Por: Jorge Gómez Naredo (@jgnaredo)
15 de agosto 2016.- Me enteré por redes sociales. Habían matado al ex presidente del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en Jalisco. No puede ser. No es posible. No, no y no.
A Humberto Ortiz García lo conocí en el 2005, cuando la campaña de Andrés Manuel López Obrador, cuando el PAN hacía una campaña desleal y atroz en contra de el ex jefe de gobierno del Distrito Federal. Humberto era uno más de quienes estaban convencidos que López Obrador era una buena opción, una opción de justicia, de equidad, de igualdad. Una opción para que el país no se fuera al carajo.
Comencé a tratarlo. Un tipo, cómo decirlo, buena persona. Buena gente. Siempre hablaba pausadamente. Siempre parecía reflexionar lo que decía. Comenzó a tener cercanía con Pepe Zamarripa, que en ese entonces era el que coordinaba la campaña de Andrés Manuel López Obrador en Jalisco. Ambos eran dos tipos buena gente, y hoy ambos están muertos. Y aunque muchos los criticaban por cuestiones que hoy observo como absurdas, como de muy bajo perfil, siempre trataban de que todo se enfocara en hacer del movimiento lopezobradorista en Jalisco una fuerza transformadora. No buscaban brillo ni cargos políticos ni dinero. Su esfuerzo era siempre para cambiar el rumbo de esta nación. No más.
A López Obrador le hicieron fraude en 2006 y llegó a la presidencia Felipe Calderón. El presidente espurio. El presidente que continuó con bríos la sistemática degradación de México que había comenzado Vicente Fox. Fueron años horribles en el país. ¿Cómo era posible que un usurpador se enfrascara en una guerra sin permiso de nadie? ¿Cómo era posible que un tipejo de tan mala calidad ética metiera a la nación en un baño de sangre? Se hizo mucho para evitarlo, pero me queda claro que no se hizo lo suficiente.Felipe Calderón fue un asesino. Fue nefasto. Es nefasto. Y está libre y recibiendo jugosas cantidad de dinero por haber metido a México en una espiral de terror.
Qué pinche país tenemos.
Después de 2006, Humberto continuó apoyando al movimiento de López Obrador. Lo hizo siempre al lado de Pepe Zamarripa, y después, con Enrique Ibarra. Era un guerrero. Cuando las elecciones de 2012, ahí estaba, y después de ellas, también.
En 2014, me pareció que su postulación para dirigir a Morena en Jalisco era natural y justa. A muchos no les gustó ello. Cada quien tenía la opinión que quería tener. Cada quien buscaba lo que le interesaba. La gente tiene el derecho de pensar y actuar como le convenga y siempre lo ha tenido. Humberto recibió ataques atroces. Siempre me parecieron desproporcionados.
Yo no estaba en el día a día de Morena, y no supe mucho de por qué tanto odio hacia Humberto. Así suele ser esto de la izquierda. Pero más allá de ello, Humberto me seguía pareciendo un buen tipo, un tipo que tenía todo el mérito para ser dirigente de un organismo político.
Lo seguí tratando. Cuando lo veía hablábamos de cómo nos iba, o de cómo estaban las cosas en el país. Me parece que su modo de ser no varió un ápice cuando estuvo de dirigente. Una buena persona. Se podía estar a favor o en contra de algunas decisiones que tomaba, de la forma en cómo se eligieron a los candidatos a presidentes municipales y diputados para las elecciones de 2015. Pero Humberto trabajaba con lo que tenía y me parece que realizó lo que estuvo en sus manos para hacer lo que mejor que se podía hacer. Cada quien tiene su opinión.
Humberto, al dejar de ser presidente de Morena Jalisco, continuó siendo Morena. Según me contaron, cuando salió de dirigente, tenía tantas deudas que decidió que había que tomar un tiempo y ponerse a trabajar duro. Y así lo hizo.
Volví a saber de Humberto hasta el viernes pasado. Lo habían matado. Le habían metido un tiro en el tórax y uno en la cabeza. Lo habían dejado en la cajuela de un auto en Colima.
¿Cómo se puede matar a una buena persona?
¿Cómo se puede matar a una buena persona?
Qué pinche país de mierda
¿Estamos destinados a tener siempre miedo? “No salgas a esta hora, es peligroso, mira que te pueden asaltar, mira que te pueden matar, mira que te pueden meter unos balazos y poner en una cajuela y abandonar en una carretera”.
¿Acaso debemos acostumbrarnos a que todos los días muera gente inocente porque estaba en un lugar “equivocado” a una hora “equivocada”? ¿Acaso somos el país de los “lugares equivocados” y las “horas equivocadas”?
Dicen que Colima ahora está muy peligroso. Que andan matando gente por todos lados. Que de ser un estado con moderados índices de violencia, se ha vuelto una entidad muy de matazón. Te recomiendan no andar en lugares equivocados a horas equivocadas.Dicen que en Colima hay mucha inseguridad.
¿Acaso debemos acostumbrarnos a que haya entidades donde es mejor no ir, donde es mejor no recorrer, donde es mejor no vivir? ¿Qué pinche país es éste en donde no podemos tener calma para vivir y andar en paz? ¿Qué pinche país es este en el que siempre debemos tener miedo a que alguien nos confunda, a que alguien nos asalte, a que alguien nos mate?
Humberto Ortiz anduvo luche y luche porque México no fuera un baño de sangre. Vio cómo Felipe Calderón llevó a este país a un baño de sangre, y vio también cómo con Enrique Peña Nieto las cosas no variaron. Y anduvo alzando la palabra y pensando que otro país era posible.
Y qué sucedió: Humberto que salió de Guadalajara para ir a Colima a hacer unos trámites, fue asesinado, y quienes lo mataron, lo metieron en una cajuela.
Pinche país que tenemos. Pinche muerte que nos rodea. Pinches injusticias.
Y lo peor es que nadie investigará. Nadie, de las procuradurías de Colima o de Jalisco, hará su trabajo como es debido. Pinche impunidad. En este país te pueden matar y a tus asesinos nadie los molestará. Nadie llegará a decirles algo, a atraparlos, a castigarlos.
Pinche impunidad. Pinche país.
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