Conforme pasan los días y el 20 de enero de 2017 se acerca, diversos sectores de la economía mexicana están a la espera de reacciones urgentes que tome el gobierno mexicano y los empresarios. Por ejemplo, campesinos ya exigen una nueva política que reactive la producción para consumo interno, frente a una postura de Donald John Trump de cancelar el TLCAN.
Él, el presidente electo, va avanzando. Contrario a lo que se esperaba, su discurso no se ha suavizado y ha hecho públicas sus negociaciones con empresas que miraban con interés a México para que dejen de hacerlo. Ese será el otro sector que pronto solicitará auxilio. Los trabajadores de la maquila quedarán en el desamparo si las empresas se alinean con Trump y en caso de que eso suceda, sólo una palabra describiría la situación en la que quedarían miles de familias: crisis.
Ciudad de México, 1 de diciembre (SinEmbargo).- La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos anuncia el fin de la relación de ese país con México. Trump no ha cambiado su discurso de campaña y lo que antes eran solo palabras, éstas son ya acciones directas contra México.
De este lado hay pocas reacciones, pero la realidad terminará por alcanzar a la economía mexicana. Tras la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), México confió demasiado en que Estados Unidos y sus empresas estarían aquí para siempre, por lo que no fue necesario invertir en desarrollo y tecnología para la mano de obra que hoy, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es la que tiene el salario más bajo de la región, a pesar de ser también la que más tiempo trabaja.
El hecho de que Trump cumpla con obstruir a las empresas que decidan venir a México, enciende alarmas de crisis y desaceleración económica. De acuerdo con Lorenzo Meyer Cosío, historiador e investigador de El Colegio de México (Colmex), México confió de más en Estados Unidos, como siempre.
Puso como ejemplo a José López Portillo, que confió en que el precio del petróleo sería alto y cayó, aunque debió haber previsto desde un primer momento que “históricamente los precios del petróleo suben y bajan”. Lo mismo pasó en estos últimos tiempos, también con el petróleo, “pero el Gobierno debió saber que era una apuesta y que no se puede apostar así”.
“Carlos Salinas y George Bush, sonrientes, anunciaron que ya habían firmado el TLCAN. Luego Bill Clinton dijo que aunque ya había derrotado a Bush aceptaba el TLCAN y dijo que estaba bien y [que el acuerdo] quedaba igual. De repente llega un tipo de actor político, con un apoyo desde las bases de la sociedad norteamericana que dice que no aceptan el TLCAN ni las premisas y ustedes, México, son de lo peor que existe en el mundo, han abusado de los norteamericanos y les han robado su trabajo, han mandado asesinos, violadores y narcotraficantes; que México ha tirado su basura social sobre Estados Unidos y ya no lo vamos a aceptar. Eso no lo pensaron en el gobierno. Pero sí pensaron que la promesa era como el matrimonio católico que ‘lo que el TLCAN a unido no lo desuna nadie’. Y pues no”, dijo en entrevista con SinEmbargo.
Agregó que México “apostó y se acomodó en un modelo que lo mantiene como la zona de servicio de Estados Unidos”.
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“Estoy trabajando duro, incluso en el día de Acción de Gracias, para conseguir que Carrier AC se mantenga en Indiana. ESTOY PROGRESANDO – ¡Lo sabré pronto!”, escribió el magnate en su cuenta de Twitter apenas la semana pasada.
Trump, está operando directamente para quitarle empleos a México. Una de sus primeras acciones después de ganar las elecciones fue hablar con Ford para evitar que moviera una planta a México. Aunque la empresa aclaró que sólo retendrá un modelo en EU, no está claro al día de hoy cuántos empleos le costarán a México.
Ahora Donald Trump logró un acuerdo con los directivos de la empresa Carrier para mantener su planta en Indiana, Estados Unidos. Hoy jueves, visitará Indiana para anunciar que mantendrá cerca de mil puestos de trabajo en su planta, cuando el fabricante de aires acondicionados tenía planes de mover su planta a Monterrey, Nuevo León, en un lapso de tres años.
En Estados Unidos hay una crisis en la industria. Incluso Bernie Sanders, cuando buscaba la candidatura demócrata hablaba de la necesidad de retener plantas en Estados Unidos, ya que en los últimos 15 años, 60 mil fábricas habían desaparecido y más de 4 millones de empleos del sector industrial habían desaparecido.
En el sector automotriz, por ejemplo, México es el cuarto exportador a nivel mundial y en caso de que las Big Three [General Motors, Chrysler y Ford] abandonaran el país se pondría en riesgo cerca de 1 millón 100 mil empleos directos e indirectos que genera ese sector, que de acuerdo con la Secretaría de Economía, esa industria aporta el 3.2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional y el 18.3 por ciento del PIB manufacturero.
“El trabajador mexicano necesita respuestas de unos días o semanas. Ahí está el meollo de la cuestión. En caso de que hubiera un gobierno inteligente y decidido, se encontraría una fórmula para deshacer en parte la liga tan fuerte con unos Estados Unidos que ahora dice que ya no nos quiere. Cambiarlo tardará mucho tiempo y ese tiempo es tiempo de crisis. Vivimos en esa dinámica con un supuesto en el que Estados Unidos no iba a cambiar las reglas del juego, a pesar de que México es explotado”, explicó Meyer.
“Pero bueno, en el corto plazo, los obreros mexicanos prefieren ser explotados por la Ford Motor Company o Carrier, que por el mercado laboral de su país”, agregó.
