Precisa la relación a seguir con EU y el papel del Ejército en materia de seguridad
Asisten ex perredistas, priístas, panistas, actores, actrices y empresarios
Asistentes a la firma del Acuerdo Político por la Unidad, la Prosperidad y el Renacimiento de México, acto convocado por Andrés Manuel López ObradorFoto Cristina Rodríguez
El templete en el Monumento a la RevoluciónFoto Luis Humberto González
Alonso Urrutia
Periódico La Jornada
Lunes 10 de abril de 2017, p. 3
Lunes 10 de abril de 2017, p. 3
Ante las expresiones del secretario estadunidense de Seguridad Nacional, John Kelly, sobre el ‘‘riesgo’’ en la relación bilateral si llega la izquierda al gobierno mexicano, el dirigente de Morena, Andrés Manuel López Obrador, demandó la no injerencia y el respeto al proceso interno de 2018. Aseveró que pugna por una relación respetuosa y de cooperación, pues no es mediante la construcción de muros ni la militarización de la frontera como se va a detener la migración y controlar inseguridad y violencia.
Al encabezar el mitin donde se firmó el Acuerdo Político por la Unidad, la Prosperidad y el Renacimiento de México, realizado en la explanada del Monumento a la Revolución, que lució prácticamente llena, aludió al papel del Ejército en seguridad pública: ‘‘Que no se malinterprete. Soy respetuoso de las fuerzas armadas, porque creo que los soldados son pueblo uniformado’’.
Tras expresar su desacuerdo con el uso de la fuerza para controlar la violencia y la inseguridad, dijo que la diferencia es que ‘‘el próximo comandante de las fuerzas armadas nunca va a ordenar que el Ejército reprima al pueblo”.
Delineó el proyecto económico que impulsaría, el cual no podría sólo basarse en inversión pública. Eso solamente sería capital semilla, porque se requiere de la inversión privada –pequeñas y medianas empresas, fundamentalmente– y de vincularse con el sector social, debido a que se busca un proyecto tripartita para detonar el crecimiento económico al doble de 2 por ciento, que es la tasa anual de los pasados 30 años de políticas neoliberales, pues se alcanzará 4 por ciento.
En el estrado había connotados ex perredistas, entre ellos prácticamente todos los senadores que acaban de abandonar la bancada del sol azteca, el ex dirigente del PRD Pablo Gómez, ex funcionarios del gobierno capitalino, dirigentes delegacionales del PRI –como fueron presentados–, ex delegados del PAN, empresarios, líderes sindicales, actores e intelectuales que firmaron el acuerdo de unidad que impulsará un gobierno que instrumentará una ‘‘fórmula sencilla, pero transparente: acabar con la corrupción’’.
Al abundar sobre el intervencionismo estadunidense, López Obrador censuró que sea la derecha la que pidió esa injerencia, como en su momento los conservadores buscaron un emperador para el país. ‘‘La derecha, los conservadores, ya fueron a Estados Unidos. La esposa de Calderón, Margarita Zavala, fue a hablar con aquél.
‘‘Le dijo –porque ella misma lo declaró– que tenía que hacer algo el gobierno de Estados Unidos, porque podía ganar la izquierda en México.”
En ese sentido, el secretario de Seguridad Nacional estadunidense declaró que si ganaba la izquierda en México, era malo para Estados Unidos, pero ‘‘que se sepa: en muchas ocasiones, lo que es malo para ellos es bueno para nosotros, pero ojalá se rectifique’’ y no intervengan en asuntos internos.
Tras insistir en que buscará una relación de cooperación, aseveró que con el cambio en el modelo económico, que aumentaría el ritmo de crecimiento, los mexicanos que ahora migran por necesidad, ya no lo tendrán que hacer, porque encontrarán empleo en su tierra.
López Obrador –quien omitió toda referencia al PRD, algunos de cuyos dirigentes centraron la víspera sus discursos en su contra– aseguró que aunque el proyecto que encabeza atenderá a las personas en pobreza, porque –reiteró su lema de campaña presidencial anterior–, ‘‘primero los pobres’’, dijo que se se trata también de un proyecto para las clases medias, a quienes ofreció no incrementar impuestos, así como para pequeños y medianos empresarios, involucrados en el modelo de desarrollo económico.
