L
a sociedad mexicana se politiza y se organiza más allá de las estructuras del Estado: respuesta a 30 años sin crecimiento económico efectivo y a la corrupción impune. En el mismo lapso las organizaciones ciudadanas han pasado de unos cuantos centenares a 27 mil inscritas en el registro federal, y muchas miles más no inscritas. Este fenómeno es expresión de vitalidad, pero no puede por sí mismo establecer un nuevo orden.
El movimiento social se ha apuntado un gran triunfo: 50 organizaciones se han unido a los partidos políticos para exigir que se decrete la ley 3 de 3. Esto ha alcanzado gran notoriedad, y aunque es difícil que el Congreso, dominado por el PRI y sus aliados, la apruebe, no me cabe duda de que generará gran efecto de demostración. Las asociaciones de este tipo empezarán a multiplicarse.
Este avance contrasta con la descalificación que muchas organizaciones de la sociedad civil hacen a la política y los partidos. Pareciera que son dos grupos antagónicos: políticos contra ciudadanos. Hay que recordar que la política es un arte practicado por profesionales y requiere muchos años de maduración. No cualquiera puede triunfar en ella, pero los políticos no por serlo dejan de ser ciudadanos. En todo el mundo los políticos, y particularmente los gobernantes, están expuestos a gran antipatía. La política no es ni puede ser un espacio impecable; bien la describía Maquiavelo como un pantano hediondo. Se requieren condiciones de carácter especial para practicarla; muchos ciudadanos tienen obstáculos mentales, porque no quieren arriesgarse a la dura brega a la que se refiere Weber.
Muchos quisieran que desaparecieran los partidos para depurar la política. No se ha inventado ninguna otra forma para alcanzar el poder, que organizaciones bien articuladas y poderosas. Cuando se proponen como único camino las candidaturas independientes, se olvida que éstas para triunfar requieren de una estructura. Si un independiente trata de ganar la Presidencia de la República, éste formará una agrupación nacional o no podrá vencer a los partidos con registro; es decir, constituirá un partido político temporal o definitivo.
Resulta un lugar común hablar de la fragmentación de la izquierda. No se toma en cuenta la dificultad que existe para construir una estructura de partido y llevarla al poder. Es cierto que la ley tiene el propósito de impedir que surjan nuevos partidos. Por eso es una gran hazaña la de Morena, que a un año y medio de su registro ocupa el tercer lugar entre los partidos. La solución no parece estar en sabotear las elecciones, sino en crear un gran frente de partidos y agrupaciones ciudadanas para promover y defender el voto y derrocar por la vía pacífica a los que hoy controlan el Estado con resultados cada vez peores.
Twitter: @ortizpinchetti
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