domingo, 9 de abril de 2017

Cristianismo y nuevo proyecto económico .- José Agustín Ortiz Pinchetti

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E
l maestro Bernardo Bátiz nos invita a reflexionar en su reciente libro ( Humanismo cristiano y capitalismo). Afirma que esas doctrinas son antagónicas, que si conviven, la convivencia es forzada y a veces monstruosa; en el fondo, según los principios de uno y de otro, deben repelerse. Su obra es suculenta, contiene pasajes autobiográficos, comentarios sobre hechos políticos. Es fruto de la intensa vida de su autor.
Yo tendría algunas observaciones: Creo que cualquier sistema que no esté basado en el amor al prójimo es incompatible con el cristianismo. Nunca ha existido un régimen económico político donde predominen los principios cristianos. Desde su fundación, el cristianismo ha ido en contra de la corriente. Es una utopía y ese es su gran valor. Fromm sostiene que todas las propuestas progresistas de liberalismo, socialismo y democracia tienen un antecedente claro en el pensamiento cristiano, aunque a veces esta inspiración no sea consciente.
Es importante distinguir a la economía de mercado del capitalismo. (Braudel) Éste surge de la primera, pero es su enemigo. La economía de mercado es competitiva, transparente, permite un juego intenso de oportunidades e iniciativas y está vinculada a la libertad política y a la democracia. El capitalismo es mucho más moderno y su fin no es competir sino dominar. Huye del control, intenta y muchas veces logra, cooptar al Estado. Bátiz tiene razón al decir que es mejor la colaboración que la competencia. Pero lo peor es la asociación del gobierno con los grandes capitales para garantizar la explotación del pueblo. Eso lo estamos viviendo en México.
El gran adversario del capitalismo, que fue el marxismo revolucionario, ya no está en el horizonte. La posibilidad de humanizar a la economía de mercado está en la socialdemocracia. Yo admiro mucho a la corriente de los Fabianos, en Inglaterra, a principios del siglo XX, socialistas no marxistas que creían que la sociedad podía mejorar gracias a reformas progresivas, su influencia fue decisiva en la construcción del Partido Laborista y el desarrollo del Estado de bienestar.
En México el reformismo es la esperanza: debemos volver a crecer y empezar a redistribuir, desarrollar la economía de mercado con firme rectoría del Estado. Nuestros adversarios no son los empresarios, sino los monopolios, la corrupción y la riqueza mal habida. La tarea de transformar el país con honestidad y justicia puede tener una fuerte inspiración cristiana.
Twitter: @ortizpinchetti

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