Por: Jaime Avilés (@Desfiladero132)
29 de julio 2016.- Comenzamos el año con tres grandes expectativas: Podemos en España, Bernie Sanders en Estados Unidos y Morena en México. El nuevo partido de izquierda en el reino de Felipe VI, tras las elecciones del 20 de diciembre pasado, se consideraba una alternativa de gobierno; Sanders, el anciano senador de Vermont que toda su vida dijo lo correcto contra las injusticias del joven imperio, sedujo a quienes pensamos que podía vencer a Hillary y a Trump, mientras el Movimiento de Regeneración Nacional, no nos cabía la duda, iba a pisar fuerte en las elecciones de junio, como efectivamente ocurrió: de la nada se convirtió en la tercera fuerza política del país.
Podemos fue incapaz de formar gobierno —como el resto de las partidos del reino— y tuvo que competir en nuevas elecciones. “De ser un partido que nunca tuvo etiquetas, esta vez se puso todas encima: comunista, populista, socialdemócrata, etcétera”, explicó la escritora madrileña Pilar Velasco, al explorar por qué, en los comicios de junio de 2016, Podemos perdió un millón 300 mil votos.
Si bien no pocos analistas señalaron que el abstencionismo español de junio había sido prácticamente igual al de diciembre, lo cierto es que entonces fue de 9 millones 280 mil y ahora es de 10 millones 020 mil. Algo sugiere que los que en diciembre votaron por Podemos y recelaron en junio, podrían reconciliarse con la formación que encabeza, con excesivo, incluso atosigante protagonismo, Pablo Iglesias, en caso de que tenga que haber oootra elección (que sería lo más deseable: Rajoy ya no ata ni desata: está como cabra).
Bernie Sanders, un populista de izquierda con un discurso tan atractivo como el de Pepe Mujica en Uruguay, rechazó que su campaña fuera financiada por los consorcios de la industria militar —patrocinadores eternos de los demócratas— y sacó a la calle a la gente de a pie —la misma clase media blanca vandalizada por los banqueros en 2008— y la animó a cooperarse con billetes de cinco, de 10 o de 20 dólares, no more. Fue la campaña que recogió más dinero.
Coludido evidentemente con los Clinton —sus amigos de toda la vida— Trump se convirtió en el vocero de la franja fascista, racista y supremacista de la misma clase media blanca estafada en 2008. En un país donde 60 por ciento de sus habitantes no sabe dónde queda México, el espectáculo de Trump resultó ser un éxito, pero se quedó corto ante el fenómeno detonado por Bernie y silenciado por los grandes medios desinformativos de Estados Unidos y nuestras cadenas de radio y televisión, por no hablar de los diarios, que reciben línea del gobierno de México.
Trump obtuvo 12 millones de votos, Sanders 13 y Hillary 16.8 (con un oscuro porcentaje logrado mediante diversas variantes del fraude, la guerra sucia, la ya citada censura y mil porquerías más). Como responsable de la política exterior de Obama, en 2011 Hillary detonó la crisis de los refugiados en el Mediterráneo al reventar a Kadhafi en Libia, y al mismo tiempo, contribuyó a la creación del Estado Islámico en Siria, por lo cual no está exenta de culpa en los atentados terroristas que hoy cimbran a Europa.
Como candidato, Bernie Sanders propuso que Estados Unidos fortalezca a los países de América Latina, que a fin de cuentas ya no son su patio trasero (o para decirlo con un eufemismo, son un patio trasero atascado de basura, cadáveres y ratas que dizque gobiernan): son su retaguardia ante la creciente presencia económica (y militar) de Rusia en Venezuela, Ecuador y Bolivia, por no hablar de la intensa actividad de los chinos, que igual le venden a Peña Nieto gasolina de mierda que trazan un nuevo, más corto, más rápido y más moderno canal de Panamá en Nicaragua.
En un país donde Allen Gingsber hoy escribiría: “he visto a las mejores mentes de mi generación correr en pos de un pokémon”, bajo el patrocinio de un gobierno que tuvo la audacia de premiar con un Oscar a Argo (de Ben Affleck) la película más deleznable en la historia de Hollywood, para que Obama le mandara un mensaje a Irán y Michelle luciera otro fabuloso vestido; en un país donde la gente no pudo entrar a la convención republicana con botellas de plástico pero sí con pistolas, tres días antes de la convención demócrata Wikileaks filtró 22 mil correos electrónicos para documentar la guerra sucia de Hillary contra Bernie, y pese a que Julian Assange asumió la responsabilidad desde su jaula de bambú en Londres, el FBI aseguró que la travesura corrió a cargo de los rusos.
Ladies and gentleman, prepárense para disfrutar de una gran puesta escena, que llegará a su clímax con un fraude electoral el 8 de noviembre y culminará el 16 de enero con la coronación de Hillary, a menos que pase lo mismo que en Bullets over Broadway(traducida como Balas sobre Nueva York), la excelentísima película de Woody Allen en que la actriz principal no da una en los ensayos y termina siendo asesinada para que el resto de la compañía teatral no fracase. Como dijo Descartes, no lo descartes.
Comenzamos el año con tres grandes expectativas políticas: lo vamos a terminar con tres exigencias de justicia: el encarcelamiento de los gobernadores Javier Duarte de Ochoa(Veracruz), Roberto Borge (Quintana Roo) y César Duarte (Chihuahua), la revocación del mandato de Miguel Angel Mancera una vez que la primera constitución del DF entre vigor con esa garantía incluída, y desde luego la abrogación de la reforma punitiva, la excarcelación de los presos políticos y la renuncia del gabinete de Peña para que éste nombre un equipo de transición.
La pregunta es si, de aquí a fin de año, alguien será capaz de aplicar tales medidas en medio de este basurero, un vertedero saturado de inmundicias, en donde al sentirse incómodo debajo de tanta excrecencia, Salinas tuvo que asomar su pelona cabeza para tratar de poner orden en la sala. Aunque parecía un gusano salido de una manzana envenenada, lo que quiso decir es que él sigue siendo su majestad Porfirio Díaz II, que tomó el poder en 1988 y 28 años después no está dispuesto a permitir que, en 2018, la revolución de las conciencias impulsada por López Obrador se lo quite.
A partir de mañana, con motivo de los 10 años del plantón de Reforma y del nacimiento de Radio AMLO, publicaremos una serie de crónicas de Víctor Eduardo García, testigo participante de aquel momento histórico. En breve confirmaremos si es cierto, como se especula, que los donativos que los lectores de Polemón entregaron a la revista a través de Fondeadora, están en los Papeles de Panamá. Originalmente iban a ser destinados ala publicación de tres libros electrónicos. Estamos investigando y llegaremos hasta las últimas consecuencias.
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