El Estado de México, el más poblado del país, siempre ha sido clave en el camino a la Presidencia. Quien domina esa entidad, se afirma, llega a Los Pinos. Ahora, por primera vez en su historia, el PRI va camino a su derrota en ese estado, cuyos ciudadanos elegirán gobernador el próximo 4 de junio: el candidato priista, Alfredo Del Mazo, tiene todo en contra, pues es primo de Enrique Peña Nieto, un presidente sumamente impopular; fue designado mediante “dedazo” y pertenece a un clan que se ha eternizado en el poder local. Y mientras PAN y PRD evidencian sus debilidades, Morena se mantiene al acecho para elevar su potencial político.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El Partido Revolucionario Institucional (PRI) acumula nueve décadas de gobierno en el Estado de México y en la tercera parte de ese periodo, 33 años, el poder ha sido ejercido por seis gobernadores de un solo tronco familiar: el de Alfredo del Mazo Maza, primo del presidente Enrique Peña Nieto –que ejerció el “dedazo” para imponerlo como candidato– y quien es, a su vez, sobrino de Arturo Montiel Rojas, su antecesor en la entidad.
Pero aunque el vulgo lo llama con burla Alfredo III para recordar que sería el tercer gobernador en línea directa como su abuelo –Alfredo del Mazo Vélez (1945-1951) y su padre, Alfredo del Mazo González (1981-1986)–, proliferan señales de que el poder de esta dinastía se aproxima a su fin en las elecciones del próximo 4 de junio.
Cachorros de la élite enriquecida con el erario, Peña Nieto y Del Mazo Maza son también parientes de los exgobernadores Isidro Fabela Alfaro (1942-1945) y Salvador Sánchez Colín (1951-1957), el primero de ellos fundador del mítico Grupo Atlacomulco, la facción priista reputada por ser la más corrupta del país y que enfrenta, como nunca en su historia, un riesgo enorme de derrota.
El PRI y Del Mazo padecen el repudio social a Peña Nieto por la ineptitud de su gobierno, sus numerosos escándalos de corrupción, su conducta medrosa ante el presidente de Estados Unidos y el elevado aumento de precio de las gasolinas, pero también por el crecimiento de la violencia, la inseguridad, la pobreza y el asesinato de mujeres en el Estado de México.
Con un respaldo social de apenas un dígito –12% según Reforma y 6.3% conforme al Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados–, Peña impuso como candidato a su primo y también generó división en el priismo, ante una fortalecida oposición de derecha e izquierda cuyas seguras candidatas, Josefina Vázquez Mota y Delfina Gómez Álvarez, respectivamente, han colocado a Del Mazo hasta en tercer lugar de las preferencias electorales a cien días de la elección.
Por eso, desde que se registró como precandidato único, el 28 de enero, Del Mazo ha emprendido recorridos por el estado más poblado del país –casi 16 millones de habitantes–, sobre todo en zonas de influencia priista, para implorar la unidad y admitir que su clan y su partido enfrentan condiciones inéditas para entregar el poder.
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