Jaime Avilés (@desfiladero132)
1 de febrero 2017.- A partir de 2019, cada uno de los 300 mil jóvenes de entre 15 y 18 años que rechazan anualmente las instituciones de educación superior, no sólo tendrá un puesto asegurado en las aulas sino que, en recompensa por el trabajo que significa estudiar, recibirá un sueldo de 2 mil 416 pesos mensuales (o 29 mil al año), lo que supondría una erogación de 8 mil 700 millones de pesos y se aplicaría en todo el país.
Otros dos millones 305 mil jóvenes “que han buscado empleo sin encontrarlo, o que no han buscado empleo y tampoco trabajan, podrían integrarse a actividades formativas y productivas” y contar con un ingreso equivalente a 1.5 salarios mínimos (120 pesos diarios), respaldado por un presupuesto de 99 mil 360 millones anuales.
Si de acuerdo con la tasa oficial de desempleo (3.4 % de la Población Económicamente Activa), hay un millón 700 mil personas sin trabajo, con la incorporación de 2 millones 305 mil jóvenes a este proyecto, “la tasa se reduciría prácticamente a cero, lo que no ha ocurrido en ningún país”.
Para no perder un minuto, ya que un sexenio es muy corto “y no habrá reelección”, el primero de diciembre de 2018, una vez que el nuevo gobierno entre en funciones, se pondrían en marcha visitas de funcionarios que irían casa por casa preguntando por los ninis y los inscribirían en un padrón nacional.
En segundo lugar, el gobierno buscaría la incorporación de los jóvenes a una empresa privada o pública y los muchachos y las muchachas quedarían bajo la responsabilidad de un tutor, a quien le sería transferido el sueldo de estos “trabajadores en proceso de capacitación”, pero ” tanto el empleador como el joven deberán informar mensualmente al gobierno sobre los avances de esta asociación para que las transferencias de pago continúen”.
Los jóvenes que sean atraídos al sector privado, realizarían actividades económicas en el campo, en la industria pesquera y el turismo. Y quienes vayan al sector público harían trabajos de construcción, sembrarían árboles maderables o frutales, entrarían a Pemex o la industria eléctrica, participarían en labores de mantenimiento de infraestructura o en la remodelación de parques, jardines, calles y edificios públicos.
Diseñar los mecanismos y elegir los instrumentos sociales para impulsar estas políticas públicas, descritas con todo detalle en 2018 La salida Decadencia y renacimiento de México (editorial Planeta), son tareas que ya están abordando, ahora mismo, los especialistas convocados la semana pasada a integrar la comisión redactora del plan de gobierno 2018-2024, durante una reunión encabezada por el autor de este libro.
Andrés Manuel López Obrador estuvo esa tarde, en el centro del estrado, flanqueado por la notable científica Claudia Sheinbaum y la reconocida escritora Laura Esquivel, así como por Alfonso Romo, el empresario de Monterrey que desde las elecciones de 2012 ha estado junto al político tabasqueño, y el presidente de Fundación Azteca, ex secretario de Gobernación y ex dirigente del PRI, Esteban Moctezuma Barragán.
Aunque en la sala había un sabio filósofo marxista, el doctor Enrique Dussel, ex rector de la UACM, una pedagoga de la talla de Raquel Sosa, una experta en salud pública como Asa Cristina Laurel, un general de división, senadores, diputados, la abogada constituyente Irma Eréndira Sandoval, matemáticos, físicos, expertos en problemas del campo, empresarios pesqueros, hombres y mujeres de pluma, en fin, en el semanario Proceso Jenaro Villamil destacó atinadamente la presencia de Moctezuma Barragán, el brazo derecho de Ricardo Salinas Pliego en el ámbito de las obras de beneficencia, no en los bajos fondos de las altas esferas.
Villamil contrastó el acercamiento de Salinas Pliego al proyecto de AMLO, así como la postura de Emilio Azcárraga, francamente de espaldas al desastre de Peña Nieto. En cambio, Marta Lamas una de las feministas más combativas y comprometidas con las reivindicaciones de las mujeres, no sólo en temas de salud reproductiva sino en la esfera del mercado sexual y los derechos de sus trabajadoras y trabajadores, puso el grito en el cielo, también en Proceso, al preguntarse con teatralidad isabelina: “¿Será que en México vamos a aceptar la mordaza de los fundamentalistas en relación con los derechos sexuales y reproductivos?”
Marta Lamas, quizá la mejor amiga de Elena Poniatowska, es un vaso de agua en el desierto frente a feministas de la vela perpetua como Lydia Cacho y Sanjuana Martínez, y tiene que estar muy molesta con Morena porque no promovió, en los debates de la constituyente del DF, la exigencia de que se otorgara un permiso de trabajo en la vía pública, a quienes se paran en los puntos de venta de la prostitución y por no contar con esa legítima garantía, son víctimas de constantes abusos policiacos.
No me convence, sin embargo, su interesada sospecha, o su temor a que AMLO tome el poder y se convierta en un ayatola Jomeini. Lamas, creo más bien, pertenece a ese think-tank del neoliberalismo llamado revista Nexos, y lo demás ya no requiere explicaciones. Su lema —acuñado por Jorge Castañeda— es: “Hay que frenar a AMLO por las buenas o por las malas”.
Sentado en la cima de la estupidocracia, Peña Nieto se ha dado tiempo en estos días de rounds de sombra con Trump, para poner en práctica el lema de Nexos. Ya le midió el agua a los camotes y vio que Margarita Zavala no sirve. Por lo tanto, pactó con Ricardo Anaya, líder de 260 de los 300 miembros del politburó del PAN, para aliarse contra AMLO, tanto en las elecciones del Estado de México, donde la candidata de Morena va a dar una gran pelea, como en los comicios presidenciales del 18.
En ambos casos, si los candidatos del PRI se quedan, como se quedarán, sin opción de ganar esa gubernatura estratégica y la jefatura del Poder Ejecutivo, los del PAN recibirán los votos de los priístas, que en el Edomex, apostarán a muerte por Josefina Vázquez Mota, la ex secretaria de Educación Pública que eliminó asignaturas como civismo, ética, lógica y filosofía, y no se le cae la cara de vergüenza y tampoco lo lamenta.
Vuelvo al asunto de los sueldos para los jóvenes. Los 2 mil 400 pesos que ganen al mes por estudiar, o los 3 mil 600 que reciban por capacitarse, serán un alivio para sus padres, que indirectamente se beneficiarán de esta medida. La idea es, con esta y otras estrategias, contrarrestar el saqueo de la economía familiar consumado por el neoliberalismo y construir un nuevo estado de bienestar social. Y para lograrlo hay que rescatar al Estado, entender qué es el Estado, y reclutar para la causa, con argumentos como los que aquí se han presentado, a quienes sólo escuchan la propaganda insidiosa de los cretinócratas.
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