En la imagen, elementos policiacos analizan colectores pluviales cercanos al penal del Altiplano.
Por: Jaime Avilés (@Desfiladero132)
12 de julio de 2015. Aunque las autoridades aseguran que el Chapo huyó del penal de máxima seguridad del Altiplano por un túnel subterráneo y rectangular, apoyan sus dichos en fotos de una galería circular colocada a ras del suelo. En realidad, lo que vemos en las imágenes proporcionadas por el gobierno federal son “tres líneas de tubería pluvial del sistema Cutzamala”.
Así me lo explica un ingeniero que se ha pasado la vida trabajando con este tipo de materiales. “Se dice que [el Chapo] se fugó por un túnel y muestran tres líneas de tubería pluvial del sistema Cutzmala [que] son colectores pluviales de sección circular. Tratan de vernos la cara.“
El especialista abunda: “Soy ingeniero y he instalado centenares, si no es que kilómetros, de colectores pluviales o de riego. Para instalarlos se requiere maquinaria pesada, por lo menos retroexcavadoras. Y en las fotos se ve claramente que van a cielo abierto como marca la norma. No son túneles subterráneos como tales”.
Una observadora, por su parte, sostuvo en Twiter que el jefe histórico del Cartel de Sinaloa bien pudo haber salido del penal hace varios días, pero que la “noticia” fue dada hasta anoche cuando Joaquín Guzmán Loera ya estaba a salvo.
El propio Chapo, en su “cuenta oficial” de Twiter publicó varios mensajes, entre las dos y las cuatro de la tarde, tiempo del centro. En uno de ellos informa: “Ya estoy de regreso, toda mi gente conmigo”. En otro filosofa: “La vida da muchas vueltas, un día estamos en el hoyo y otro estamos arriba”.
A su vez, Iván Archivaldo Guzmán, hijo del Chapo, tuiteó el 7 de julio: “Todo llega para quien sabe esperar”. Este mensaje hace suponer que ese día, martes de la semana pasada, el narcotraficante más poderoso de América Latina ya estaba fuera de la cárcel.
De acuerdo con Monte Alejandro Rubido, titular de la Comisión Nacional de Seguridad, el sábado a las ocho de la noche, el Chapo recibió “su dosis diaria de medicamento”. A las 20:52 fue observado al entrar al área de regaderas, dentro de la estancia 20, pasillo 2, pero no volvió a ser visto ni en el baño ni en la celda.
Según esto, dentro del baño el Chapo se habría deslizado en un hoyo de 50 centímetros por 50 centímetros y metro y medio de profundidad, para llegar a un punto donde una escalera le habría permitido bajar 10 metros más e introducirse en un túnel de 170 centímetros de altura y “de 70 a 80 centímetros de ancho”, que tiene una longitud de mil 500 metros, por medio del cual llegó a una casita en obra negra.
Para ilustrar la fábula de Rubido, el gobierno distribuyó fotos de militares de pie, en la boca de tres conductos circulares de PVC, a cielo abierto, que no guardan relación alguna con la casita ni con la lógica más elemental del mundo.
En redes sociales, diversos ciudadanos externaron que para extraer el volumen de tierra excavado por los constructores del supuesto túnel (2 mil 160 metros cúbicos) se habrían necesitado 360 camiones de volteo. Otros calcularon que tamaña tarea habría requerido el trabajo de 25 hombres. Y la gran pregunta que unifica todas las incredulidades: ¿Y nadie se dio cuenta?
¿Puede una cuadrilla de excavadores, albañiles, mecánicos y electricistas abrir una cueva diez metros bajo tierra y llegar a los cimientos de un penal de “máxima” (jajajá) seguridad así como así? ¿En qué punto de su recorrido el subterráneo se convierte en tres conductores pluviales que descansan sobre la superficie del campo?
Por lo visto, los genios del gobierno nos creen lo suficientemente imbéciles como para que nos traguemos estos disparates. Todas las evidencias reunidas confirman que nos están contando una gigantesca mentira. Y, como pregunta Jorge Gómez Naredo en suanálisis publicado esta mañana en Polemón, ¿algún día sabremos por qué volvieron a soltar al Chapo Guzmán?
¿El Mencho no dio el ancho?
He aquí una hipótesis confrontada a lo largo de los años con hechos verificables. Anabel Hernández, en Los señores del narco (2008), escribió que el Chapo estaba negociando su retiro del mundo de los negocios con el gobierno federal, tal como lo hizo en los años 90 el entonces jefe del cartel del Golfo, Juan Nepomucemo Guerra, que se entregó con el fin de vivir sus últimos años en paz.
Guerra no sólo logró su propósito sino que salió de la cárcel, ya muy anciano, y en la actualidad existe en la ciudad fronteriza de Reynosa, Tamaulipas, una calle que lleva su nombre y que fue inaugurada, el pasado 21 de junio, por el gobernador Egidio Torre Cantú, un sujeto sospechoso de haber asesinado a su hermano Rodolfo, cuando éste era candidato del PRI, para apoderarse del cargo que actualmente detenta.
Tanto Egidio Torre como el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, han declamado en numerosos actos públicos que la “tranquilidad” está de regreso en Tamaulipas. Quien ponga en duda sus dichos haga el favor de leer el extraorinario y devastador reportaje del enviado especial de Polemón al puerto de Tampico, para que norme su criterio.
Pero siguiendo con la hipótesis relativa a la segunda excarcelación del Chapo, conviene recordar que, desde el inicio del sexenio, Peña Nieto, Osorio Chong y el general colombiano Óscar Naranjo armaron a los grupos de autodefensas encabezados por José Manuel Mireles en Michoacán, para barrer a la Familia Michoacana con el auxilio del Cártel Jalisco Nueva Generación, que lidera Nemesio Oseguera Cervantes el Mencho.
Todo el proyecto se vino abajo cuando Peña dio marcha atrás y nombró a Alfredo Castillo virrey de Michoacán para desmantelar las autodefensas. Pero, en apariencia, los acuerdos entre el Mencho y Gobernachong siguieron en pie. En ese contexto el Chapo se entregó, tal como lo había pronosticado Anabel Hernández, y vivía desde febrero del año pasado en el penal de “máxima” (jajajá) seguridad del Altiplano.
A la luz de la ruptura entre el Mencho y el gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval,todo sugiere que hubo reacomodos en las cúpulas del gobierno federal y del crimen organizado, y lo que sucedió, tal vez, es que el Mencho no dio el ancho, y Peña y Chong volvieron a necesitar los servicios del Chapo.
¿Se vislumbran ajustes de cuentas, nuevos episodios de violencia demencial, pirámides de cadáveres en zonas urbanas y demás horrores que ya conocemos? Es poco probable porque la “fuga” fue producto de un acuerdo. Pero quizá, ahora que Joaquín Guzmán ha retomado las riendas del negocio que le depara la mayor captación de divisas al país, al Mencho le toque ocupar la celda número 20 del pasillo dos del Altiplano, una vez que sea tapado el hoyo en la regadera por donde, de ningún modo, se escapó el Chapo.
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