LA MAQUILA FUE UNA SALIDA
La maquila fue parte de la política de Adolfo López Mateos (1958-1964). Esta política fue una respuesta para atender a miles de braceros que Estados Unidos deportó luego del fin de la Segunda Guerra Mundial, explicó el doctor Meyer Cosío.
Como el investigador lo explica en su libro, en coautoría con Héctor Aguilar Camín, A la sombra de la Revolución mexicana, durante ese periodo, E.U. y México establecieron una relación codependiente, una alianza que resultó favorable para nuestro país, siendo la expropiación petrolera y el arreglo de la deuda externa, dos ejemplos de dichas negociaciones.
En este mismo periodo, Estados Unidos necesitó de mano de obra no calificada que cubriera la ausencia de los hombres que se encontraban en combate; el plan no salió del todo bien, ya que cuando la guerra terminó, miles de estadunidenses regresaron a su país y al mismo tiempo reclamaron empleos en los que pudieran ocuparse.
Los sindicatos presionaron al gobierno que devolviera las plazas a los connacionales, dejando desempleados a muchos mexicanos. Es en 1950, donde comienzan a darse las deportaciones y las detenciones, al negarse los trabajadores a retornar al país.
México negoció con Estados Unidos y entonces se les ofreció empleo en plantas que se establecieron en ciudades fronterizas como Tijuana y Ciudad Juárez.
“Se pensó que así se absorbía esa mano de obra, que de otra manera iría indocumentada a Estados Unidos. Las maquillas fueron una propuesta mexicana; la iniciativa es de López Mateos y la otra iniciativa era simplemente echar fuera a los mexicanos. Se aceptó y funcionó durante un tiempo pero no el suficiente. No hubo maquila suficiente para todos los que querían irse a Estados Unidos”, comentó en entrevista.
Hubo trabajos mal pagados y contrario a lo que se proyectó, fueron mujeres quienes ocuparon muchos de los puestos de trabajo, aunque años después uno de los subproductos de eso fueron los feminicidios.
“Era un tiempo era un tiempo en que la demografía de México crecía a una velocidad notable y la maquila no absorbió toda la mano de obra disponible y siguió habiendo migración. Luego, con el cambio completo de paradigma económico en México y de proyecto nacional con Salinas, que desmanteló el mercado protegido y puso a México en el TLCAN”, agregó Meyer.
Recuerda que Salinas de Gortari utilizó un argumento que parecía, para los norteamericanos, muy claro: o se hace el TLCAN o Estados Unidos se enfrentará a una ola de migración indocumentada.
El Tratado trajo una maquila mucho más sofisticada, no nada más en zonas fronterizas como había sido con López Mateos, sino ya en cualquier parte del país. Llegaron plantas completas y se instalaron donde pudieron.
Con este modelo, continuó, México rechazó el modelo de la Unión Europea, en donde se integraban comercio, transacciones financieras y mano de obra. “En México la mano de obra nunca se aceptó y hubo una liberalización del mercado pero con una limitación que se explica no por razones económicas, sino por razones culturales, de que no se quiere a los mexicanos allá, decir, ‘que se queden aquí y que sirvan para lo que deben servir en un ambiente de libre comercio’”.
México no invirtió en su mano de obra como lo hicieron los coreanos y los taiwaneses, que planearon la integración al mercado internacional obligando a las empresas a desarrollar tecnología en sus sedes, describió el investigador.
En ese sentido, la disminución en el número de mexicanos que migraban a Estados Unidos no obedeció a un logro del TLCAN, sino al reforzamiento del control en la frontera norte, que fue provocada justamente, por los altos índices de migración indocumentada.
LA PRECARIEDAD LABORAL
Para Enrique Larios Díaz, presidente del Colegio de Profesores de Derecho del Trabajo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la maquila estadounidense encontró en México, mano de obra a la que puede pagarle poco dinero, lo que fue un gran atractivo incluido en el TLCAN.
“Aquí hay mano de obra que gana poco y labora las horas que las empresas indiquen; tienen sindicatos blandos y contratos colectivos de trabajo para protección patronal. México obtuvo dinero de eso, pero en lugar de invertirlo en tecnología y capacitación, no aprovechó la presencia de las empresas para desarrollar un modelo tecnológico propio. Es como una familia que goza de buenos ingresos pero que no ahorra y en época de crisis le vienen muchos problemas”, comentó.
El académico ve complicado que las empresas acepten retirarse de México, ya que es complicado que pierdan lo que han invertido por años en el país, sin embargo, por el comportamiento de Carrier, si se podría prever una lucha por los empleos y en consecuencia, México podría ofrecer su mano de obra con un salario aún más bajo, lo que podría frenar las exigencias en México de que se otorgue un salario mínimo acorde a las necesidades actuales.
Al respecto, Meyer Cosío, consideró que aunque las condiciones de trabajo con la maquila fueron precarias, resultan más atractivas para el trabajador mexicano que las opciones que el país le brinda; así que sigue teniendo sentido para un trabajador mexicano emplearse en una de estas plantas, porque el otro empleo es en la economía informal.
“Para un trabajador mexicano sí tiene sentido la industria maquiladora, para el país en su conjunto no lo sé, porque mantiene en el plano secundario, no lo ayuda a salir de esta situación de país de segunda. Entonces, que las empresas abandonen el país, nos llevaría a una crisis, a una desaceleración económica”, sostuvo.
Finalmente, consideró que con la negociación o cancelación, México no saldrá bien librado, ya que con todo y TLCAN el país crece a 1 o 2 por ciento.
“Si lo quitan o transforman, sepa Dios cuánto costará en el corto plazo. En el largo habrá que renegociar y plantear todo otra vez, pero eso ya no le toca a Enrique Peña Nieto, él ya se va en 2018”.
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