E
l INE reconoció una realidad abrumadora: el movimiento obradorista. Culminó un proceso muy largo, de unos 30 años, a partir de que el líder tabasqueño abandonó el PRI y organizó en su estado la primera oposición en su historia. Quizás el arranque se dio por el desafuero en 2005, que promovió un pícaro para traicionar la democracia desde la Presidencia, con la sólida complicidad de PAN y PRI. Contra ese atraco millones se manifestaron y demostraron que el pueblo existía. De ahí para acá, AMLO y sus leales han navegado como salmones: remontando traiciones, robos electorales, calumnias y una cultura clientelar.
Los intentos de destruir a AMLO trasladaron la lucha por la democracia del espacio de la sociedad civil a una oposición progresista, hasta hoy se identifica con Morena. Mucho hemos aprendido: el verdadero adversario no son las burocracias de los partidos, sino la oligarquía, una de las más obtusas y poderosas del mundo. Lo bueno: que, al revés de otras coyunturas históricas, este proceso no ha desbordado en una sangrienta guerra civil con legiones de muertos y exiliados. Lo de Morena es una hazaña, porque ha despertado a millones en un país dominado por el cinismo. Porque ha demostrado que es posible cambiar sin romper un vidrio, sin dañar a nadie. Que puede animarse la llama del patriotismo que parecía casi extinta. Pero el cuento va para largo. Es casi seguro que Morena ratificará su presencia en 2015. ¿Podría ganar la Presidencia en 2018? ¡Eso es harina de otro costal! Puede aprovechar la crisis de representatividad de los actuales partidos (repudiados al 70 por ciento), pero deberá distinguirse de los demás y no es fácil. Hay quien dice que su oferta es de un
radicalismo extremo: ¡mentiras! Lo que propone es limpiar de corrupción a México, volver a crecer y empezar a repartir, aumentar seguridad y empleo y defender el patrimonio nacional: hay que reconocer que estas metas moderadísimas en cualquier régimen democrático, son aquí utópicas.
¿Habrá oportunidad en la oferta económica? Es muy difícil que el actual gobierno pueda hacer crecer otra vez la economía y prácticamente imposible que provoque una derrama para que la gente olvide la desigualdad y la concentración del ingreso. El problema está en que una mayoría amplia del pueblo crea que Morena puede iniciar la regeneración nacional y le otorgue su confianza y su voto. Lo más difícil es organizarse. Demostrar que los recursos que habrán de recibirse se administrarán con austeridad. No para generar otra burocracia prepotente, sino para construir una organización capaz de generar una nueva clase de políticos, que según creemos, está esperando su oportunidad. Por lo pronto, de no haber tanta mezquindad, AMLO y sus compañeros habrían recibido ya un reconocimiento general a su valentía, tenacidad, talante pacífico y patriotismo.
Twitter: @ortizpinchetti
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