Fuente Fuentes Fidedignas
DESFILADERITO
Clara Brugada, sucesora de AMLO
Marcelo Ebrard declaró ayer que “se necesita construir una izquierda para gobernar, no para protestar”. Miente. En la delegación Iztapalapa, Clara Brugada puso en marcha un proyecto de gobierno de izquierda –el más identificado con esa orientación política en la ciudad de México– y Ebrard lo bloqueó permanente y sistemáticamente, a tal grado que el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, desde donde todavía despacha el “güerito” de Elba Esther Gordillo, se convirtió para Iztapalapa en lo mismo que la Casa Blanca para la revolución cubana.
Cuando Ebrard y Andrés Manuel López Obrador lograron someter a Rafael Acosta “Juanito”, para que cumpliera su compromiso y renunciara en favor de la auténtica dirigente popular de Iztapalapa, Clara Brugada recibió una llamada telefónica la víspera de su toma de posesión. Amigos comunes que estaban cerca de ella esa noche me contaron lo que sigue.
Clara descolgó el teléfono y, al otro lado de la línea, escuchó la voz de Marcelo Ebrard. Este le dijo: “Como yo también hice mi chamba para que tú puedas ser delegada, he decidido nombrar a dos personas de mi confianza en Finanzas y en Gobierno”. Brugada abrió los ojos al máximo. El jefe de jefes de la ciudad le estaba diciendo, con otras palabras, que sería él quien controlaría el flujo del dinero para la delegación y él que a través de una interpósita mujer de paja daría el visto bueno, o echaría abajo, todas y cada una de sus iniciativas políticas.
“¿Y entonces yo qué voy a hacer?”, le preguntó Clara con la voz entrecortada por la angustia: se necesitaba tener una cara muy dura para imponerle, a menos de 12 horas de la toma de posesión, a las dos figuras más importantes de su gabinete. Pero Ebrard, con el cinismo que da la prepotencia, le respondió: “¿Tú? Tú vas a ser la delegada”. Y ese fue el principio de una larga pesadilla.
Pasado mañana, Clara Brugada leerá su tercer y último informe de gobierno y se vendrá a incorporar a las filas del desempleo. Ebrard la ahorcó económicamente, le restó al máximo la visibilidad ante los medios, le impuso como sucesor a un miembro de la banda de los Chuchos, pero no logró derrotarla, ni mucho menos.
Y no pudo porque Clara Brugada llegó a Iztapalapa cuando era una adolescente, en la primera mitad de la década de los 70, y se integró al Movimiento Urbano Popular que trazó los límites de las manzanas, dio nombre a las calles y construyó la identidad del barrio de San Miguel Teotongo, fundado por indígenas mixtecos procedentes de Oaxaca, que habían sido expulsados del pueblo de Teotongo a causa de una serie de pleitos por la tenencia de la tierra.
Arrimados primero al municipio mexiquense de Los Reyes La Paz, al cabo de unos años, los desplazados atravesaron la carretera México-Puebla y se asentaron dentro de la delegación Iztapalapa. Desde entonces, y junto a ellos, Clara Brugada trabajó para que el gobierno federal, representado entonces por el Departamento del Distrito Federal, les proporcionara servicios como drenaje, pavimento, alumbrado público, escuelas, clínicas, almacenes comerciales, transporte, agua y todo el equipamiento urbano que requiere una comunidad para gozar de una vida digna.
Luchas similares se estaban desarrollando en aquella época en torno de las grandes y medianas ciudades del país, como Guadalajara, Monterrey, Puebla, Durango, Zacatecas y otras. Y a la par que avanzaban en la conquista de sus demandas –es decir, en hacer más habitables enormes extensiones territoriales y lograr que los marginados se integraran más y mejor al país– esa corriente política se unió para apoyar la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 y al año siguiente contribuyó a la creación del PRD, que en ese momento representó la fusión de todas las fuerzas de la izquierda institucional y de los grupos que se mantenían fieles a las ideas del nacionalismo-revolucionario del PRI.
Diputada federal en dos ocasiones, asambleista capitalina en otra, titular de la Procuraduría Social y siempre vinculada a Iztapalapa, Clara Brugada se convirtió en la dirigente de un amplio movimiento popular en esa delegación, que cuando ganó las elecciones de 2009 a través y a pesar de Juanito y llegó al poder, quedó al frente de lo que ella misma denominó el Gobierno Popular.
Ebrard y su testaferro en Iztapalapa sudarán la gota gorda y darán lugar a graves conflictos si a partir del próximo primero de octubre se dedican a desmantelar los programas sociales de Clara Brugada, pues la gente se les echará encima. Así, Brugada se va del poder institucional pero no perderá su liderazgo, que deberá extender a otros ámbitos de la ciudad porque está llamada, ni más ni menos que a convertirse en la heredera de la estafeta de López Obrador en la ciudad de México por lo pronto.
Y mientras Marcelo Ebrard Casaubón (MEC) y María Esther Orozco (MEO), ambos tan apreciados por Elba Esther Gordillo, siguen “construyendo izquierda para gobernar (jajajá) y no para protestar” hoy continuarán las protestas de los estudiantes de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, ese proyecto de izquierda fundado hace una década por López Obrador, que MEC y MEO se empeñan en reducir a polvo. Por lo mismo, hoy también estaré en Twitter, en la cuenta @Desfiladero132, por si ocupan.
Jaime Avilés
No hay comentarios:
Publicar un comentario