Los primeros 3 años del sexenio de Enrique Peña Nieto, las Fuerzas Armadas Mexicanas, especialmente el Ejército Mexicano, se ganaron la desconfianza y el desprecio del pueblo. Se echó por la borda casi 1 siglo de merecer el cariño de las clases populares –en las cuales, además, está su propio origen– a partir de la Revolución Mexicana de 1910, promulgada el 5 de febrero de 1917 después de derrotar dos veces consecutivas al Ejército Federal del general Porfirio Díaz convertido en tirano a lo largo de 30 años de gobierno, apoyado por las bayonetas de la tropa reclutada de leva, que era conducida por generales aristocráticos provenientes de la clase gobernante compuesta por latifundistas, patrones explotadores, el clero fanatizador y empresarios extranjeros que esclavizaron a los indígenas y a los pobres de la nación.
Los soldados federales fueron reclutados de leva, de las cárceles, ebrios detenidos por la policía y las redadas del Ejército en todas las regiones del país, obligados a uniformarse y formarse con esa tropa. Por el contrario, los soldados revolucionarios fueron voluntarios en la lucha por sacudirse la explotación, la injusticia, para ser propietarios de las tierras que cultivaban para los patrones, marchar contra el clero explotador por medio del diezmo y contra los extranjeros que explotaban las minas y el petróleo, al grito de “¡lo que está en México es de los mexicanos!”.
En esa insurrección los héroes fueron Francisco Villa, Emiliano Zapata, los hermanos Flores Magón, Francisco J Múgica, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y tantos otros que sería prolijo enumerar para el objeto de este reporte; pero es importante no dejar de mencionar al general Felipe Ángeles, quien siendo sumamente destacado en el Ejército Federal y sobresaliente en cursos de artillería y de Estado Mayor realizados en Francia, se sumó a las fuerzas del pueblo en armas que luchaba por la libertad y condujo batallas memorables –como la toma de Zacatecas– con las tropas de Pancho Villa, acabando para siempre con las fuerzas federales.
Estas reminiscencias, inevitables, sirven para que nuestros actuales soldados –cualquiera que sea su situación actual, activos o retirados– recuerden que voluntariamente causaron alta en el Ejército de la Revolución Mexicana, que su origen es el pueblo mismo; como igualmente deben ser los generales, jefes y oficiales que los mandan para que cumplan las leyes.
Pregúntenles y pregúntense ustedes mismos, ¿cuál fue la causa, el motivo o el poder que hizo olvidar a los altos mandos del Ejército y Fuerza Aérea, así como de la Armada, el juramento pronunciado al causar alta en filas reiterado cada vez que se hacían cargo de nueva responsabilidad ante el lábaro patrio y la tropa formada? Ténganlo presente: “¡Cumplir y hacer cumplir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen!”. “¡Sí protesto!”, contestaron enérgicamente.
Porque hasta hoy no existe razón –a menos que sea complicidad– para que hayan instalado en la Presidencia de la República al producto de un fraude electoral que todo el mundo vio… ¿Menos ellos? Lo llevaron luego a la Cámara de Diputados en helicóptero a que recibiera la Presidencia de la República introduciéndolo por la puerta trasera y de la misma forma tuvo que retirarse al término del acto. No fue capaz de hacer frente al pueblo indignado; por la misma razón cuando aparece en público, las fuerzas armadas lo escoltan aparatosamente rodeado de tropa armada. El Ejecutivo federal se gana el repudio de la gente porque sólo gobierna para los ricos. Cada vez es más notorio. En ese marco, los altos mandos condujeron a las Fuerzas Armadas Mexicanas a la humillación, el repudio, la desconfianza y la burla del pueblo; mal trato del que es objeto el personal de tropa, a salvo quedan los que ejercen el mando desde sus oficinas.
Como mexicanos, primero, y como soldados que aprendimos de ustedes, los altos mandos, a dar la vida por la patria, amar al lábaro patrio, a cumplir la palabra de honor y nos recuerdan a cada paso que somos el mismo pueblo, demandamos expliquen a la nación mexicana el porqué de la traición a su juramento, solapando o acompañando hombro con hombro a los políticos corruptos, antipatriotas y entreguistas, a violar la Constitución mexicana.
General brigadier retirado; presidente de la Federación de Militares Retirados General Francisco J Múgica, AC
Samuel Lara Villa*
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