(08 de abril, 2015).- El punto de inflexión para hacer estallar a la paciencia de la sociedad mexicana fue la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, en septiembre del año pasado. A partir de entonces las calles de México fueron inundadas, de manera constante, por decenas de marchas donde la crítica era directa hacia Enrique Peña Nieto y el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Pero no todos los reclamos eran en materia de seguridad y violencia; los reproches al gobierno de Peña llegaron un poco antes con sus reformas, de carácter privatizador, que impulsa el mexiquense y su partido, fueron eje para la protesta ya que, éstas, sólo beneficiarán a unos cuantos empresarios dejando a la sociedad en las mismas, o incluso peores, condiciones de vida.
Miles se manifestaron por la reforma en telecomunicaciones, ya que ésta se encargaba de acabar, poco a poco, con el derecho a la privacidad y con el de la libertad de expresión. También hubo fuertes reclamos contra la reforma energética porque lo único que vendrá a generar es daño a la naturaleza, con el fracking, además de privilegiar la producción de hidrocarburos y brindar la posibilidad de que empresas internacionales exploten al petróleo.
Si esto no hubiera sido suficiente ocurrió, poco tiempo después, uno de los crímenes más sonados a nivel internacional; la desaparición de 43 normalistas en Iguala, Guerrero. Esta situación dejo claro, una vez más, la ignorancia del gobierno delante del terrible escenario de violencia que vivía el país; por ejemplo no existe un registro que contenga a los más de 20 mil desaparecidos en el país ni una Ley que regule y castigue la desaparición forzada. Pero no fue sólo eso, también quedó en evidencia la infiltración del narco en el gobierno y que la justicia sea usada pero al servicio de Peña ya que, el entonces procurador, Jesús Murillo Karam nunca presentó los videos donde se observa a la Policía Federal durante la desaparición de los estudiantes.
La suma de todas estas circunstancias ha llegado a un caudal de fastidio, desconfianza y hartazgo generalizado en la sociedad mexicana, hacia Peña y las clases políticas.
Sin embargo han aparecido líderes sociales, como el padre Alejandro Solalinde, que han instado a favor de que no se vote el próximo 7 de junio. Lo anterior pareciese la solución básica y lógica para llegar al psilogismo de “si no se vota nadie gana”, sin embargo analistas y activistas advierten que, si se hace caso a estas peticiones, sólo se le estaría entregando, de nuevo, el Congreso a Enrique Peña, y al partido que lo respalda (PRI), lo que ocasionaría que las reformas que promueve serían aprobadas, no se debe olvidar que en estas reformas viene la tétrica Ley General de Aguas, que no significaría otra cosa que su privatización.
En este orden de los hechos el activista, Oscar Mondragón, llevó a cabo un recuento de como la elección presidencial de 2006, cuando el PRI no figuraba para nada como un ganador potencial, demostró que a pesar de la situación que viva el PRI tiene al menos 9 millones de “votos duros”, que no significa otra cosa que una maquinaria cuidadosamente aceitada que funciona con votos comprados o que son movilizados gracias a los sindicatos y el clientelismo. No se debe olvidar que tuvo 70 largos años para conseguir el correcto funcionamiento de esta máquina, misma que no podrá ser desmantelada con facilidad.
También no se debe olvidar que, además de los “votos duros”, el PRI tiene una alianza asegurada con el galardonado (en multas) Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y también una mancuerna, al menos para las privatizaciones, con su “competidor” el Partido Acción Nacional (PAN). Si las personas no llegan a votar o anulan su voto sólo terminarían beneficiando a este séquito de trúhanes.
Por su parte Mondragón recuerda que en México no existe legislación alguna que haga del abstencionismo o del voto nulo una herramienta de castigo. Ya que, si en las elecciones sólo una persona votara, ese voto haría ganador a aquél que lo recibió. De esta forma a los políticos, con ventaja en la movilización del voto, es decir a los del PRI, el abstencionismo no es algo que les provoque pesar. Todo eso a pesar de que el abstencionismo es una forma de protesta pero que sólo queda como algo simbólico.
Y Mondragón recuerda que, a este gobierno, lo simbólico no lo ha hecho cambiar de actitud, y lo anterior queda claro ya que, después de Ayotzinapa, las protestas por el despido de Aristegui, los escándalos por las casas Higa, las críticas y portadas en medios internacionales, mismas que anuncian el final del “mexican moment”, o que el nivel de aprobación de Peña esté por los suelos, el gobierno ha demostrado, una y otra vez, que le da poca importancia a la opinión pública.
Por mencionar uno, de muchos ejemplos, de esta “falta de pudor y escrúpulos” se tiene el nombramiento de Virgilio Andrade como secretario al frente de la Secretaría de la Función Pública (SFP), Andrade es allegado tanto de Peña como de Luis Videgaray mismos que, supuestamente, investigaría por el escándalo de los contratos con Grupo Higa al momento de adquirir millonarios inmuebles, después de cuatro meses la “investigación” no arroja nada.
Mondragón expresa que a este gobierno no le interesa ser exhibido, ya que los hechos hablan por sí solos, y así la mitad de la población no votara no habría una mínima molestia para el gobierno en cuestión.
Por lo que Mondragón señala que la solución sería un “voto práctico” y para que se lograra los ciudadanos deben votar por algún partido que no haga mancuerna con el PRI, para la aprobación de las reformas, lo que deja al Partido del Trabajo (PT), Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) o alguno de los 22 candidatos independientes que, con todo en contra, lograron su registro, como únicas opciones de cambio, al menos en el papel.
Para Mondragón en estas elecciones lo mejor (si estás harto del gobierno) es votar por alguien, ya no por convicción ideológica, sino por castigo práctico. De esta forma se conseguiría bloquear a las reformas privatizadoras que Peña pretende implementar a toda costa y ¿cómo?; arrebatándole a la mayoría del Congreso.
Pero Mondragón no es el único analista que opina que el abstencionismo o voto nulo sólo conseguiría beneficiar al PRI:
Martín Moreno
“Pero vote. Ni abstención ni sufragio en blanco. Eso favorece al PRI, sin duda”.
“¿Dónde le duele al PRI? No votando por sus diputados federales”.
Pascal Beltrán del Río
“Si los electores libres no acuden a las urnas habrá menos sufragios que compitan con los de los acarreados”.
Octavio Rodríguez Araujo
“La abstención y el voto nulo beneficiarán al PRI más que a ningún otro partido”.
Por lo tanto la duda, reinada por el binomio de “¿votar o no votar?”, será respondida por otra pregunta; ¿qué tan harto estás del gobierno actual?… si la respuesta es mucho, entonces ya se sabe qué hacer.
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