El Estado de México se convulsiona por la violencia. No es de hoy: lleva ya varios años así. Pero en las últimas fechas, los criminales han desatado una guerra que siembra cadáveres en las calles mientras las autoridades no dan respuestas puntuales a los ciudadanos.
Preocupa, sí, la violencia. Y preocupa todavía más si las autoridades del Estado de México intentan que la prensa no divulgue la realidad. El 1 de enero, policías de Nezahualcóyotl atacaron a fotógrafos que documentaban el asesinato de dos hombres que fueron alcanzados por las balas mientras comían tacos en un puesto callejero ubicado en la esquina de Cama de Piedra y Barrilito de la colonia Benito Juárez. La Policia Municipal, dijeron los periodistas, “trató de impedir el trabajo de los reporteros gráficos e intentó borrar las imagenes digitales”.
2012 fue el año más violento en el Estado de México del que se tenga memoria. Datos del diario Reforma indican que la cifra de muertes relacionadas con la delincuencia organizada aumentó 23.3 por ciento: de los 424 casos que se contabilizaron de enero a diciembre del 2011, para el mismo periodo del año anterior la cifra llegó a 523 muertes de este tipo.
La casa de Peña Nieto vive una verdadera guerra: por lo menos La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios y el cártel de los Beltrán Leyva se disputan el territorio, con todo lo que esto significa.
Hay que recordar que apenas el domingo pasado, allí mismo fue baleado el ex subcampeón olímpico de marcha Noé Hernández. Quedará ciego en el mejor de los casos, porque todavía no es seguro que viva para contarlo.
¿Qué puede esperar un ciudadano común y corriente, si la misma vida del secretario del Deporte del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el Estado de México no fue respetada?
¿En dónde están sus agresores? ¿Esa es la justicia que debemos esperar en todo el país?
La casa de Peña Nieto y de su delfín, Eruviel Ávila, está ensangrentada.
No son buenas noticias que el Estado de México esté sumido en un espiral de violencia.
Habla de un descontrol peligroso; de una estrategia que no ofrece resultados.
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