Una vez más no cedimos ante presiones; antepusimos el bien común: Madero
El líder de los petroleros, el senador Carlos Romero Deschamps, uno de los que ocuparon la primera fila en el acto en Palacio NacionalFoto Cristina Rodríguez
Arturo Cano
Periódico La Jornada
Martes 12 de agosto de 2014, p. 5
Martes 12 de agosto de 2014, p. 5
¿Qué sigue para el gobierno de Enrique Peña Nieto, una vez promulgada la legislación energética? Para empezar, este mismo martes la celebración en la cuna de la verdadera
victoria cultural: el Presidente irá a su natal Atlacomulco a la conmemoración luctuosa de Isidro Fabela, el fundador del grupo que ahora gobierna.
¿Es una victoria de Manuel Gómez Morín o de Carlos Hank González, quien hizo fortuna no con hoteles y gasolineras, sino con pipas al servicio de Pemex?
El PAN la sigue reclamando para sí.
Esta victoria de México tiene un origen en la iniciativa de Acción Nacional. El día de hoy se abre un nuevo capítulo en la historia, impregnado de ideas de apertura, de competencia y de modernidad, y se cierra otro basado en la defensa de monopolios y de estatismo, dice Gustavo Madero, tercer orador en el acto de promulgación de las leyes secundarias en materia energética.
Habla Madero y en la escenografía detrás suyo dominan las escenas de
energías limpias, aunque hayan sido minimizadas en la reforma.
Entierra el PAN al cardenismo (Pemex y la CFE no serán más las sacristías de la izquierda, dice uno de sus conspicuos intelectuales) y sepulta simultáneamente su
brega de eternidad.
Descontado que durante 12 años en Los Pinos los panistas fueron incapaces de arañar siquiera los pilares del régimen que combatieron –y con el que ahora pactan–, ¿cuál es el discurso posible para un partido que convierte su
victoria culturalen materia para filtraciones teiboleras en video?
Madero, por cierto, ya no habla de la cacareada
victoria cultural, sino de una reforma modernizadora, encarrilado ya al 2015, igual que con su propuesta de incremento al salario mínimo:
El PAN propondrá una consulta propositiva y constructiva para promover un nuevo pacto, un pacto entre la población y sus gobernantes; un pacto democráticamente acordado para que la ciudadanía con su voto directo imponga a sus representantes el mandato de concentrar su atención en la búsqueda de una mayor igualdad y justicia social.
Se refiere, claro, a la propuesta originalmente planteada por la dupla Mancera-Chertorivski (¿realmente por ellos?) que cada día pierde más filo (si no es inflacionaria, si los empresarios quieren).
Pero, esa formulita de la
justicia social, ¿no fue, durante décadas, lema del PRI?
Aún hoy, el punto número uno de la declaración de principios del Revolucionario Institucional (esta última palabra fue omitida en el programa oficial del acto) reza:
Democracia social, síntesis de nuestra propuesta por la democracia y la justicia social.
En el Patio de Honor de Palacio Nacional se pierde la cuenta de los aplausos. El más largo es para dar la bienvenida al presidente Enrique Peña Nieto (50 segundos), pero tampoco le son regateados al líder del PAN y su discurso antiestatista.
Una vez más no cedimos ante presiones y discursos anacrónicos. Una vez más antepusimos el bien común y no titubeamos al cumplir la palabra dada, y hacer lo que debíamos hacer.
Una vez más. Claro, según su finado teórico, Carlos Castillo Peraza, cogobiernan desde 1989.
Sigue Madero: “Felicidades a todos ustedes…. Esta es la mayor reforma económica de los últimos 75 años”.
El dinero une lo que la sangre separa, diría la clásica regiomontana.
Allá, cerca del telepromter, antes de que llegue el Presidente, Madero se pasea un rato y se acerca al director del Banco de México y al secretario particular del presidente Peña. Agustín Carstens le dice algo sobre el inflacionario riesgo de su propuesta.
No se preocupen, nada más es hasta las elecciones, se justifica Madero quien, además, abandona el acto muy pegado a Aurelio Nuño.
¿Que el sindicato de Carlos Romero Deschamps pierde privilegios gracias a la brega de eternidad convertida en jaloneo para dar un toque ultraliberal a la reforma energética? No aquí, no ahora. El líder petrolero llega y tres ayudantes lo pasan sin hacer fila para que obtenga el pegote de invitado especial. Luego se instala, a la espera de que inicie el acto, en la primera fila, donde también se placean los dos artífices panistas de la reforma: los diputados Juan Bueno Torio y Rubén Camarillo (Camorrillo, le apodaron en el Senado, gracias a su estilo, que disfruta de provocar a las izquierdas).
En el templete ha ocupado su lugar, en la tercera fila, el diputado priísta Marco Antonio Bernal, presidente de la Comisión de Energía, justo al lado de su par del Senado, David Penchyna, ambos llamados por sus nombres en el discurso de César Camacho Quiroz, presidente del PRI, aunque sólo después de que el panista Gustavo Madero –eso dicen los priístas– hace la lista de los diputadosblanquiazules más comprometidos con la reforma.
Las flores para Bernal y Penchyna no son de Camacho, sino de Luis Videgaray. Cuando el secretario de Hacienda escucha que Madero nombra a seis o siete panistas, pide a un elemento del Estado Mayor Presidencial que le lleve a Camacho Quiroz una tarjeta en la que anota dos nombres.
No los de Emilio Gamboa Patrón y Manlio Fabio Beltrones, de quienes sólo aluden sus cargos. Cuando el presidente Peña termina su intervención y, fiel a su costumbre, saluda largamente a algunos de sus invitados, va primero hacia la tercera fila, donde están Penchyna y Bernal, que se ganan su minuto de fama.
En la primera fila están el presidente y sus secretarios de Hacienda, Gobernación y Energía. Ahí mismo, para reforzar el mensaje a la usanza del PRI mexiquense, los coordinadores parlamentarios a la alianza mayoritaria y los presidentes de los partidos
reformadores: PRI, PAN, Verde y Nueva Alianza.
En su paseíllo para saludar, el presidente Peña alcanza a un hombre que no aplaudió ni una sola vez: el gobernador perredista de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero (también vino el oaxaqueño Gabino Cué, para subrayar las ausencias de Arturo Núñez, Miguel Ángel Mancera y el muy reformista Graco Ramírez).
Cada vez que los gobernadores a su lado se levantan para aplaudir, Aguirre también se pone de pie y encoge los brazos, incómodo. El contraste es su sonrisa de mazorca después de que el Presidente le tiende la mano.
La oratoria de jilguerillo setentero del líder del PRI, César Camacho, gana casi más aplausos que el Presidente, cuya
visión de Estado ha merecido atracción mundial, del
presidente transformadorque seguirá contando, promete el también ex gobernador, con
comprometidos activistas de la reformaen las filas del tricolor.
Mientras su partido anuncia no 500 mil sino
millones de empleos, Peña Nieto le da forma a la prisa de entregar el petróleo y el gas (ahí vienen las rondas cargadas de contratos) y matiza el entusiasmo de Camacho: tarifas y precios más bajos (en luz y gas, nunca en gasolina) serán una realidad
gradualmente. Un gradualismo que calcula llegar vivo y coleando a las elecciones de 2015.
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