Cuando al llamado “gobierno” del entonces electo Peña Nieto le faltaba unos días para tomar posesión en una ceremonia solemne, se les prendió el foco a los fósiles del PRD.
En efecto, ilustrados miembros de la corriente de Los Chuchos, hicieron el año al asirse de una ocurrencia que los mantendría por mucho tiempo en el presupuesto oficial y, de paso, listos para colar a su parentela en todas las nóminas posibles.
Tenía mucho que a los “tiradores” de los grupos marginales que pululaban alrededor del fuego sagrado del poder, los unía el mismo pegamento: la propuesta nada original de un frente común que aglutinara a mendigos y millonarios, para pedir canonjías desde una misma canasta política.
Rememoremos: Nunca fue otra la intención de los llamados grupos de la “sociedad civil” (que pretendían remover en su tumba al apacible Gramsci, autor del concepto), como el “San Ángel”, el de los “Reformadores del Estado”, los “Votantes Útiles” y demás padrotes de esa “modernidad patriótica”.
Un repaso esquemático a los adalides de café que destacaban por la velocidad de producir silogismos políticos que preocupaban seriamente a sus maestros de la academia, pendientes de su salud, lleva a la conclusión que fue una fórmula desaforada para unirse al cabús de la política… cuando éste ya había pasado.
Como compensación, todas estas monsergas intelectuales y políticas, recibieron premios de “consolación”: posiciones en el gabinete de la “transición” foxista, presidencias de nuevos partidos fugaces y ridículos, menciones en estudios de Nexos o de Letras Libres o, ya de perdis, reconocimientos de ternuritas frustrados y amargosos.
Apadrinados todos por Carlos Salinas, se trataba de un grupo de protagonistas, elitistas, tragones y borrachos que ocupaban todos un foro domiciliario para decir cuanta sandez les ocurriera, con el fin de que “no chocaran los trenes” y en las elecciones de agosto del 94, el traidor Zedillo saliera electo, lo más limpio posible.
¿Expertos en la construcción de nuevas redes políticas?
El difunto Carlos Fuentes dio la luz verde necesaria, o la orden de “¡fuego!”, si se quiere, después de un sesudo estudio literario que publicó en algún cenáculo extranjero veraniego, en donde se hacía ver la necesidad de que los guardianes de las vestales sociales vigilaran elecciones pulcras.
Era real el temor de que Zedillo no podía calentar ni un café, menos ganar las casillas. Desde que se mal paraba sobre los entarimados políticos en la campaña, con ademanes y gritos melifluos y chocarreros, hacia sudar gruesos chorros amargos a sus matraqueros.
Pura demagogia. Todo estaba acordado. Al día siguiente de que se publicó el famoso artículo de Fuentes, en Los Pinos ya se hacía tarde para que Salinas se comunicara con el escritor al resort extranjero donde lo hallaran, para expresarle que estaba maravillado del contenido.
Y que, pues, ¡adelante!… Muchas joyas del catálogo aborrecible de politiquillos vividores y mercachifles fueron apuntados de inmediato para hacerle al canela.
Como se habían tomado muy en serio la autodefinición que hacían de ellos mismos, de “expertos en la construcción de nuevas redes políticas”, los aguzados san angelinos propusieron “de todo y más”, como decía Pedro Infante al llegar a una cantina.
Hasta la construcción de un frente de gobierno para la transición democrática, que estuviera integrado por un grupo “plural” de notables –ellos, but of course– arropados por las siglas partidistas que se carrancearan, para darles marquesina de postín.
Salinas sólo les contestó que si eso era lo que querían, ¡adelante”. Eso sí, “siempre y cuando la propuesta surgiera de la sociedad civil” y no al revés. Es decir, el círculo cuadrado, pues ¡la sociedad civil, el cambio, la legitimidad y todo, incluyendo a la Patria, eran ellos, por ser sus padres!
Al único que hacían el caldo gordo en todo ese tiquismiquis de caverna intelectual, era al propio Salinas, que desde la Presidencia no se la acababa en el señalamiento que le hacían como culpable del asesinato de Colosio, sucedido dos meses antes.
Sea o no cierto, a algún publicista del PRI que no tengo identificado, se le ocurrió el slogan de asociar al nefasto Zedillo con la paloma de paz, y gracias al pavor que los mexicanos le tenían a los fusiles de madera del espantapájaros de Marcos, ¡el cachanilla arrasó!
Salinas: no hay peor manipulado que el manipulador
Este evento inexplicable dio al traste con todas las propuestas, el “prestigio” académico que los antecedía y su perspicacia política para agarrarnos a todos de sus pendejos. Así, éramos un país poblado de padres de la patria.
La otra intención política de Salinas, no menos importante, era disfrazar la abjuración que Diego Fernández de Ceballos, había hecho de la candidatura del PAN, una vez que destrozó al infame Zedillo en el primer debate público.
