Eder Guevara @EderGuevaraM Con 3 millones 346,349 de votos, es decir, el 8.39% de la votación total; 14 distritos federales de mayoría, 21 plurinominales; 5 delegaciones políticas en el Distrito Federal y 2 más en disputa, 18 diputaciones de mayoría en la ALDF, 5 diputaciones locales de mayoría y 5 alcaldías en otros estados de la República; Morena tiene el inicio más importante de un partido de izquierda en la historia; la contundencia con que surge el partido sin alianzas y con un discurso muy definido abre un panorama interesante para lo que vendrá, se consolida un proyecto de oposición clara a los partidos que defienden y promueven el proyecto neoliberal en México. Pero no todo es alegría, sería un error quedarnos sólo con lo positivo de este proceso y no ver otros factores que, incluso en la capital del país, donde Morena se consolida como primera fuerza política, surgen como claras debilidades. Un primer elemento es el trabajo del partido en las zonas conurbadas del Distrito Federal, tanto en el Estado de México como en Morelos, el papel jugado por Morena no se acerca a la trascendencia de la Ciudad de México; los escándalos, imposiciones, divisiones y trabajo gris de las dirigencias estatales provocaron que los triunfos sean mínimos, de hecho en el Estado de México podríamos decir que no se ganó nada que no se tuviera ya, y es que todo el tiempo desde que comenzaron las asambleas para la formación del partido, ha habido una disputa entre distintos sectores y actores políticos, que se tradujo en que jamás existió vida institucional al grado que desde el comité estatal mexiquense se pretendió constituir una corriente política para contrarrestar a las que ya existían. Poca visión y talento político de quienes lejos de fomentar y potenciar la actividad de los cuadros políticos emergentes generaron división y encono. Hacia la ciudadanía no hubo una propuesta clara por parte de los comités estatales del Estado de México y Morelos, jamás en la entidad mexiquense hubo un pronunciamiento claro y contundente respecto a los feminicidios, la corrupción, Tlatlaya, la violencia generalizada. En Morelos pudiendo capitalizar el pésimo gobierno del primer gobernador emanado de las filas de Nueva Izquierda, prefirieron hacer una cacería de brujas interna, decretando expulsiones sin sustento e incluso ya habiendo pasado la elección siguen tratando de arrebatar triunfos a quienes no se cuadraron con la postura de la presidencia estatal. El contraste con Puebla o Veracruz es claro, en estos estados Morena se consolida claramente como la fuerza opositora y obtiene resultados que pocos esperaban. En el caso del Distrito Federal hay que señalar que las 5 delegaciones políticas que el IEDF reconoce para Morena, son donde el triunfo es amplio, donde se ganaron todas las colonias como el caso de Cuauhtémoc, más del 80% de las casillas como en Xochimilco, o donde la diferencia fue por más de 10,000 votos como en el caso de Azcapotzalco, pero delegaciones donde la diferencia es por menos de mil votos como GAM, Iztacalco y Coyoacán, son reconocidas en favor del PRD, ¿qué significa esto? Que Morena no tuvo la estructura necesaria para defender el voto, para comprobar el fraude en toda la ciudad, que en esas delegaciones donde muy probablemente ganó el partido naciente, no tuvimos argumentos para defender la voluntad popular, pero no sólo en esas, en Azcapotzalco Morena cubrió sólo el 50% de las casillas, en Cuauhtémoc el 65%, por lo que de no haber ganado por tan amplio margen, seguramente no nos habrían reconocido el triunfo. Esta falta de estructura es el costo de la disputa entre el Comité Nacional y el Estatal que tuvo como consecuencia la temprana renuncia del presidente estatal Eduardo Cervantes y de varias personas que encabezaban alguna cartera del mismo. La incapacidad de generar acuerdos y equilibrios puso a Morena en una condición muy concreta: la gente salió a dar un voto de castigo que favoreció al partido del Jefe de Gobierno con mayor reconocimiento por parte de la ciudadanía, pero el partido no tuvo la capacidad de defender y capitalizar en su máxima expresión el resultado, hubo mucho pueblo y sigue