Se pretende instrumentar el esquema impulsado en su gobierno al frente de Ciudad de México, en donde por cada peso de inversión pública hubo 30 de inversión privada. Con ello, afirmó, se podría ofrecer empleo y educación a los 2.6 millones de ninis, con una inversión de 110 mil millones de dólares. Podrán decir que es mucho, dijo, pero si se considera que tan sólo por cancelar la corrupción se ahorrarían 500 mil millones de dólares, sobrarían recursos para otros proyectos.
El líder de Morena destacó la importancia de ‘‘pobres y ricos’’ y la suma de actores políticos y sociales que, sin dejar su militancia, se han sumado al acuerdo. Sin embargo, alertó que la ‘‘mafia del poder’’ ha comenzado a maniobrar para no dejar pasar al proyecto de izquierda y ya se planea una reforma para que haya segunda vuelta electoral.
Agregó que no basta ya con la simulación, como cuando el PRI apoyó al PAN para que llegara Calderón –con la lideresa magisterial, Elba Esther Gordillo– o cuando el ex presidente Vicente Fox pidió votar por el tricolor, sino ‘‘ahora quieren quitarse la máscara, descararse contra nosotros, pero esa treta no se las va a creer su militancia, se van a quedar solos estos corruptos con sus partidos. Lo hacen porque el PRI siente que ya no tiene posibiliddes para 2018 porque (Enrique) Peña Nieto está desfondado’’.
Recordó que, como sucede en el estado de México, pretenderán además una abierta compra del voto, como se ha visto con despensas, tinacos, tarjetas. ‘‘Están espantados tirando por la ventana el presupuesto’’, ya que ‘‘están muertos de miedo pues la maestra Delfina (Gómez, candidata de Morena al gobierno del Edomex) está en primer lugar’’. Cuestionó que medio gabinete acuda a esa entidad a entregar dádivas y aprovecharse de la pobreza de la gente, pero el voto es libre y secreto, concluyó.
Entre quienes se sumaron al acuerdo promovido por Morena se encuentran: Esteban Moctezuma, ex secretario de Desarrollo Social; León Larregui, cantante de Zoe; connotados políticos ligados a Marcelo Ebrard, como su ex secretario de Gobierno José Ángel Ávila, el senador Mario Delgado y Alejandra Moreno Toscano; José Luis Beato, ex dirigente de Coparmex, integrantes de la organización Mujeres de Hierro y diputados federales de PRD, PRI y MC.
‘‘Pasen a firmar’’
Arturo Cano
Desde la esquina del Frontón México no alcanzan a verse los rostros de los personajes que acompañan en el templete a Andrés Manuel López Obrador. Pero los simpatizantes de Morena que han acudido al mitin en el Monumento a la Revolución siguen atentamente la lectura de la lista de quienes van a firmar, sin necesariamente sumarse al partido nacido de la ruptura del PRD, el llamado Acuerdo Político por la Unidad, la Prosperidad y el Renacimiento de México.
Cuando toca el turno a los nombres de los senadores que hasta hace poco formaban parte de la bancada del PRD, comienzan la silbatina y los gritos: ‘‘¡Ladrones!’’, ‘‘¡Ese no!’’ Poca cosa si se recuerda la unanimidad del Zócalo cuando la Convención Nacional Democrática, en 2006: ‘‘¡Ímaz no, Ímaz no!’’, grito que selló el fin de la carrera política del ahora profesor universitario, luego de su aparición en pantalla con el inefable Carlos Ahumada.
Los gritos de rechazo son aislados y se apagan pronto bajo el sonido de ‘‘¡Obrador, Obrador!’’ La lenta lectura de la lista de firmantes –algunos miembros de Morena desde hace tiempo– desespera a las bases militantes, que quieren escuchar al tabasqueño.
