Cárdenas llama a combatir la reforma energética de Peña Nieto. Foto: Xinhua / Alejandro Ayala |
MÉXICO, D.F. (apro).- Pese a los recelos, rencores, mezquindades y hasta odios entre sus principales figuras, la izquierda mexicana va dando forma a una coalición opositora al proyecto inequívocamente privatizador de Enrique Peña Nieto que respaldan, a su vez, intereses perfectamente cohesionados.
Es prematuro aún concluir si las fuerzas de izquierda serán capaces de frustrar la aprobación de las reformas constitucionales propuestas por Peña y aun están latentes las traiciones, pero se han dado pasos unitarios –por lo menos en el discurso– para evitar la entrega de los recursos energéticos de la nación a particulares nacionales y extranjeros.
Para no ir contra sí mismo y la historia, Cuauhtémoc Cárdenas ha fijado una posición rotunda contra la “antipatriótica” reforma de Peña que avala el PAN y ha advertido que la batalla se dará en todos los ámbitos, hasta “en la calle si se hace necesario”.
No podía ser menos contundente su posición –que al menos declarativamente ha hecho suya el PRD– ante la embustera campaña oficial cimentada en la figura de su padre, Lázaro Cárdenas, el presidente de México más emblemático del patriotismo en el siglo XX.
El planteamiento de Cárdenas no deja lugar a dudas: Al mismo tiempo que niega la necesidad de reforma constitucional a los artículos 27 y 28 –los dos, no sólo uno para que se “cuele” el proyecto privatizador–, formula un conjunto de propuestas para vigorizar a Petróleos Mexicanos (Pemex) y convertirlo realmente en pilar del desarrollo de México con independencia.
Salvo matices, como la pertenencia a un mismo partido, el proyecto de Peña une a Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, pero también a los Chuchos –la dizque “izquierda responsable”–, al Movimiento Ciudadano, el Partido del Trabajo, el magisterio, los especialistas y hasta los sectores nacionalistas que siguen en el PRI.
Por las razones que sean, por convicción o por conveniencia, las figuras de la izquierda y del nacionalismo mexicano han asumido una posición unitaria que tiene ante sí un reto formidable: Frenar el proyecto privatizador que enarbola Peña, con un apoyo desde todos los ámbitos del poder político y económico, nacional y extranjero.
De lo que adolece el proyecto de Peña es de respaldo social por más que comiencen a aparecer encuestas que aseguran que más de 65% de los mexicanos lo apoyan, como las publicadas este lunes 19 en los diarios El Universal y Excélsior, las mismas que –con otras– engañaron a los mexicanos en la elección del año pasado.
Hace exactamente un mes, también en este espacio, se consignaron dos encuestas que registraban una oposición rotunda a cualquier intento privatizador del petróleo, una de ellas la que elaboró el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), titulada “México, las Américas y el Mundo 2012-2013”, y que arrojó que dos terceras partes rechazan la privatización.
Esta institución, a la que no se le puede achacar un sesgo a favor de la izquierda, consultó a finales del año pasado a 535 líderes empresariales, del gobierno, académicos, de organizaciones sociales y medios de comunicación, así como a 2 mil 400 ciudadanos comunes.
Apoyada por fundaciones como Konrad Adenauer y Friedrich Ebert, ambas alemanas, así como la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales y la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo, la investigación del CIDE reveló que seis de cada 10 mexicanos rechazan la participación privada en el sector petrolero.
Lo notable del estudio del CIDE no es sólo lo cuantitativo, que de suyo es insoslayable, sino las razones de ese rechazo:
“En el México del siglo 21, el nacionalismo no se opone a la apertura al mundo, salvo en el sector petrolero. Los mexicanos muestran fuertes y crecientes sentimientos de orgullo, identificación y apego a su nacionalidad, siendo la mexicana la comunidad política primaria de identificación y pertenencia”.
Añade el estudio: “El alto nivel de orgullo nacional no se contrapone a la apertura cultural y económica, con la sola excepción del sector petrolero, de tal forma que ha aumentado el apoyo a la difusión de ideas de otros países en México, como la globalización, el libre comercio y la inversión extranjera”.
Se equivocan los promotores de la entrega del petróleo a extranjeros si piensan que, sólo por tener mayoría en el Constituyente Permanente, ya se avaló su proyecto.
El hecho de que sea el propio secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong, el que rechace la consulta propuesta por Cárdenas –planteamiento semejante al que formuló Marcelo Ebrard y que apoyó López Obrador– revela que el gobierno sabe que su proyecto no concita respaldo popular.
Y por ello la convergencia de la izquierda es, por lo menos declarativamente hasta ahora, un valladar, ciertamente no desprovisto de las claudicaciones que anima el dinero.
Fijadas las posiciones, los que se rajen se exhibirán solos, empezando por Cárdenas y los de su partido si intentan, también, un supuesto truque de aval a la reforma por el reconocimiento de derechos de los capitalinos, una insolencia de mercenarios…
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
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