faltando partido, justo el motivo por el que nos robaron la Presidencia en 2006. Otro gran vacío fue la agenda de las candidatas y los candidatos, quienes en su mayoría se limitaron a replicar la agenda común de Morena: combate a la corrupción y la impunidad, austeridad republicana y oposición al pacto por México, pero, salvo honrosas excepciones, las candidaturas no tuvieron una agenda local con la que la población se identificara, esto al ser un factor común en todo el país habla de una omisión institucional. La manera en que se problematizó el debate con quienes promovieron la anulación del voto también tuvo conflictos, el principal fue que se vio a esta población como un sólo sector con un origen común, se le trató de manera paternalista y se le colocó del lado del contrincante, es decir, no hubo una distinción entre los colectivos de activistas radicales y voluntariosos que vieron en la anulación una opción, el grupo de intelectuales de corte pequeño burgués, los grupos de activistas con una agenda específica (feministas, colectivos LGBTTI, ambientalistas, etc), que al no ver reflejado su programa decidieron no darnos su voto, entre otros sectores; Morena desde las directrices nacionales decidió colocar a todos como colaboradores involuntarios del PRI; y no obstante hay que destacar que el voto nulo tuvo una merma de casi un punto porcentual con respecto a la elección intermedia del 2009. En general Morena se enfocó más a cuestionar la convicción, en muchos casos inamovible de quienes decidieron anular pero con quienes nos toparemos cotidianamente en las calles en otras causas sociales, que la apatía del grueso de la población que se abstiene de participar electoralmente. La postura dada por Andrés Manuel en torno al reconocimiento del matrimonio de personas del mismo sexo y el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo pone una vez más en la mesa el perfil de partido que tenemos en Morena, está claro que no es un partido con una sola ideología, desde mi punto de vista en Morena hay al menos 5 grandes sectores: el conservador nacionalista encabezado por Andrés Manuel; el pragmático liberal que no coincide con la agenda política de los otros partidos pero tampoco busca cambios de fondo en la economía nacional; el progresista que plantea una agenda clara en torno al pleno reconocimiento de los Derechos Humanos; el socialista; y un sector en proceso de formación y definiciones que para empezar se basa en lo que ya no quiere para el país. Le reto es que la dirigencia nacional donde prevalecen los dos primeros sectores, reconozcan en las alas progresista y socialista un factor fundamental para la definición no sólo de la agenda sino de la estrategia y estilo del naciente partido, estos dos sectores para quienes la agenda es condición sine qua non para caminar y construir de la mano del partido movimiento y sectores capaces de tender puentes de diálogo y colaboración con otros movimientos sociales en el país. En este momento Morena debe reflexionar una vez más qué tipo de partido quiere ser, qué estilo, discurso y agenda pretende enarbolar, romper de forma definitiva con la vieja cultura política así como ha marcado clara distancia de los partidos tradicionales, cultura política cargada de soberbia, demagogia y corrupción; si desde los espacios conquistados en este proceso electoral logra demostrar otra forma de hacer gobierno para construir poder ciudadano, y hace una diferencia clara en cuanto a posicionamientos y perfiles políticos, el resultado rumbo al 2018 se potenciará, pero también deberá concentrar buen parte de su energía en la formación política, que el grueso de personas afiliadas dé el brinco a ser militancia, que sus activistas asuman el papel de dirigentes con todas las responsabilidades que eso conlleva, la profesionalización de las estructuras partidarias es crucial, en tres años no se podrá presentar Morena con tan pocas personas defensoras del voto. El reto es tan grande como las necesidades de un país vapuleado por la corrupción, los malos gobiernos y su política de terror, asumirlos como una tarea histórica dará a Morena la posibilidad de trascender en la historia.
