E
l proceso electoral de 2015 ha hecho evidente la voluntad del régimen de perpetuarse en la descomposición y confiar en que la sociedad mexicana se resignará. Los abusos, desventajas, irregularidades y la quiebra de las instituciones electorales hacen evidente que no se desea una competencia genuina. Con excepción de Morena la oposición se ha diluido en una alianza de facto con el gobierno.
Esta situación se asocia con la violencia y con la penuria económica. Es lógico que la sociedad civil se defienda y es válido que haga propuestas. Así se convoca a incrementar la abstención, anular el voto, exigir una nueva constitución, etcétera. El análisis que sustenta estas propuestas repudia a toda la clase política y en él está ausente una ponderación objetiva del surgimiento de Morena, que es el único partido que no se sumó al pacto que propuso el gobierno y que en unos cuantos meses se ha levantado hasta llegar a un millón de afiliados, celebrar 30 asambleas y establecer una red que abarca todo el país. Estos hechos no pueden ser negados ni menospreciados.
El régimen no parece sentir mucho temor ante sus críticos, y sólo puede preocuparle que sus adversarios se unan y se organicen a fondo. Es cierto: toda su maquinaria podría sufrir un desmoronamiento interno por sus propias contradicciones, como sucedió en la Unión Soviética en 1989. Pero desde fuera sólo existen tres vías para derrocarlo: una rebelión armada que no pudiera ser sofocada por el Ejército; un movimiento de resistencia pacífica o desobediencia civil al estilo de Gandhi; o el surgimiento de un nuevo partido que opte por la vía legal y pacífica.
Una revolución no es imposible, pero su costo podría afectar a dos o más generaciones, y nadie garantiza que su desenlace no sea otro régimen autoritario y corrupto. Un movimiento de resistencia civil requeriría una cultura participativa que aún no existe en México. Con todos los obstáculos y peligros que esto implica, sólo quedaría la vía institucional, un partido capaz de promover y defender el voto y ganar las siguientes elecciones presidenciales.
Las iniciativas ciudadanas tienen una gran debilidad: no contienen una propuesta organizativa. No tienen redes extensas en todo el país, carecen de articulación y liderazgos bien definidos. El surgimiento de un movimiento como Podemos, de España, con una democracia electoral sólida, no tiene condiciones viables en México. Si Morena confirma su registro y da evidencias de buena organización y capacidad de triunfar en algunos puntos claves, podría tener una oportunidad para 2018. Por ahora no existe en el horizonte ninguna otra alternativa.
Twitter: @ortizpinchetti
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