El consejero jurídico del Ejecutivo federal, Humberto Castillejos Cervantes. Foto: Miguel Dimayuga |
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El consejero jurídico del Ejecutivo federal, Humberto Castillejos Cervantes, se ha convertido en el verdadero poder en Los Pinos.
Su influencia dentro y fuera de la Presidencia de la República ya la quisiera el propio jefe de la Oficina, Francisco Guzmán Ortiz, blanco de las críticas por los continuos fracasos presidenciales.
La designación de Raúl Cervantes Andrade como titular de la Procuraduría General de la República (PGR) es la demostración más reciente de la influencia de su primo, el consejero jurídico de la Presidencia.
Castillejos Cervantes ya tiene lo que buscó desde el inicio de este año: el control de la PGR. Su particular interés por la dependencia encargada de las investigaciones ministeriales federales no es nuevo.
En el gobierno de Vicente Fox fue coordinador de asesores del titular de la PGR, el general retirado Rafael Macedo de la Concha. Luego ocupó el mismo cargo con el primer procurador de Felipe Calderón, Eduardo Medina Mora, ahora ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Fueron los años en que Castillejos Cervantes coincidió en cargos gubernamentales con su excuñado: Luis Cárdenas Palomino, la mano derecha del exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna.
Al inicio del actual sexenio, el consejero jurídico presidencial tuvo un pie en la Procuraduría con la designación de su otro primo, Alfredo Castillo Cervantes, como subprocurador, y quien había sido procurador al final del gobierno de Enrique Peña Nieto en el Estado de México.
Alfredo Castillo fue una piedra en el zapato del entonces titular de la PGR, Jesús Murillo Karam. No sin conflicto para el propio Peña, Murillo pudo sacarlo y Castillo Cervantes fue designado como titular de la Procuraduría Federal del Consumidor. Poco duró ahí y a principios de 2014 pasó a ser el “virrey” de Michoacán, cuando Peña lo designó “comisionado para la Paz y Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán”.
La violencia desatada en el estado demuestra el fracaso de su encargo, como no fuera la intención gubernamental de fomentar grupos paramilitares, llamadas autodefensas, para enfrentar a los grupos de la delincuencia organizada, una estrategia que lo único que hace es exacerbar la violencia, como ocurrió en Colombia.
En su nuevo encargo, la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), Castillo Cervantes ha generado el mismo rechazo que en sus otros encargos. Se sabe y actúa como integrante de un grupo de poder, y ahora, más que en otro momento, forma parte de una triada con gran fuerza en la toma de decisiones en el país.
Cuando la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa forzó la salida de Murillo Karam, el consejero jurídico logró imponerle una pieza clave a la nueva titular de la PGR, Arely Gómez, ahora secretaria de la Función Pública.
Castillejos Cervantes le impuso al titular de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SEIDO), Felipe de Jesús Muñoz Vázquez, quien con Medina Mora había sido subprocurador de Delitos Federales. Hoy Muñoz Vázquez es el procurador de Colima.
Ahora el consejero logró que el presidente Enrique Peña propusiera al exsenador del PRI como titular de la PGR, en la antesala para ser designado el primer titular de la Fiscalía General de la República (FGR), cargo en el que estará nueve años, según lo establece la ley que crea la FGR en reemplazo de la centenaria PGR.
Se la debía, luego de que el año pasado fracasara en hacerlo ministro de la SCJN, ante el rechazo que generó esa mera posibilidad.
La mayor oposición fue en el propio Poder Judicial de la Federación, aunque después Peña Nieto se cobró la afrenta al lograr la designación como ministro de Eduardo Medina Mora.
No sería raro que con el cambio de gobierno federal, Castillejos Cervantes regrese a lo que ha sido su manifiesto interés: la oficina donde se controlan las investigaciones federales.
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