martes, 23 de junio de 2015
Morena 2015, demasiado pueblo, falta partido. - EDER GUEVARA
Eder Guevara @EderGuevaraM Con 3 millones 346,349 de votos, es decir, el 8.39% de la votación total; 14 distritos federales de mayoría, 21 plurinominales; 5 delegaciones políticas en el Distrito Federal y 2 más en disputa, 18 diputaciones de mayoría en la ALDF, 5 diputaciones locales de mayoría y 5 alcaldías en otros estados de la República; Morena tiene el inicio más importante de un partido de izquierda en la historia; la contundencia con que surge el partido sin alianzas y con un discurso muy definido abre un panorama interesante para lo que vendrá, se consolida un proyecto de oposición clara a los partidos que defienden y promueven el proyecto neoliberal en México. Pero no todo es alegría, sería un error quedarnos sólo con lo positivo de este proceso y no ver otros factores que, incluso en la capital del país, donde Morena se consolida como primera fuerza política, surgen como claras debilidades. Un primer elemento es el trabajo del partido en las zonas conurbadas del Distrito Federal, tanto en el Estado de México como en Morelos, el papel jugado por Morena no se acerca a la trascendencia de la Ciudad de México; los escándalos, imposiciones, divisiones y trabajo gris de las dirigencias estatales provocaron que los triunfos sean mínimos, de hecho en el Estado de México podríamos decir que no se ganó nada que no se tuviera ya, y es que todo el tiempo desde que comenzaron las asambleas para la formación del partido, ha habido una disputa entre distintos sectores y actores políticos, que se tradujo en que jamás existió vida institucional al grado que desde el comité estatal mexiquense se pretendió constituir una corriente política para contrarrestar a las que ya existían. Poca visión y talento político de quienes lejos de fomentar y potenciar la actividad de los cuadros políticos emergentes generaron división y encono. Hacia la ciudadanía no hubo una propuesta clara por parte de los comités estatales del Estado de México y Morelos, jamás en la entidad mexiquense hubo un pronunciamiento claro y contundente respecto a los feminicidios, la corrupción, Tlatlaya, la violencia generalizada. En Morelos pudiendo capitalizar el pésimo gobierno del primer gobernador emanado de las filas de Nueva Izquierda, prefirieron hacer una cacería de brujas interna, decretando expulsiones sin sustento e incluso ya habiendo pasado la elección siguen tratando de arrebatar triunfos a quienes no se cuadraron con la postura de la presidencia estatal. El contraste con Puebla o Veracruz es claro, en estos estados Morena se consolida claramente como la fuerza opositora y obtiene resultados que pocos esperaban. En el caso del Distrito Federal hay que señalar que las 5 delegaciones políticas que el IEDF reconoce para Morena, son donde el triunfo es amplio, donde se ganaron todas las colonias como el caso de Cuauhtémoc, más del 80% de las casillas como en Xochimilco, o donde la diferencia fue por más de 10,000 votos como en el caso de Azcapotzalco, pero delegaciones donde la diferencia es por menos de mil votos como GAM, Iztacalco y Coyoacán, son reconocidas en favor del PRD, ¿qué significa esto? Que Morena no tuvo la estructura necesaria para defender el voto, para comprobar el fraude en toda la ciudad, que en esas delegaciones donde muy probablemente ganó el partido naciente, no tuvimos argumentos para defender la voluntad popular, pero no sólo en esas, en Azcapotzalco Morena cubrió sólo el 50% de las casillas, en Cuauhtémoc el 65%, por lo que de no haber ganado por tan amplio margen, seguramente no nos habrían reconocido el triunfo. Esta falta de estructura es el costo de la disputa entre el Comité Nacional y el Estatal que tuvo como consecuencia la temprana renuncia del presidente estatal Eduardo Cervantes y de varias personas que encabezaban alguna cartera del mismo. La incapacidad de generar acuerdos y equilibrios puso a Morena en una condición muy concreta: la gente salió a dar un voto de castigo que favoreció al partido del Jefe de Gobierno con mayor reconocimiento por parte de la ciudadanía, pero el partido no tuvo la capacidad de defender y capitalizar en su máxima expresión el resultado, hubo mucho