‘The
Wall Street Journal’ y el Tango Petrolero Por: Jenaro Villamil - noviembre 8 de
2013
Un “trascendido” informativo
presentado como nota exclusiva en The Wall Street Journal, volvió a alborotar
el gallinero en medio del pasmo legislativo en el que se encuentra la reforma
energética. No es para menos. La prensa anglosajona ha tenido el privilegio de
tener por adelantado algunas de las medidas más importantes del gobierno de
Enrique Peña Nieto. Él mismo sugirió las líneas de los cambios en Pemex y en el
sector petrolero, en notas publicadas en diciembre de 2012 en The Economist y
en The Financial Times, mucho antes de anunciar su iniciativa de reforma
constitucional en materia energética. La nota del periódico más famoso del
mundo de los negocios, no precisa fuentes ni cita documento alguno, pero lanza
un provocador escenario: el gobierno peñista y el PAN negocian un modelo más
audaz que el de los “contratos de utilidad compartida” que planteó Peña Nieto
en su iniciativa de reforma constitucional de los artículos 27 y 28, el pasado
mes de agosto. Según el reportero Juan Montes, se trata de “contratos de
producción compartida” que podrían usarse en campos más riesgosos. “Los
negociadores también están esbozando un tercer tipo de contrato de licencia
para los campos en aguas ultraprofundas y gas de esquisto, en los que la
empresa controlaría el petróleo tras pagar regalías e impuestos”, agrega The
Wall Street Journal. Según la nota de Montes, se trata de una negociación
directa entre el gobierno y “miembros importantes del PAN”, al margen de lo que
está realizando el Senado de la República, la cámara de origen para dictaminar
la reforma energética. Hasta ahora, los foros convocados por la Comisión de
Energía resultaron un fiasco. El monólogo de quienes están a favor de la
reforma constitucional perdió encanto ante el retiro de los senadores del PRD y
del PT, y de la actitud fría del PAN –su único aliado en este terreno- tras la
aprobación de la reforma fiscal. Lo impresionante es que nuevamente comenzó un
baile de máscaras, de declaraciones, de amagos y de desplantes frente a este
“trascendido” de The Wall Street Journal, reforzado por un análisis de la
agencia Bloomberg. El primero en atizar el fuego ha sido el propio Peña Nieto.
En un extenso discurso durante la Cumbre México 2013, organizado por la revista
británica The Economist, el primer mandatario ya perfila una coartada
discursiva para justificar un primer año de desastre económico de su sexenio:
el bajo crecimiento se debe a la falta de una reforma energética. “De no hacer
algo nuestro país –advirtió Peña Nieto-, de no convertirnos en un país que explote
de manera más amplia, racional y, sobre todo, que le dé a nuestro país
condiciones de mayor competitividad por la oferta de recursos energéticos, o de
insumos energéticos, México perderá competitividad”. “Y contrario a lo que
hemos venido observando en estos primeros 11 meses de la administración, las
inversiones productivas podrían tener el riesgo de irse a otra parte;
precisamente, a donde la energía es más barata y lo está haciendo al otro lado
de la frontera. “México no puede quedarse atrás. Ya de por sí se rezagó frente
a lo que otras naciones, especialmente de la región de América Latina,
estuvieron logrando en los últimos años, precisamente en materia energética,
aprovechando de mejor manera sus recursos y ampliando la explotación de los
mismos”. En otras palabras, si no se aprueba este año la reforma energética que
propuso su gobierno, Peña Nieto sugiere un escenario de pérdida de
competitividad y de inversiones. En este sentido, el primer mandatario baila el
tango de la nota de The Wall Street Journal: es un llamado urgente para tener
algo que ofrecer a los inversionistas que anticipadamente adelantaron el
“Momento Mexicano”, y ahora se encuentran decepcionados. En otro foro, con otro
significado político y tecnocrático, el director general de Pemex, Emilio
Lozoya, “desmintió” a medias lo publicado por el rotativo norteamericano.
Afirmó que Pemex no se privatizará y que “el diseño final de los contratos
propuestos por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto para permitir la
participación de empresas privadas en la industria petrolera, está en manos del
Congreso”. La bola se la pasan a la cancha del Senado, donde rápidamente
desmintieron las presuntas negociaciones “en lo oscurito” tanto el coordinador
de PRI, Emilio Gamboa Patrón, como el del PAN, Jorge Luis Preciado. El líder de
la bancada del PRD, Miguel Barbosa, aprovechó el viaje para amagar
legislativamente: los senadores perredistas se levantaron de la mesa de
negociaciones de la reforma política, condición impuesta por Acción Nacional para
que se dictamine y apruebe cualquier cambio en materia energética. En medio de
este tango, el ex candidato presidencial de las izquierdas, Andrés Manuel López
Obrador, vio en la publicación de The Wall Street Journal la confirmación de lo
que ha venido argumentando desde el inicio de sus movilizaciones en defensa del
petróleo. López Obrador ganó otra vez en timming, porque la publicación de las
presuntas negociaciones ocurrieron poco después que él anunció el envío de
cartas a directivos de Exxon, Shell y Chevron, entre otras grandes
multinacionales petroleras, para recordarles que el petróleo no es de Peña “ni
del gobierno, ni siquiera del Estado: por justicia y derecho es del pueblo y de
la nación”. En su misiva, el ex jefe de Gobierno capitalino les advirtió a las
“grandes hermanas” petroleras que “midan las consecuencias de establecer
relaciones de negocios con un gobierno que pretende transgredir los principios
básicos y espíritu de nuestra ley fundamental”. El tango no ha terminado. Los
únicos que no bailan y que no cuentan, son los propios mexicanos. Tanto el
gobierno federal, como el PAN y el PRI, han hecho caso omiso a la reiterada
propuesta de las izquierdas partidistas, sociales y académicas para convocar a
una consulta pública nacional, bajo los principios del artículo 35
constitucional reformado, para definir si se modifican o no los artículos 27 y
28 de la Carta Magna. El último párrafo de la nota de The Wall Street Journal
no se equivoca en su pronóstico: “Una ley más ambiciosa podrá desatar una nueva
ola de protestas en un país con un largo historial de nacionalismo petrolero.
Los detractores ven los cambios como una manera de privatizar la industria.
Además, algunos expertos creen que contar con demasiados modelos podría
convertirse en un dolor de cabeza burocrático para el país y que éste debería
centrarse en las licencias”.
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/08-11-2013/18834. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
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