martes, 9 de agosto de 2016

Violencia e inseguridad, otro fiasco de Peña

Cienfuegos, Soberón y Peña durante una entrega de reconocimientos a soldados. Foto: Octavio Gómez
México casi como Irak, Siria, Afganistán…
–Igual a Calderón en estrategia y resultados
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- “El primer eje de mi gobierno es lograr un México en paz”, prometió Enrique Peña Nieto en su toma de posesión, el 1 de diciembre de 2012, y ofreció como prioridad devolver la tranquilidad a las ciudades, los pueblos y las carreteras para que “los mexicanos transiten con seguridad, sin temor de perder la libertad o la vida”.
A casi cuatro años de esa promesa, el fracaso de Peña es ostensible: México no está en paz y en prácticamente todas las ciudades, pueblos y carreteras del país anida la inseguridad y la violencia, con un reguero de cadáveres que alcanza ya los niveles del fatídico gobierno de Felipe Calderón.
El sexenio de Calderón y los cuatro años de Peña, idénticos en estrategias y resultados, configuran ya la década más sangrienta de la historia contemporánea de México.
Pero lo peor no es sólo la espiral de la criminalidad en el país, sino la nula respuesta del gobierno, más bien atónito, desarticulado y hasta indolente, en particular el responsable directísimo del tema, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, más ocupado en construir su candidatura presidencial.
En Guerrero, Michoacán, Estado de México, Tamaulipas y Veracruz las cifras de la violencia son espeluznantes, pero a este elenco se han incorporado entidades como Colima, Guanajuato, Querétaro, la Ciudad de México y Puebla, con niveles de inseguridad y criminalidad violenta que no tienen precedente.
Por ejemplo, Guanajuato, gobernada por el PAN desde hace un cuarto de siglo, ya entró en el grupo de los 10 estados con mayor delincuencia, no sólo en homicidios violentos -que en ocho años se han triplicado-, sino que en las principales ciudades del estado se ha incrementado de manera exponencial el robo de vehículos, a casas-habitación y de hidrocarburos.
Aun con cifras oficiales, las del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), el nivel de violencia alcanzado en México desde hace una década, cuando Calderón inició su “guerra” contra el narcotráfico, es inaudito: Desde entonces se han registrado 165 mil homicidios dolosos.
De esa cantidad, 104 mil 844 corresponden al sexenio de Calderón –aunque el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) ubica en 121 mil 683 las muertes violentas– y 50 mil 156 al actual gobierno de Peña, hasta junio pasado.
Tal como lo publica el semanario Proceso en su edición de esta semana, es verdad que en los dos primeros años del gobierno de Peña, ese registro tuvo una tendencia a la baja, pero a partir del año pasado repuntó, y en lo que va del actual las estimaciones son todavía a la alza, en circunstancias cercanas a los peores años de Calderón.
En los datos oficiales, el promedio hasta ahora con Peña ha sido de 17 mil 187 muertes violentas al año; con Calderón fue de 17 mil 474. Con esas cifras, a excepción de Siria, México es el país del mundo con el mayor incremento en el número de muertos por conflictos internos.
De hecho, el Índice Global de Paz, correspondiente a 2016, establece que México es más violento que América Central y el Caribe, por encima de Guatemala, El Salvador, Honduras, y se halla muy cerca de entrar al grupo de naciones con “índices de paz muy bajos”, como Siria, Afganistán, Irak, Paquistán, Libia, Ucrania y Somalia, entre otros.
Ante la contundente realidad no hay modo de ser optimista, pero sobre todo ante la actitud del gobierno encabezado por Peña, quien en los hechos parece haber capitulado en la principal promesa -y deber- como gobernante.
En su toma de posesión, que en diciembre cumplirá cuatro años, Peña expresó: “Debemos cambiar de paradigma, entender que no habrá seguridad mientras no haya justicia. En el México que vislumbro hay justicia e inclusión, que serán las bases del pacto social. De ahí que el segundo eje de mi gobierno sea lograr un México incluyente. Debemos combatir la pobreza y cerrar la brecha de la desigualdad, que aún, lamentablemente, divide a los mexicanos”.
En esta otra prioridad, el combate a la pobreza y a la desigualdad, Peña no sólo ha sido también un fracaso, sino que ha tratado de ocultarlo modificando la metodología de medición de la pobreza para  crear la fantasía de que hay menos pobres.
Ante el desastre del país, en lo único que Peña y su gobierno son sobresalientes son en el saqueo…
Apuntes
A dos años de las elecciones por la presidencia de la República la disputa es ya abierta ante el pasmo del Instituto Nacional Electoral (INE): Andrés Manuel López Obrador –precisamente el único que tiene garantizada la candidatura– y Ricardo Anaya aparecen en los promocionales institucionales de los partidos que presiden mediante argucias legales, pero Jorge G. Castañeda y Rafael Moreno Valle, gobernador panista de Puebla, violan claramente la Constitución y la ley adquiriendo tiempos en televisión y en espectaculares. Este lunes otros dos aspirantes se placearon ante campesinos: Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno, y José Calzada Rovirosa, secretario de Agricultura…
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