pueblo y sigue faltando partido, justo el motivo por el que nos robaron la Presidencia en 2006. Otro gran vacío fue la agenda de las candidatas y los candidatos, quienes en su mayoría se limitaron a replicar la agenda común de Morena: combate a la corrupción y la impunidad, austeridad republicana y oposición al pacto por México, pero, salvo honrosas excepciones, las candidaturas no tuvieron una agenda local con la que la población se identificara, esto al ser un factor común en todo el país habla de una omisión institucional. La manera en que se problematizó el debate con quienes promovieron la anulación del voto también tuvo conflictos, el principal fue que se vio a esta población como un sólo sector con un origen común, se le trató de manera paternalista y se le colocó del lado del contrincante, es decir, no hubo una distinción entre los colectivos de activistas radicales y voluntariosos que vieron en la anulación una opción, el grupo de intelectuales de corte pequeño burgués, los grupos de activistas con una agenda específica (feministas, colectivos LGBTTI, ambientalistas, etc), que al no ver reflejado su programa decidieron no darnos su voto, entre otros sectores; Morena desde las directrices nacionales decidió colocar a todos como colaboradores involuntarios del PRI; y no obstante hay que destacar que el voto nulo tuvo una merma de casi un punto porcentual con respecto a la elección intermedia del 2009. En general Morena se enfocó más a cuestionar la convicción, en muchos casos inamovible de quienes decidieron anular pero con quienes nos toparemos cotidianamente en las calles en otras causas sociales, que la apatía del grueso de la población que se abstiene de participar electoralmente. La postura dada por Andrés Manuel en torno al reconocimiento del matrimonio de personas del mismo sexo y el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo pone una vez más en la mesa el perfil de partido que tenemos en Morena, está claro que no es un partido con una sola ideología, desde mi punto de vista en Morena hay al menos 5 grandes sectores: el conservador nacionalista encabezado por Andrés Manuel; el pragmático liberal que no coincide con la agenda política de los otros partidos pero tampoco busca cambios de fondo en la economía nacional; el progresista que plantea una agenda clara en torno al pleno reconocimiento de los Derechos Humanos; el socialista; y un sector en proceso de formación y definiciones que para empezar se basa en lo que ya no quiere para el país. Le reto es que la dirigencia nacional donde prevalecen los dos primeros sectores, reconozcan en las alas progresista y socialista un factor fundamental para la definición no sólo de la agenda sino de la estrategia y estilo del naciente partido, estos dos sectores para quienes la agenda es condición sine qua non para caminar y construir de la mano del partido movimiento y sectores capaces de tender puentes de diálogo y colaboración con otros movimientos sociales en el país. En este momento Morena debe reflexionar una vez más qué tipo de partido quiere ser, qué estilo, discurso y agenda pretende enarbolar, romper de forma definitiva con la vieja cultura política así como ha marcado clara distancia de los partidos tradicionales, cultura política cargada de soberbia, demagogia y corrupción; si desde los espacios conquistados en este proceso electoral logra demostrar otra forma de hacer gobierno para construir poder ciudadano, y hace una diferencia clara en cuanto a posicionamientos y perfiles políticos, el resultado rumbo al 2018 se potenciará, pero también deberá concentrar buen parte de su energía en la formación política, que el grueso de personas afiliadas dé el brinco a ser militancia, que sus activistas asuman el papel de dirigentes con todas las responsabilidades que eso conlleva, la profesionalización de las estructuras partidarias es crucial, en tres años no se podrá presentar Morena con tan pocas personas defensoras del voto. El reto es tan grande como las necesidades de un país vapuleado por la corrupción, los malos gobiernos y su política de terror, asumirlos como una tarea histórica dará a Morena la posibilidad de trascender en la historia.
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