Peña y Obama. Cumbre de las Américas. Foto: Presidencia |
TOLUCA, Edomex (apro).- Fue sólo un instante. Pero suficiente para apreciar la novatez del presidente Enrique Peña Nieto en materia de encuentros internacionales.
Daban las 12 con 42 minutos cuando el presidente estadunidense Barack Obama ingresó al vestíbulo del Palacio de Gobierno. Tras de sí un grupo de cuatro escoltas personales. Peña Nieto lo recibió, solo, con apenas el canciller José Antonio Meade a unos metros de distancia, atrás suyo.
Nervioso, el mexicano intentó fugazmente fundirse en un abrazo –al clásico estilo del político mexicano– con su invitado. Pero Obama, sutilmente, apenas perceptible la acción, lo contuvo. Con su mano izquierda detuvo el brazo del mexicano, que se aprestaba al abrazo. A Peña se le desdibujó la sonrisa y perdió el control momentáneamente.
Tanto, que después del saludo que se pretendía efusivo, el presidente mexicano no acertó a decirle a Obama qué procedía después del saludo. Se colocaron frente a las banderas de Estados Unidos y de México. Parecía que iban a saludar a ambos lábaros.
Tuvo que intervenir el jefe de protocolo de la Presidencia de la República para indicarles que de lo que se trataba ahora era de colocarse de espaldas a las banderas y darse nuevamente el saludo, pero mirando, sonrientes, hacia las cámaras, para la foto y el video.
Se retiraron juntos a sus respectivas oficinas, dispuestas para la ocasión, a hacer un ajuste de tiempo, para después sostener un encuentro privado de 10 minutos. Peña acompañado de Meade Kuribreña, secretario de Relaciones Exteriores, y Obama por Susan Rice, asesora de Seguridad Nacional.
Pero Enrique Peña Nieto dejó la sensación de haber recibido a un personaje jerárquicamente superior.
Al término del encuentro privado, sostuvieron la reunión bilateral oficial; ambos presidentes con sus nutridas comitivas.
Aunque desbalanceadas éstas: Peña Nieto con los más altos funcionarios de su gobierno, secretarios de Estado en su mayoría. Y Obama con pocos titulares y muchos asesores. Por ejemplo, brillaron por su ausencia el secretario de Estado, John Kerry, y el secretario del Tesoro, Jacob J. Lew, homólogos, respectivamente, de José Antonio Meade (Relaciones Exteriores), y de Luis Videgaray (Hacienda).
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