Desde otra trinchera, las denuncias de Andrés Manuel y otros líderes de MORENA respecto del proyecto de aumento y generalización del IVA también dieron frutos halagüeños
Aunque sigue siendo un enigma a quién corresponde mayores responsabilidades en la represión del primero de diciembre –los “guantes negros” apuntan al gobierno federal, la brutalidad policiaca y las detenciones arbitrarias señalan a Marcelo Ebrard-, es indudable que la rápida liberación de la enorme mayoría de los detenidos, el reconocimiento gubernamental de las arbitrariedades y el quebranto del linchamiento mediático contra las protestas representan una inobjetable victoria del movimiento popular, particularmente del encarnado por #Yo soy 132, cuyo manejo de la comunicación electrónica obligó a los partidarios de soluciones fascistas a retroceder de sus objetivos primarios.
Desde otra trinchera, las denuncias de Andrés Manuel y otros líderes de MORENA respecto del proyecto de aumento y generalización del IVA también dieron frutos halagüeños, al obligar al equipo económico de Peña Nieto a descartar esta catastrófica idea, quedando sin efecto la campaña puesta en marcha con el fin de justificarla por los grandes santones del neoliberalismo, encabezados por el siniestro Gurría y la OCDE.
Dos triunfos populares en la primera semana del nuevo gobierno derechista no son poca cosa. Las nuevas manifestaciones anunciadas para los próximos días deberán confirmar la vigencia de la libertad de expresión y manifestación que tanto incomodan a los poderosos; en tanto que en relación con las agresiones a la economía popular conviene también no bajar la guardia, pues el pago de cuotas políticas y las nuevas creaciones sexenales representarán un importante aumento del gasto público que los “genios” de la Secretaría de Hacienda intentarán transferirá a todos nosotros.
Pasadas las dramáticas batallas inaugurales, es preciso poner en el escenario de la lucha política los temas cruciales que en cierta manera habían quedado en suspenso por la coyuntura electoral. En lo personal, considero que dos temas fundamentales que requieren impulsarse con todo vigor son la precarización laboral y la contrarreforma educativa.
La precarización laboral, impuesta a nivel global por las más poderosas oligarquías con el fin de maximizar sus ganancias, pretende ser establecida como realidad única e inmodificable, cuando obedece exclusivamente a la correlación de fuerzas entre los explotadores y los proletarios. Toda vez que las grandes mafias sindicales le apuestan al statu quo para salvar sus privilegios, son ahora también nuestros enemigos, pero para nadie es un secreto que a la mayoría de los trabajadores actualmente se nos niega el derecho a la sindicalización y se obstaculiza cualquier iniciativa de organización, hechos que, si bien en principio favorecen a la patronal, terminan por debilitar a sus aliados de las mafias que la apoyan. De cualquier manera, desde organizaciones alternativas es necesario confrontar frontalmente el paradigma de la llamada flexibilización laboral, develar sus verdaderos alcances y costos sociales, así como ampliar la conciencia de clase del proletariado del siglo XXI.
En relación con la contrarreforma educativa, no es posible aceptar el reduccionista argumento de que restándole el poder a Elba Esther se garantiza el éxito en la materia. La mafia elbista es tan nociva como sus coyunturales enemigos privatizadores, quienes saludan hoy con gran beneplácito los supuestos golpes contra el corrupto SNTE. Tanto la Gordillo como los privatizadores, y desgraciadamente muchos otros actores educativos, están de acuerdo en seguir promoviendo el mandato neoliberal que subordina el proceso educativo a las necesidades de las grandes oligarquías mundiales, y que ha degradado los ideales educativos en simples engranajes de la capacitación de mano de obra barata, ignorante y plenamente controlable.
Ante la cosmética propuesta del peñanietismo, avalada entusiastamente por un PRD que poco a poco va adoptando el repugnante papel satelital de los antiguos PPS y PST –este último, cuna del “chuchismo”- es preciso construir un proyecto que recupere los valores de la educación latinoamericana y, especialmente, el compromiso popular y social, único camino para revertir el colapso que vivimos en la actualidad.
Entre tanto, los engañabobos que se presentaron como adalides del cambio van manifestando con claridad meridiana la realidad de sus afanes, justificando los golpes contra el pueblo con el mismo discursito del régimen anterior, verbigracia, Videgaray y sus “gasolinazos”. Su impopularidad, gigantesca ya, será creciente, oportunidad que desde la izquierda consecuente no debemos dejar pasar.
Jorge Canto Alcocer - Opinión EMET
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