I. Hubo varias historietas cafeteras antes de que confirmara su arribo para el 19 de febrero del año entrante el gobernante de la Ciudad del Vaticano, a la vez césar y representante de Pedro, discípulo éste de Jesús, el profeta armado (es decir, exitoso) enviado del Dios de los cristianos-católicos, apostólicos y romanos; por lo cual a los papas les viene como anillo al dedo aquello de “dad a Dios lo que es de Dios y al césar lo que es del césar”. Con esa doble personalidad religiosa y política es que las iglesias y los representantes de Estado lo reciben a donde va, por laicos que sean; y hasta los senadores pugnan porque les dé, no un sermón, pero sí algo parecido con tintes políticos. Dicen que tratará de apaciguar los espíritus de Guerrero, Michoacán, Chiapas y la Ciudad de México, donde Mancera quiere su bendición como cardenal en la fila de los que buscan la candidatura presidencial, con o sin partido. Que trae un discurso duro sobre el cambio climático. No así sobre la corrupción. Y un poco a favor de los pobres que en México son 55 millones que –dice esa iglesia– entrarán al cielo. Pero no así los ricos y millonarios, a menos que un camello pase por el ojo de una aguja (y que los actuales recursos tecnológicos pueden lograrlo).
II. Esos acomodados tendrán lugar preferente para saludar al papa. Los demás millones de mexicanos se conformarán con verlo pasar de largo. Entre chismes y suposiciones se decía que el papa Francisco no comulgaba con las ruedas de molino del peñismo; que no quería ni saludar a Peña oficialmente, no obstante que éste, con su entonces prometida y ya como su esposa lo fueron a ver al Vaticano y se postraron ante él. Todo fue fantasía hasta de mala fe, valga la expresión, y todo ha quedado como mentiras. Francisco viene porque triunfaron las gestiones peñistas para esa visita. Médicamente lo van a preparar por la altura que les afecta a quienes arriban a la capital del país. Y su apoyo será redituable para el peñismo, a menos que el discurso papal exhiba lo de Ayotzinapa, las violaciones a los derechos humanos y la pobreza. Si es así, entonces que Peña se encomiende a Judas, alias Juditas.
III. A propósito de esa visita, aseguran que ya le contaron al papa el chiste que anda de boca en boca y que dice que viajan en avión Brad Pitt, Peña, el papa y Pepito. La nave se va estrellar y no hay más que tres paracaídas. El actor estadunidense se pone uno y se lanza. Peña, argumentando que lo necesitan los mexicanos, de inmediato toma otro y se avienta. Quedan el papa y Pepito, por lo que el papa le dice aPepito que él ya está viejo y debe salvarse Pepito. Pero éste le contesta que no hay por qué, ya que restan dos paracaídas. El papa pregunta: “¿Cómo?, si sólo eran tres y ya Brad Pitt y Peña tomaron dos”. Y Pepitole responde que hay dos, ya que Peña “se puso mi mochila…”. En las redes, Peña no tiene simpatizantes, salvo quienes entran por órdenes de Eduardo Sánchez, Paulo Carreño y la señora Lagunes, encargada de la imagen de Peña. Pero como sea, el papa Francisco, en menos de que canten los gallos estará en México arrastrando multitudes.
Álvaro Cepeda Neri*
*Periodista
Jueves, 26 de Noviembre 2015
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