2 DE JUNIO DE 2014
ANÁLISIS
El Boeing 787 Dreamliner. Foto: Boeing |
MÉXICO, D.F. (apro).- Si se cumple lo previsto, Enrique Peña Nieto estrenará, este mes de junio, algo que no tiene ningún presidente del mundo, ni los más poderosos de Estados Unidos, Alemania, Rusia o China: un avión de 7 mil 500 millones de pesos.
Se trata, efectivamente, de un palacio que vuela: tiene doble pasillo y puede transportar hasta 250 pasajeros, alcanza una velocidad de casi mil kilómetros por hora y es capaz de hacer la ruta Nueva York-Atenas o Tokio-Los Angeles sin hacer escalas.
Si la pensión vitalicia que pretendían los magistrados electorales fue una desmesura que la indignación popular frustró, al menos por ahora, la compra de un avión a todo lujo para los viajes de Peña –que es ya irreversible– es otra bofetada a los mexicanos.
Muchos no lo saben, pero este capricho de Peña Nieto, que también lo fue de Felipe Calderón –porque él inició el trámite al final de su corrupto sexenio–, nos costará a los que pagamos impuestos más de 7 mil 500 millones de pesos, más otros mil millones por la adecuación del Hangar Presidencial en el aeropuerto capitalino.
Con esta cantidad podrían construirse por lo menos ocho hospitales como el del IMSS que, apenas el 22 de abril, inauguró Peña en Hermosillo, Sonora, y que, a un costo de mil millones de pesos, tiene 189 camas, 11 quirófanos, dos salas de partos y una sala de urgencias para atender a 240 mil derechohabientes.
El mismo costo de mil millones de pesos tendrán el hospital regional de alta especialidad de Coatzacoalcos, Veracruz, también del IMSS, que atenderá a un millón 600 mil personas de la zona sur del estado, y lo mismo el complejo hospitalario-turístico que el empresario mexicano Juan Antonio Hernández construirá en Acapulco, Guerrero.
Quizá a muchos no les diga nada esta comparación, pero podrían escandalizarse si saben que el precio del nuevo avión presidencial duplica el presupuesto que este año gastarán todos los partidos políticos de México y que asciende a 4 mil millones de pesos.
Desde que se supo del plan de comprar un nuevo avión presidencial, a finales del gobierno de Calderón, se ha escamoteado la información a los mexicanos: Y con razón: El Boeing 787 Dreamliner era un despropósito que convenía ocultar, porque se trata de una nave que ni siquiera usan los presidentes de las naciones más poderosos del planeta, como Estados Unidos, Rusia y China.
Pero gracias a los colegas de la revista Emeequis se pudo saber que, aunque el precio de contado de la compra de esta nave –propia de una personalidad megalómana– era de mil 667 millones de pesos, su costo final será 350% más caro por el esquema de pagos elegido, una responsabilidad compartida entre Calderón y Peña: nada menos que 7 mil 520 millones de pesos.
De acuerdo con documentos obtenidos por la revista, que los hizo públicos en agosto del año pasado, la multiplicación del precio obedece al esquema de financiamiento que se prolongará hasta el año 2027.
El gobierno de México pagará, con nuestros impuestos, 6 mil 308 millones durante 15 años, más mil 211 millones de pesos por el mantenimiento de la lujosa aeronave, para una suma de más de 7 mil 500 millones de pesos.
Conforme al contrato, la entrega del avión –que tiene una vida útil de sólo 25 años– está previsto para el 30 de este mes en las instalaciones de la empresa Boeing, en Washington, Estados Unidos, y Peña podrá estrenar ese palacio volador de inmediato.
Está claro: élite opulenta, pueblo indigente…
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
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