Gamboa durante la toma de la tribuna del Senado. Foto: Octavio Gómez |
MÉXICO, D.F. (apro).- La privatización del petróleo de México no es un asunto de razones –técnicas, jurídicas, económicas, políticas y/o éticas–, sino sólo de poder, y éste lo tienen hoy, en el Congreso, los partidos de la derecha: PRI y PAN.
Es sabido que la principal ambición del PAN desde su fundación, en 1938, fue revertir la expropiación petrolera decretada por Lázaro Cárdenas un año antes, y lo ha logrado, 74 años después, asociado con el PRI, el partido que renegó de esa gesta cuando Enrique Peña Nieto se convirtió en su candidato.
No es fortuita esta concordancia para la entrega del principal recurso estratégico de la nación, el petróleo, porque ambos partidos han asimilado lo peor de cada uno: El PRI es ya claramente retrógrada y el PAN es desde hace mucho descaradamente corrupto.
Corruptos y reaccionarios, el cinismo y la prepotencia los hermana también: ¿Discutir? Ya se discutió por muchos años. ¿Consultar a los mexicanos? Qué tontería que para eso somos sus representantes. ¿Eso es antidemocrático? Sí, ¿y qué?
No es novedoso el contubernio: PRI y PAN se hermanaron en la misma política económica desde hace un cuarto de siglo, en 1988, cuando el segundo avaló a Carlos Salinas y reclamó como “victoria cultural” la instauración del modelo económico neoliberal.
Tenía razón José Angel Gurría cuando, el 2 de diciembre de 1993, reveló a un grupo de inversionistas japoneses que Luis Donaldo Colosio, recién “destapado” candidato presidencial priista, continuaría la política económica neoliberal de Salinas y también su sucesor, en el año 2000, hasta completar un cuarto de siglo.
Debe recordarse que el diario Reforma publicó el 3 de diciembre ese vaticinio de Gurría, que ya daba por ganador al priista que luego sería asesinado:
“Y me permitiría aventurar que del equipo económico del presidente Colosio, que por supuesto serán los nombres de estos ministros que hoy tenemos en otras posiciones, o que se están agregando a su campaña, de los cuales saldrá el presidente del año 2000 y que tendrá también la misma visión, la misma dirección y la misma filosofía.
“Y podemos hoy anticipar 24 años de continuidad en la política económica, y 24 años yo creo que debe ser suficiente para darles a ustedes tranquilidad, aun a los japoneses que ven las cosas en plazos tan largos”.
Aunque Colosio no fue presidente de México, Ernesto Zedillo mantuvo la misma política económica que Salinas y lo mismo hizo el panista Vicente Fox en el 2000, luego Felipe Calderón hasta 2012 y ahora Peña, con quien se cumplen los 24 años del continuismo ofrecido por Gurría a los japoneses.
El propio Gurría ha sido orquestador y custodio de lo que prometió hace exactamente dos décadas en su carácter de director general del Banco Nacional de Comercio Exterior: Con Zedillo fue titular de Relaciones Exteriores y secretario de Hacienda, y desde 2006 es presidente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
De manera que no hay sorpresas: Por mandato de sus verdaderos amos, PRI y PAN, en sus respectivos gobiernos, han aplicado el mismo modelo neoliberal, específicamente el dogma de la privatización que ahora con el petróleo consolidan no con argumentos técnicos, jurídicos, políticos, económicos y/o éticos –esas son tonterías–, sino con la mayoría que integran en el Congreso.
La aprobación en el Senado de la contrarreforma que eleva a rango constitucional el saqueo del petróleo se produjo justo este lunes 9, cuando se conmemora el Día Internacional contra la Corrupción, y se prevé que se avale en la Cámara de Diputados el jueves 12, día de la Virgen de Guadalupe.
Pasó lo mismo hace 15 años, el 12 de diciembre de 1998, día de La Guadalupana, PRI y PAN aprobaron cargar a los mexicanos el multimillonario saqueo de empresarios y políticos –priistas y panistas– beneficiarios de la privatización bancaria.
Un año antes de esa estafa a los mexicanos a través del Fobaproa, en diciembre de 1997, cuando por primera vez la oposición quitó al PRI la mayoría en la Cámara de Diputados, el PAN que presidía Calderón ratificó su dogma neoliberal en voz del entonces diputado Francisco José Paoli:
“¡En ningún momento concebimos ni aceptamos que el voto de las urnas del 6 de julio es un voto en el sentido de cambiar la política económica! ¡Eso es falso!”
Y todavía panistas y priistas –y sus testaferros en los medios– se ofenden luego de que la senadora Layda Sansores cite un fragmento de Cuadernos de Lanzarote, de José Saramago, para recordarles que la patria no es suya:
“Que se privatice Machu Picchu, que se privatice Chan Chan, que se privatice la Capilla Sixtina, que se privatice el Partenón, que se privatice Nuno Gonçalves, que se privatice la catedral de Chartres, que se privatice el Descendimiento de la Cruz de Antonio da Crestalcore, que se privatice el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, que se privatice la cordillera de los Andes, que se privatice todo, que se privatice el mar y el cielo, que se privatice el agua y el aire, que se privatice la justicia y la ley, que se privatice la nube que pasa, que se privatice el sueño, sobre todo si es diurno y con los ojos abiertos. Y, finalmente, para florón y remate de tanto privatizar, privatícense los Estados, entréguese de una vez por todas la explotación a empresas privadas mediante concurso internacional. Ahí se encuentra la salvación del mundo… Y, metidos en esto, que se privatice también a la puta que los parió a todos”.
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
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