Si Diego Fernández no se retiraba de la contienda, sería el ganador. Creía Salinas que esto no le convenía y como no hay peor manipulado que el manipulador y la única justicia que se aplica en México es la divina, el tiempo le demostró en carne propia que estaba equivocado en proteger al inútil Zedillo.
Otra intención del sietemesino era mantener de invitado de piedra en la contienda al testarudo Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del PRD, más frío que las nalgas de María Conesa. Como siempre decía que sí, el hijo de El Tata era imprescindible.
Pero eso sí. Los heraldos de la sociedad civil del original “Grupo San Ángel” tuvieron la oportunidad de grillar con cuanto secretario de Estado les pusiera enfrente Carlos Salinas…..¡y la cereza del pastel intelectual… hasta con el subcomandante Marcos! ¡Guauu!
Todos ellos “pasaron a la báscula” a los candidatos presidenciales y en ese iter criminis, muchos vivales de la famosa “sociedad civil” (de la cual ya estamos hasta la madre, por su atrevida decadencia) sacaron raja para el futuro de sí mismos y sus descendientes.
Y aunque usted no lo crea, ¡hicieron escuela! Los reformadores del Estado y los promotores de votos útiles, por supuesto adalides de la vejada sociedad civil desfilaron por sus fueros hasta hace muy poco.
Así llegamos al 2012. Como los grupos de protagonistas ácidos de “la sociedad civil” se habían súper quemado con todos los cuates. Todos habían enseñado los calzones al cobrar en efe’ y por adela’.
Como los grupos de “reformadores del Estado” ya se habían mentado hasta la madre y los promotores de los “votos útiles ” ya se habían acomodado desde hacía tiempo en el jugoso presupuesto, ¡no había más qué hacer!
El Pacto, mezcla anodina de iniciativas de centro y de derecha
Lo novedoso era una alianza entre los partidos, ya desfondados, unos por una candidata albiazul que decepcionó a todos sus simpatizantes y terminó logrando que sus seguidores se enemistaran con Calderón. Otros, porque entendieron a tiempo que el candidato amarillo de siempre sólo los volvería
a buscar cuando se aproximaran las siguientes elecciones presidenciales del 2018.
Los tricolores, porque eran los únicos dinosaurios que tenían relaciones con la oposición y era la única forma de que en lo sucesivo se volvieran a acordar de ellos. Haciendo gala de su instinto, arremetieron todos los huérfanos partidistas en esta tarea.
Y les resultó el famoso “Pacto por México”. Una mezcla anodina de iniciativas de rancio centro y de derecha, que embonaban a la perfección con la manera de ser de los fruncionarios, acostumbrados a que los demás hagan el trabajo. Ellos a lo suyo, las “órdenes”. ¡Y a robar!
El famoso Pacto, al mismo tiempo que arrasó con lo que quedaba de oposición, convirtiéndola en un lastre de colaboracionismo, acabó con cualquier vestigio de programa gubernamental.
Todo se enfocó a vender al país. Del programa electoral sólo quedaron las “promesas notariadas de campaña “, que se resolverían, como todos los grandes problemas nacionales, al llegar el dinero de las “reformas estructurales” del Pacto.
Cualquier divergencia entre la oposición sobre alguna iniciativa, se acordó resolverla, juntándose al voto del partido que no la rechazaba. Y así, todos contentos, hasta que no quedará ni una hierba, ni zacatillo en el llano.
Pero…
Ahora que todo se vino abajo, no aparecen quienes se arrebataban el título de padres del Pacto. Los que aparecen sólo son para exhibir sus miserias guardadas a precios altos en el extranjero y a evidenciar su temor a las bartolinas.
¿Ningún firmante del Pacto tiene alguna receta para su fracaso? ¡El México político no es país de pactos, programas o planes, es un lugar sin límites para lambiscones, palafreneros, cagatintas y sus ocurrencias!
¡Al averno los padres de la patria! Como decía el filósofo de Güemes: “la receta del éxito la desconozco… pero la del fracaso es querer quedar bien con todos”. ¿O no?
Índice Flamígero: Marcelo Ebrard se chamaqueó a los perredistas. Armó una estrategia para aparecer como víctima de Los Chuchos. Le funcionó. Él ya estaba apalabrado con Dante Delgado, desde endenantes. En Morena, por agradecimiento, le hacen ojitos sólo para que encarezca su arribo a Movimiento Ciudadano. Mientras, el asunto de la “Línea Robada” seguirá su tortuoso camino judicial. ¿Lo desaforarán siendo diputado? + + + El Poeta del Nopal nos endulza el momento con su epigrama en torno a los “Tiempos de Austeridad” anunciados por el “gobierno” Peña-Videgaray: “Son tiempos de austeridad, / asegura un diputado, / pero en casa del
ahorcado / se vive otra realidad; / corrupción e impunidad / son el distintivo sello / para el humilde plebeyo / que entre penurias aguanta: / los huevos en la garganta / ¡y con el agua hasta el cuello!”.
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