Amigos presentaron Soy un hombre de pluma y me llamo Renato
Dedican velada y brindis con mezcal a Leduc, poeta, periodista y bohemio
Alondra Flores
Un mezcal por Leducfue el llamado que convocó en la cantina La Jaliscience para recordar al periodista, poeta, intelectual, alburero y bohemio Renato Leduc (1895-1986). Amigos, colegas y parroquianos se reunieron en la presentación del libro Soy un hombre de pluma y me llamo Renato (Editorial Artes e Historia de México), el martes pasado en el centro de Tlalpan, entre bullicio, chacoteo, anécdotas y poemas.
Coordinado por Fred Álvarez y Pepé Alcaraz, en el libro
se recuerda y honra al hombre que en muchas ocasiones, en la cantina La Jaliscience o en otras mejores o en peores viandas, disertó sobre su pasión. En sus páginas se incluye sus andanza en voz de sus amigos, ensayos sobre su obra, una entrevista, además de poemas, fabulillas y textos periodísticos de Leduc,
hombre que pasó por su tiempo con la sabia virtud de conocerlo.
Entre altos muros cubiertos por fotos y carteles, mientras la música de José Alfredo fluyó desde algún rincón y se unió al tintineo de los vasos, Pepé Álcaraz preguntó:
¿Por qué en una cantina?, y agregó la respuesta: “no es para declamar el Brindis del bohemio.Pero, aunque no le gustaba a Renato, él era eso: un bohemio. Pero una cantina es donde pasa la historia, la vida. las leyendas y fábulas que se construyen en torno del México del siglo XIX y XX, un concepto que hoy casi desaparece”.
Jorge Mélendez, uno de los tantos que tomó el micrófono, evocó a Leduc como dirigente de organización de periodistas y fundador de la Agencia Mexicana de Periodistas, donde estaban varios comunistas famosos.
A Renato Leduc no le hubiera gustado que le hicieran estatuas ni bustos, porque, decía,
a las estatuas y a los bustos las mean los perros y los cagan las palomasFoto Alondra Flores
Historias de cantinas, como símbolos de la charla amena entre intelectuales y lugares de creación, vinieron nombres como La Ópera, La Guadalupana o La Morada de Paz. Meléndez Preciado, quien también aportó un texto al libro presentado, contó que era en la cantina, frente al último despacho de Leduc, donde recibía sus llamadas y acudía hasta ahí a contestar.
A lo mejor Renato no estaría muy contento con este homenaje. Porque ya tiene una calle y un busto. Y decía que nunca hubiera aceptado ni tener una estatua, ni un busto. Preocupados, preguntamos por qué, y dijo muy sabiamente que a las estatuas y a los bustos las mean los perros y los cagan las palomas, relató.
Propuso realizar una recopilación de todos sus artículos, donde hay joyas en el manejo del idioma.
Lenguaje prosopopéyico que hacía todos los días en sus columnas y que leía desde el Presidente de la República hasta el metapalero mas cercano; lenguaje que inventa realidad y no que describe.
Agregó, “por eso, el niño Monsiváis decía que Renato es uno de los poetas más grandes de México, porque hay que leer algo fundamental: El Prometeo sifilítico, porque es oponerse al PRI, al gobierno, a la Iglesia, a la derecha y a las buenas conciencias”.
Durante la velada, se alzó el caballito de mezcal y se pronunció:
¡Señores, en esta cantina, donde Renato degustaba, departía, contaba chistes y bufonadas, hablaba del olé del toro, brinden por ese hombre universal, comprometido y amoroso con México!
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