamos aquí en concreto la proclamada participación ciudadana: “el titular de la Secretaría de Gobernación asumirá, además, la función de líder de gabinete y será propuesto por fuerzas políticas distintas a la del presidente de la República, garantizando la pluralidad indispensable para la puesta en marcha del nuevo régimen”. Con esto se entiende que el “nuevo régimen” son ellos, los líderes frentistas. Al PAN le correspondería la presidencia y el PRD nombraría al secretario de Gobernación (jefe de la policía) como “líder de gabinete”. Pero, a propósito, ¿cuál gabinete? Ése no existe en la Constitución.
Es tan lo mismo el planteamiento del Frente Ciudadano que ni siquiera incluye la creación de un Consejo de Gobierno con facultades constitucionales definidas, a partir de actuales funciones del presidente de la República, es decir, la conversión del Ejecutivo en algo mucho menos personal y con un órgano colegiado, lo que podría hacer real la existencia de un gobierno de coalición, pues ahora éste no es más que una frase suelta en el texto de la Carta Magna de la que se quiere colgar el nuevo Frente ante la falta de propuestas propias.
El documento firmado es un programa electoral aunque carece legalmente de ese significado. Es el anticipo de lo que podría ser una coalición de tres partidos. Acción Nacional ya se ubica desde ahora al frente de la operación.
Dicen los firmantes en referencia a la situación previa al arribo del actual gobierno: “ayer tuvimos la democracia frente a nosotros y la dejamos ir.” Y agregan: “proponemos reanudar juntos la transformación democrática”. Nadie hubiera creído hace unos años que los administradores del PRD llegaran a suscribir la tesis de que, con los sucesivos gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, habíamos entrado en la transformación democrática que luego “dejamos ir”, la cual, ahora, hay que “reanudar juntos”. ¿Para llegar a lo mismo? ¿No fueron suficientes aquellos fracasos? ¿Quieren más? Así es, por lo visto.
Por más que el nuevo Frente presenta su discurso como algo nuevo, lo que logra es morderse la cola, perseguirse a sí mismo, en simetría con lo que finalmente es: un conjunto de políticos conservadores.

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