No a todos les va mal. Dueño de una suerte que le deben envidiar sus antiguos compañeros chuchos, el senador Miguel Barbosa casi no recibe expresiones de rechazo y sí uno que otro aplauso. ‘‘Ese sí supo desmadrar al PRD’’, celebra un ciudadano que poco antes gritó ‘‘¡Puro traidor!’’, al escuchar los nombres de otros legisladores.
La lista de adherentes es larga. ‘‘Está firmando todo Dios’’, dice un conocedor de las tripas de la política chilanga. Y pues sí, hay que ser conocedor para entender el valor de las adquisiciones que se nombran mientras López Obrador se dirige al templete donde lo acompaña la consigna ‘‘Unidos todos’’, y las imágenes de José María Morelos, Benito Juárez, Emiliano Zapata y Lázaro Cárdenas.
Tal es el escenario para que López Obrador se refiera de nuevo, con cierto toque antimperialista que le puede resultar redituable en la era Trump, al
regalo(así lo ha calificado más de un columnista) que le hiciera el secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kelly.
‘‘Hay que decirlo con toda claridad al gobierno de Estados Unidos: nosotros fuimos respetuosos durante la pasada campaña electoral; queremos lo mismo. Que no intervengan en asuntos que sólo corresponden a los mexicanos.’’ Sigue López Obrador: ‘‘Hace unos días (Kelly) llegó a declarar que si ganaba la izquierda en México, eso no iba a ser bueno para Estados Unidos. Pues que se sepa que, en algunas ocasiones, lo que es malo para ellos es bueno para nosotros’’.
Es uno de los pasajes que arranca aplausos. Los otros tienen que ver con sus promesas de destinar miles de millones de pesos a los jóvenes, de un crecimiento de 6 por ciento durante un gobierno que da por hecho en el discurso, y de poner fin a la corrupción. ‘‘No mentir, no robar, no traicionar al pueblo’’, es una de sus frases más celebradas, elemental para sus adversarios, cable de cobre que lo conecta con sus seguidores.
A diferencia del mitin del sábado anterior (PRD), no abundan las camisetas nuevas (a Armando Quintero, por ejemplo, sólo le alcanzó para unos pegotes que portan en las ropas sus simpatizantes). En las inmediaciones de la Plaza de la República, sin embargo, hay muchos autobuses con sus respectivos responsables a la vista, que prueban el acarreo moreno: distrito tal o cual de Iztapalapa, Xochimilco o Tlalpan. En la lista de adherentes hay pocas sorpresas e incluso pasan a firmar figuras que están con López Obrador desde hace tiempo. Lo que no falta es la fiera lucha por subir al templete.
Andan por ahí todos los ebrardistas, pero también Héctor Mora, joven dirigente del PRI cercano a Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, y en el micrófono nombran a tres líderes delegacionales del mismo partido, así como a algunos panistas y verdes. Para ellos no hay los aplausos que se llevan, por ejemplo, la actriz Martha Ofelia Galindo o el periodista Humberto Musacchio. En lo que hace a ovaciones, Paco Ignacio Taibo II sólo es superado por el vocalista del grupo Zoé.
Leticia Quezada, ex militante de la corriente bejaranista del PRD y ex funcionaria del gobierno de Mancera, está abajo del templete porque no tiene acreditación. Y abajo también, emberrinchado, está el delegado de Cuauhtémoc, Ricardo Monreal, quien ha plantado cara a los organizadores porque no dejaron subir a Quezada.
Las primeras filas frente al templete, dice un malqueriente de Monreal Ávila, fueron ocupadas desde temprano por su gente. ‘‘Por eso abuchearon a Claudia Sheinbaum’’. Otros dicen que le tocó abucheo porque el respetable quería, sin más preámbulos, el discurso de López Obrador.
El filósofo Enrique Dussel resume, para que varios lo escuchen en la tarima, la amargura que domina a los cuadros medios de Morena, que en las semanas recientes se las han visto duras para explicar o defender la incorporación de personajes como Esteban Moctezuma, Miguel Torruco y muchos etcéteras.
–Pero profesor, son las alianzas necesarias para ganar la elección –dice la amargura preñada de pragmatismo electoral.
–Pues es lo que dicen, pero en el camino se deja la ética.
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