N
inguna institución resultómás dañada en el sucio proceso del estado de México que los institutos electorales encargados de la organización y supervisión de los comicios. Es difícil encontrar a alguien que defienda al INE. El instituto, con sus instalaciones monumentales y su costosa operación, estuvo por debajo de lo que se esperaba de él. No utilizó las facultades que le otorga la ley y las que el mismo se concedió. Las prácticas ilícitas resultaron obvias para todos. Los observadores nacionales e internacionales y los reporteros constataron el uso de programas sociales, coacción y compra del voto, presión sobre el electorado, intimidación y un sinnúmero de actos que generaron inequidad y parcialidad. El INE no cumplió con su obligación de promover el voto, ni de capacitar adecuadamente a los funcionarios. Los miembros del Consejo General declararon estar satisfechos con el resultado de los comicios y negaron el fraude.
¿Qué esta fallado en el INE? Para empezar, siguen en la lógica del viejo IFE. No han entendido que hoy es una institución nacional, que tiene responsabilidades en todos los comicios mucho más amplias que en el viejo instituto dedicado exclusivamente a lo federal. Creo que lo peor es la dependencia de los consejeros con los partidos que los designaron; el sistema para su elección y designación, es absurdo, es como si los litigantes integraran el tribunal que va a juzgar el caso. El Consejo General del INE se integra por altos burócratas sin valentía, sin capacidad de iniciativa, preocupados por mantenerse en sus puestos que miran a otros nombramientos futuros. Resultan incapaces para denunciar irregularidades.
¿Qué puede hacerse? En 1994, ante el inminente
choque de trenesde una elección que se temía muy conflictiva, se decidió con la anuencia de todos los partidos renovar al Consejo General, eligiendo a personas independientes sin vinculación partidista y con ello el consejo cumplió con su tarea y las elecciones pudieron fluir. Es demasiado tarde para una reforma a la ley secundaria, pero sí hay acuerdo puede hacerse una reforma constitucional que permita el nombramiento de nuevos consejeros y directivos en los puestos clave, hoy dominados por priístas y elbistas.
El papel del INE es de árbitro, es mentira que los mejores árbitros son los que no se notan: los peores árbitros son los que se ocultan, los que no dan la cara y no asumen responsabilidades. El conflicto electoral de 2018 es, por mucho, más peligroso para la estabilidad del país que todas las demás coyunturas. Llegar a las elecciones con un INE poderoso según la ley, e impotente según la práctica, es de altísimo riesgo.
Twitter: @ortizpinchetti
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