L
a visita del papa Francisco suscitó grandes expectativas. Fue un magno acto de fe que en México afecta a todos, aun a los que no somos católicos. ¿Benefició a los intereses de la nación? Para empezar nos puso ante el espejo y vimos el rostro horrendo de la corrupción y la impunidad, la desigualdad y la miseria, la violencia y la exasperación: los ejes de los discursos del Papa. Es imposible que no repercutan en la conciencia pública, a pesar del intento del gobierno de atenuar la crítica y sujetar los eventos a su propio interés.
Puedo entender la desilusión de la prensa más crítica. Me parece un error no reunirse con los familiares de los 43 muchachos de Ayotzinapa desaparecidos. Y ninguna mención a los 27 mil más de los que tampoco hay noticia. Ha dicho Diego Valadés:
no sabemos ni quiénes son las víctimas ni quiénes los victimarios. Faltó una condena a la pederastia y a sus cómplices. Un punto bueno: el regaño a los obispos mexicanos, no sólo por sus encubrimientos y vínculos, sino por la tibieza repugnante que los caracteriza. La energía del sermón tiene destellos cristianos, recuerda la alusión de Jesús a los sepulcros blanqueados.
El gobierno y sus aliados usaron en su favor el evento. En un alarde de hipocresía y cinismo los más corruptos aplaudían la denuncia a la corrupción. Violando el espíritu de la Constitución se volvieron piadosos. Todo esto puede reforzar el rechazo al régimen. Sólo 22 por ciento de la población cree que la gira papal mejoró su opinión sobre Peña, 80 por ciento consideró que había empeorado o que se mantenía igual ( Reforma, 18/2/16). Lo más interesante con efecto difícil de calcular es la crítica a la política social y económica del régimen. Francisco pintó un mural de nuestra oligarquía decadente: políticos y empresarios, que lo recibieron. Criticó a quienes convierten la economía de mercado en ídolo. Esa doctrina aplicada con perversidad ha detenido el crecimiento del país y ha facilitado la concentración del ingreso durante 35 años. Ha surgido una clase de privilegiados, elitistas y faraones.
Las denuncias y críticas del Papa coinciden en lo esencial con la única propuesta opositora creíble. El Papa propone una economía que para el bien de todos se concentre, primero, en los pobres. Esto coincide con la propuesta de AMLO, hecha pública desde 2000 y que ha repetido por todo el país, ¿Qué pasó con todos los cronistas y opinólogos que denuncian a Andrés Manuel como populista y demagogo? ¿Por qué se abstuvieron de criticar al Papa, que dijo lo mismo que tanto los irrita?
Twitter: @ortizpinchetti
No hay comentarios:
Publicar un comentario